El desinterés por el sufrimiento del pueblo haitiano sigue predominando hoy en día, promovido por las nuevas clases dominantes a través de instrumentos de propaganda aún más poderosos y efectivos que la religión: una prensa y medios de comunicación en masa al servicio de una visión neoliberal del mundo que defiende y justifica la pobreza y la explotación. En el caso de la crisis actual de Haití, los prejuicios neoliberales entorpecen los actos urgentes de apoyo y solidaridad que necesitan las hermanas y hermanos haitianos.