| Publicado el 6 febrero 2005
Dom, 2005-02-06 20:00
El resultado novedoso de las pasadas elecciones generales ya nos ha ido demostrando conclusiones no tan novedosas sobre el carácter clasista de los partidos que se turnan el gobierno de Puerto Rico. Si bien los partidos hacen un esfuerzo por levantar campañas electorales que los distingan de su adversario, lo cierto es que al momento de la acción tanto el PPD como el PNP no muestran mayores diferencias.
En menos de un mes Aníbal Acevedo Vilá y el liderato estadista en la Legislatura han comenzado a unir agendas en asuntos donde las diferencias que se limitan mas bien a cuestiones de estilo. Ejemplo de esto es el nombramiento de Pedro Toledo para dirigir la Policía y el comité conjunto para la creación de una reforma contributiva.
Durante los ocho años de Pedro Rosselló, el pueblo fue testigo de como la Policía comandada por Toledo se encargó de militarizar los caseríos y las comunidades pobres de nuestro País. Fueron los años en que se construyeron los controles de acceso (una especie de apartheid) en los residenciales públicos custodiados por agentes de la policía. El estrellato de Toledo y su mano dura solo era tolerable por las “magníficas” estadísticas que mes tras mes reportaba. Estadísticas que el PPD denunció por ser fatulas en cuanto a los delitos tipo I y en especial a los asesinatos ya que no cuadraban con las estadísticas de muertos en forense. La droga y la criminalidad siguieron campeando por su respeto a pesar de las demostraciones de fuerza que hacía la policía.
Como si no fuera poco, la mano dura persiguió con igual brutalidad al pueblo trabajador y a los estudiantes. Fue Toledo y sus muchachos los que empañaron la huelga de la telefónica con sangre. Fue Toledo el que planificó y dirigió el operativo de meter a la Fuerza de Choque en la UPR con el pretexto de salvar a la hoy legisladora Norma Burgos. Toledo revivió la época de acusar de criminales por los medios de prensa a los dirigentes políticos, sindicales y estudiantiles que enfrentaban la política de privatización del gobierno de Rosselló.
Esta política de mano dura es la que hoy azules y rojos celebran con la designación de este agente del FBI a la Superintendencia de la Policía. Para esto sí hay consenso…
Por otro lado, mientras no hay consenso sobre el status ni los aumentos salariales a las enfermeras, sí hay tiempo y espacio para crear un comité que determine como reinventar las políticas de recaudación de dinero a base del mentado “sales tax” y otras variantes. Las medidas contributivas que están en discusión y que ambos partidos defienden a pesar de haberlas criticado en la campaña electoral van dirigidas a poner a pagar a los pobres el mismo impuesto que a los ricos ya que el impuesto se cobra en el consumo de bienes. Obviamente sabemos que los ricos consumen más, el problema es que al pobre le duele más tener que pagar por lo que son bienes básicos de consumo.
Resulta sospechoso que en los primeros días de un cuatrienio haya tanto interés de ambos partidos por tocar este tema. Lo que pasa es que, siendo la misma cosa al fin y al cabo, se han dado cuenta que este asunto del gobierno compartido no necesariamente tiene que ser malo para sus intereses como representantes de los ricos y los poderosos. Ambos partidos han descubierto que con el gobierno compartido pueden legislar en contra del pueblo sin el temor de perder votos, ya que apuestan a que el pueblo no buscará alternativas distintas.
Hacemos un llamado al pueblo trabajador a que observe y denuncie como ambos partidos se ponen de acuerdo en los asuntos que benefician sus intereses como partidocracia y como clase dominante. Sin embargo pa’ los pobres mano dura y el bendito sales tax.
Foto: tomada de Primera Hora