Mayagüez, Puerto Rico – A la orilla de Quebrada Grande en Mayagüez, se encuentra una acogedora casita de madera en la que vive Reinaldo Rodríguez, miembro fundador del MST, activista y artista. Allí sus obras parecen relatar capítulos de la lucha de clases, problemas sociales y vivencias en la colonia de las últimas décadas. En esta visita pudimos observar y discutir algunos de estos trabajos y los procesos que definen a toda una tendencia política y artística.
A este conocido camarada se le hace difícil aceptar “eso de artista” y humildemente prefiere que se le reconozca como “un obrero más” que sólo responde a la necesidad de sobrevivir, resistir y crear. Con toda consciencia e intención de afirmar su condición de clase, Rei aclara que no tuvo preparación formal alguna y que estudió acerca del arte y técnicas que lleva practicando por décadas por cuenta propia. Al igual que muchos artistas varios acontecimientos incidieron en su desarrollo personal y artístico. Sin embargo, esto no se da sin la formación de un marco político fundamental en su vida. Es así como Rei se vuelve resistencia y vive día a día buscando la manera de ir más allá para manifestarse militante y artísticamente. Sus obras, además, se caracterizan por un primitivismo que no conoce límites, ni temor a la escasez de materiales, a temáticas y a métodos. De esta manera sus obras se destacan en una diversidad de expresiones artísticas como pinturas, máscaras y esculturas.
La precariedad y la desigualdad que ha sufrido la clase trabajadora en los últimos 70 años son claves en sus expresiones artísticas. Desde niño buscaba cómo sobrevivir partiendo desde las dificultades que enfrentaba su madre criando sola, hasta en la escuela y ver cómo así encajaba en un Puerto Rico que se encontraba enfrentando una constante opresión, colorismo, clasismo y resistencia a mediados de siglo. Luego eventos sociopolíticos de la década del 60, como las huelgas universitarias, la Guerra de Vietnam, la continuación de la americanización violenta, el forcejeo entre la hegemonía política del PPD con el imponente anexionismo político del PNP, sin duda alguna tuvieron un impacto en la vida del compañero. En la década de los 80, Reinaldo necesitaba encontrar la forma de hacer más dinero para su familia, mientras cuidaba de su madre enferma y criaba a su niña. Fue entonces que Reinaldo decidió hacer su propia investigación acerca de las máscaras tradicionales de vejigantes que siempre le llamaron la atención. En su relato, explica que no tenía mucho tiempo, pero su necesidad lo llevó a buscar no una perfección sino lo justo: “Es que necesitaba hacerlas bien. Sentía la responsabilidad de representar la cultura de manera justa.” Sin embargo, jamás imaginó que, entre los retos y riesgos de su vida personal conjunto a ese proceso de aprendizaje y crecimiento artístico, esta jornada de sacrificios lo llevaría a ser reconocido por el Instituto de Cultura Puertorriqueña, el Museo de Arte de Puerto Rico, historiadores, antropólogos, entre otras voces expertas como la del mismo Ricardo Alegría. En efecto, algunas de sus piezas tienen el honor de residir en las famosas «Colecciones permanentes» de algunas de estas instituciones.
El conocido camarada mayagüezano parece no conocer límites a la hora de crear arte, de entablar conversaciones y de participar de análisis críticos sobre la realidad vivida y la realidad actual de Puerto Rico. Su disposición a la discusión constante las cree imperativas para el crecimiento personal y el colectivo como parte del ejercicio de gestar artística y políticamente. Es así como hasta en su cotidianidad y en el arte sigue siendo un fiel militante de la patria. Tanto su discurso como sus obras proyectan y mantienen la honestidad que le caracteriza. Además de sus máscaras, la realidad del nivel de precariedad que pueda estar viviendo en el momento siempre se refleja en los materiales que obtiene y trabaja. Se pudiera considerar que su condición de clase siempre determina sus piezas, sin afectar en lo absoluto el valor y la calidad de estas. El artista se destaca también por instalaciones hechas de materiales que se ha encontrado en la calle y por cuadros de lo que tenga a su alcance como una gran diversidad de tintas, pinturas, lápices, pinceles, papel de periódico y otros papeles que utiliza como su canvas, entre otros materiales que combina. En efecto, sus famosas máscaras son de cáscaras de coco y de materiales que tuvo a su alcance. De esta forma, integrando materiales mixtos y experimentando con diversas técnicas es como sus distintivas máscaras pasan a otro plano en lo que parecen ser cuadros tridimensionales. Éstos consisten de un canvas en el que el trabajador artístico aplica técnicas de cubismo y utiliza materiales diversos hasta que esculpe una máscara.
Su filosofía artística es toda una reflexión de vida. Rei considera el acceso a ciertos materiales como parte de distintos procesos que no son comparables:
“Por ejemplo, si tengo pintura acrílica -que es bien costosa- pues tengo que ser más medido en lo que voy a trabajar. No puedo dejarme llevar en un proceso amplio y más descuidado, pero con otras pinturas puedo tirar pinceladas como me dé la gana. Me gustan ambos procesos. Ninguno es mejor ni peor. Sólo son diferentes. Es como todo: a veces tenemos ganas de hacer una cosa y otras veces otra. A veces podemos hacer una cosa y otras, no. Uno hace todo lo que puede con lo que uno tiene. Por eso pienso que si fuera riquitillo la historia fuera bien distinta.”
La obra de Reinaldo Rodríguez es representativa de la injusticia y la dificultad de la vida en Puerto Rico. El primitivismo de Reinaldo Rodríguez trabaja la cotidianidad puertorriqueña en todos sus aspectos: desde los materiales que utiliza hasta la variedad de su contenido que cuenta con imágenes culturales, de desigualdad, de irreverencia, de resistencia, de lucha, entre otras perspectivas que relatan lo hermoso y lo doloroso que es vivir en Puerto Rico.
“Uno está acostumbrado a ser minoría cuando realmente somos la mayoría. Y uno se da cuenta de eso con reafirmaciones pequeñas en la vida, cuando menos te las esperas…” expresó.
También aclaró que se niega a reproducir prácticas de exclusión en las artes. Al hablar de haber sido considerado para ciertos espacios en los que se le cederían privilegios, respondió: “No voy con esa noción de privatizar el conocimiento y oportunidades dentro de las artes.” Es esta la filosofía de lucha y de arte la cual sirve de eje en la vida y obra de Reinaldo Rodríguez: un obrero del arte.