Cada cuatro años en las campañas electorales los políticos prometen resolver nuestros problemas más apremiantes, y los menos apremiantes también. Sin embargo, las crisis que han afectado y siguen afectando al país muestran de forma clara que los políticos en Puerto Rico no han hecho el trabajo prometido y que necesitamos. Principalmente y de forma brutal para la mayoría de la gente trabajadora y empobrecida por el sistema. Mira como nos va. Mal, muy mal. Ha sido así durante los últimos 50 años, aunque en realidad los políticos de antes, algunos hasta ilustres, eran similares en las malas mañas y engaños a los de ahora. Pero, ¿por qué? ¿Tan mal escogemos siempre? ¿Nos engañaron? ¿Nos creímos que si comparten nuestros ideales son honestos y capaces? ¿Pensamos que de verdad llegan al gobierno bien intencionados para con la gente?
A veces damos a los políticos por tontos, por absurdos, por ridículos. Y nos reímos de sus posturas por parecernos descabelladas, sin darnos cuenta de que a final de cuentas, si las imponen, nos perjudican y fastidian. Otras veces, con una gran seriedad, nos llevan a tomar por buenas sus decisiones y hacen creer que son sabías, que las toman por el bien general. Pero en realidad nos están quitando en lugar de darnos. Además, ni son tontos y, claro, mucho menos sabios. Todo eso es parte de su papel, de una actuación. Estos individuos en términos generales cumplen muy bien el rol que les toca: el de farsantes. ¿Por qué estos sujetos hacen lo que sea por lograr ocupar un puesto de alcalde, representante, senador o gobernador? Por dinero. Para ellos, para sus familiares, para sus allegados, para quienes pagaron sus campañas, para las empresas que más tarde les van a dar contratos.
A eso prácticamente se reducen las elecciones en esta democracia fatula que aquí defendemos: a seleccionar cada cuatro años un grupito de personas que solo piensan en aprovecharse de ese cantito de poder que les permite acceder a dinero. Normalmente, a mucho dinero. Comienzan con una posición cualquiera y terminan con sus bolsillos repletos.
¿Y el pueblo? Nadie lo manda, piensan los políticos. Si con tanto engaño y desengaño por años y años sigue creyendo que con este tipo de democracia van a cambiar las cosas para su beneficio, pues que siga creyéndolo, se ríen último los políticos.
Los y las socialistas marxistas creemos que un mejor Puerto Rico, saludable económica, social y políticamente es posible, que es algo realmente alcanzable. Una de las vías que debemos fomentar y lograr es una democracia verdadera, que sea participativa. Que ante las decisiones trascendentales que nos afectan grandemente tengamos voz y voto. Que de ninguna manera se mantenga un tipo de democracia representativa como esta que tenemos, donde los políticos -escogidos en un momento de dudas, esperanzas fallidas o entusiasmo fanático- hacen y deshacen en nuestra contra.
Un tramo urgente que debemos recorrer como pueblo que aspira a enderezar el entuerto en que nos han metido, es que las determinaciones que nos afectan decisivamente las tomemos la ciudadanía y no los politiqueros que hablan y actúan en nuestro nombre, pero que siempre halan para su lado.
Anhelemos y vayamos tras una democracia verdadera.