| Publicado el 30 julio 2019
Existe una problemática tensión entre lo que es posible y lo que es necesario. ¿Quién debe gobernar ahora que forzamos la renuncia del gobernador corrupto? Que se vayan todos los corruptos, es una aspiración legítima y urgente pero no propone una alternativa concreta. Esa consigna no produjo ningún resultado perdurable en Argentina. Decir que quienes trabajan deben gobernar, es un principio político esencial para la emancipación de las clases trabajadoras, pero de muy difícil implementación a corto plazo dado el bajo nivel de organización y militancia obrera en los últimos años. La pregunta es, ¿qué debemos proponer, lo que es posible o lo que es necesario?
El chat de 889 páginas demostró el desprecio supremo que nuestros gobernantes sienten por nuestras vidas. Su avaricia reina sobre cualquier respeto a las necesidades humanas. Sus comentarios violentos y prejuiciados son ofensivos, pero sobretodo son opresivos porque emanan del poder. No es tan solo el insulto a las mujeres. Es la muestra de su insensibilidad ante la violencia contra las mujeres, por la cual ignoraron los reclamos de que se tomaran medidas extraordinarias para detener los asesinatos de mujeres. Permitieron que 2,700 rape kits se acumularan en Medicina Forense sin ser analizados, por lo cual los crímenes sexuales en Puerto Rico han quedado, en la práctica, impunes. De igual manera su homofobia, su elitismo y su egoísmo no son meros asuntos de opinión. Son las actitudes de los gobernantes que tienen consecuencias nefastas sobre nuestras vidas.
El chat revela y documenta detalladamente el modo de operar de los corruptos en el poder. No es meramente que demuestre la existencia de una red de corrupción en el gobierno, eso no tendría nada de nuevo. No es que la existencia de tal red no sea importante, pero todos los gobiernos de ambos partidos en el poder por décadas han estado plagados de corruptos. Lo que hace especial al chat, más que cualquier otra revelación es su minuciosa exposición de la metodología de los ladrones en el poder para justificar sus crímenes, para manipular la opinión pública, para disfrazar su inacción con propaganda en los medios. Los vemos ensayando y coordinando sus mentiras, sus campañas de desprestigio, y festejando su violencia al aplastar a sus enemigos.
Ese retrato tan vívido nos transporta a otro chat, no el de las 889 páginas publicado por el Centro de Periodismo Investigativo, sino a un chat imaginado. Cuando vemos a algún manifestante portando un rótulo con el número 4,645 podemos imaginar las conversaciones de Rosselló y su pandilla estableciendo las estrategias mediáticas luego del huracán María. “Ese huracán nos partió por el medio, el que crea que podemos hacer algo para solucionarlo está loco.” “Vayamos a la radio y anunciemos que ya existe un plan de trabajo, que nos estamos reuniendo todos los días.” “La prensa nos está atacando, hay que echarle la culpa a FEMA o al Cuerpo de Ingenieros.” “Si no fueron muertes directas causadas por el huracán hay que insistir en que son muertes por causas naturales.” “No importa lo que digan los ingenieros, vete a todos los medios y jura y perjura que la luz llega para navidades.”
Lo que el chat real no dice, nos lo podemos imaginar. Por eso es un documento tan poderoso, un detonante de nuestra rabia acumulada, un catalítico para la acción reivindicativa. La imaginación, al igual que la razón y los sentimientos, juegan un papel fundamental en la actividad humana, incluida la lucha social y política. No es por nada que los militantes del mayo del 68 francés levantaron la consigna: “La Imaginación al Poder.” Y esa imaginación, que en este momento está insurrecta en Puerto Rico, no puede ser excluida de las alternativas que presentemos ante esta crisis.
La consigna “Wanda Renuncia” significa que no queremos a nadie en la gobernación que esté implicado en esquemas de corrupción porque es más de lo mismo. Tal vez sea posible encontrar a una persona limpia de corrupción y que sea aceptado por conseso para llenar el puesto de gobernador. Pero esto no es ni lejanamente suficiente. El sistema mismo está deliberadamente diseñado para favorecer a una minoría a costa de explotar la gran mayoría. La desigualdad está institucionalizada en el sistema, en el proceso electoral, en la legislación laboral, en la contratación gubernamental y en la recaudación de impuestos. El capitalismo es necesariamente opresivo, esa es su esencia.
La alternativa, que el pueblo que tomó las calles tome el poder, que los que construyen el país sean los que gobiernan. Esta alternativa no es posible hoy de manera sostenible. Es una alternativa que no está en la discusión pública, queda fuera del campo de opiniones de la mayoría, muy pocos la considerarían realista. Requiere un nivel de organización y conciencia que se adquiere solamente através de la lucha prolongada y la experiencia de autoemancipación. Una explosión de lucha del pueblo como la que estamos viviendo puede ser el comienzo de ese proceso, por el cual la clase trabajadora descubre su poder y se libra de sus prejuicios, del racismo y la xenofobia, del sexismo y la homofobia, de la supertición y el fatalismo, en fin, de todos los prejuicios que impiden su unidad como clase.
Lo posible depende de los balances de fuerza. El movimiento no pidió el residenciamiento de Rosselló, pidió “Ricky Renuncia” y generó la fuerza para hacerlo realidad. También se levantó la consigna “Ricky renuncia y llevate la Junta.” Está por verse si se llega a generar suficiente fuerza para eliminar la dictadura colonial de la Junta, el punto sin embargo es que estas consignas se levantaron antes de que la fuerza para hacerlas realidad se hubiense forjado. Y haberlas levantado galvanizó la imaginación de la gente y ayudó a generar un movimiento masivo.
Hoy que tenemos que decidir cuales van a ser nuestras demandas concretas ahora que el gobernador abandona su puesto. es lógico que las propuestas a presentarse deben ser posibles, realistas, alcanzables a corto plazo. No debe ser de otra manera. Pero a la vez, la semilla del futuro debe sembrarse en el imaginario popular. No sea que por sonar respetables, se nos olvide decir que el sistema no es reformable, que el voto es la forma más debil de participación política, que el problema de fondo no son los corruptos sino el sistema en que una clase minoritaria gobierna sobre una clase mayoritaria, que no habrá un futuro mejor mientras seamos colonia.
Podemos luchar por reformas a corto plazo, sin abandonar los objetivos revolucionarios. Aunque los cambios necesarios no sean posibles ahora, no deja de ser urgente darlos a conocer, promoverlos, explicarlos. Cuando el camino de las reformas se acabe, las ideas revolucionarias serán el único vehículo para hacer nuestras aspiraciones una realidad.