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BREL1| Publicado el 20 agosto 2019
El siguiente documento recoge varias reflexiones de cara a la Asamblea Especial del Movimiento Socialista de Trabajadoras y Trabajadores (MST) realizada el domingo 28 de julio de 2019 en el local de la UTIER en Santurce. Estas reflexiones fueron ampliadas y enriquecidas por la discusión realizada en aquella ocasión entre militantes, simpatizantes y colaboradorxs de la organización en torno a la jornada de lucha de julio de 2019, durante la cual la movilización masiva y militante del país logró obligar al gobernador Ricardo Rosselló a presentar su renuncia. Agradecemos a todas las personas que participaron de esta Asamblea Especial, en que el diálogo solidario permitió profundizar y afinar el análisis de los eventos recientemente acontecidos.
Consideraciones generales
No hay precedentes para esta lucha en la historia de Puerto Rico. La masividad en las movilizaciones sólo se puede comparar en la historia reciente con la huelga de la Telefónica en 1998 o la lucha de Vieques entre 1999 y 2003, pues en ambos casos el apoyo de la población fue casi unánime. Pero ahí acaban los parecidos.
Es la primera vez, que podamos recordar, que en Puerto Rico se da una movilización masiva de esta envergadura para un asunto eminentemente político. En otras luchas, se trataba de reivindicaciones particulares que canalizaban las contradicciones más apremiantes de la lucha de clases en un momento dado. La huelga de la Telefónica canalizaba toda la oposición al neoliberalismo, y la lucha de Vieques le daba continuidad a aquella, mientras expresaba la contradicción colonial: ambos elementos (ofensiva neoliberal y contradicción colonial) exacerbados por el estilo cínico y prepotente del entonces gobernador Pedro Rosselló. Pero en esta ocasión, el país se puso de acuerdo para derrocar al gobernador, la cabeza del gobierno colonial. El hecho de que Ricardo fuera hijo de Pedro trajo a la memoria colectiva aquellas luchas de los 90’s, que Luis Ángel Torres describió en aquel entonces como una situación prerrevolucionaria o insurreccional.
Algunas personas describen la jornada como una revolución democrática. Otras prefieren hablar de una revuelta, una insurrección o un alzamiento popular. Más allá de la cuestión semántica, lo que está en discusión es qué tan profundos han sido los cambios logrados en las estructuras de poder o en el sistema socioeconómico para describirlo con uno u otro término. Hasta ahora el movimiento ha logrado sacar al gobernador y a gran parte de su gabinete: al Secretario de Estado, al Secretario de la Gobernación, al director de la Autoridad de Asesoría Financiera y Agencia Fiscal (AAFAF), quien es el enlace con la Junta de Control Fiscal, a su sucesor (ambos de los cuales también presidían el Banco Gubernamental de Fomento) y a múltiples asesores. Es decir, algunas de las principales figuras de la rama Ejecutiva.
Luego de la renuncia del gobernador se ha hablado de crear un puesto de vice-gobernador electo, establecer el mecanismo del referéndum revocatorio, segunda vuelta si no se logra mayoría absoluta, voto especial para ocupar el cargo en lo que queda de cuatrenio, y otras medidas que apuntan a cambios más significativos en el sistema de gobierno, la Constitución, etc. Algunas de estas ideas las examinaremos más adelante.
Aunque es muy temprano para ver cómo se desenvolverá la cosa, lo cierto es que el sentir en las manifestaciones fue un “¡que se vayan todxs!”, incluyendo a lxs políticxs de ambos partidos principales y la Junta de Control Fiscal. Posibles paralelos que vale la pena estudiar con detenimiento se encuentran en el Argentinazo de 2001, en que las masas derrocaron en menos de un año a cuatro presidentes, o las movilizaciones que derrocaron a dos presidentes en Ecuador en 2000 y 2005: casos en que la corrupción rampante y las medidas neoliberales se combinaron para ser detonantes de una explosión social insospechada.
Detonantes de la lucha
Puerto Rico en el 2019, luego de una recesión de al menos 15 años, una economía desindustrializada y el desastre natural más grande de nuestra historia, cuenta con una clase trabajadora precarizada, un movimiento obrero desarticulado, y un movimiento de izquierda fragmentado.
Una pizca de recesión, una cucharada de capitalismo del desastre, 3 tazas de misoginia, racismo, homofobia, discrimen político y persecución a través del chat, añádale 2 tazas de saqueo de fondos públicos de educación y salud. No olvide echar medidas de austeridad a su gusto preferiblemente utilizando el adobo de la Junta de Control Fiscal. Mézclelos bien en el calor del verano y voilá… un estallido social que logra la renuncia de un gobernador colonial junto con una significativa parte de su gabinete.
El chat de Telegram y los arrestos de altos funcionarios y asesores evidenció sin lugar a dudas que Puerto Rico es gobernado por una clase privilegiada, que se dedica a robar el dinero que se supone está para servir al pueblo, mientras se burlan del sufrimiento de las masas desposeídas y desesperadas. Es decir, el elemento clasista estaba en el corazón de la indignación: los graduados del Colegio Marista contra las mujeres trabajadoras, los gays, y las decenas de miles que perdimos amigxs y familiares tras el paso del huracán María (la complicidad del gobierno federal en este estado de cosas ha quedado opacado en esta jornada por el rol que ha jugado el FBI en el tema de la corrupción y la mentalidad colonial que aún perdura, que ve todavía en el imperialismo americano a un protector). La gente más o menos sabía que Walmart, Coca-Cola y las demás empresas agrupadas en Unidos por Puerto Rico habían retenido agua, alimentos y ayudas para proteger sus ganancias, ocasionando directa e indirectamente miles de muertes y obligando a otros miles a emigrar. Pero el chat evidenciaba el sentido de superioridad y la indiferencia detrás de las acciones de esa clase que nos ha gobernado hasta hoy.
Esa burla fue sal en una herida aún abierta en el país; las masas, que hasta el momento se habían limitado a observar a lxs “pelús” protestar – a veces admirándoles secretamente, aún cuando reprobaban sus “excesos” – decidieron que la única manera de responder a la afrenta era unírseles en esas protestas. Por eso las herramientas a las que acudieron – el piquete, el paro, la marcha, las capuchas, el tratamiento Seattle – y las consignas principales que se corearon en el proceso eran las que la izquierda, el movimiento obrero y el estudiantil habían utilizado por décadas. Varios miles de personas de todas las edades marcharon y protestaron por primera vez en su vida. Muchxs miraron entonces a la izquierda por dirección: quienes éramos las “ovejas negras” de nuestras familias fuimos el referente para esxs mismxs familiares de lo que había que hacer o decir, y aún en el día a día de las manifestaciones planificadas y de las espontáneas, desde las marchas hasta el combate con Operaciones Tácticas, la voz de lxs “pelús” fue la más importante para determinar el curso de acción.
La semilla de este alzamiento popular se sembró en los pasados 1ros de Mayo militantes en la Milla de Oro de 2017 y 2018. Una juventud precarizada y sin esperanzas en el sistema fue encontrando simpatía por los planteamientos de los sectores radicales, y se fue entrenando en el combate callejero, perdiéndole el miedo a los gases lacrimógenos y las balas de goma. Bastaba mirar la cantidad de jóvenes (y no tan jóvenes) preparadxs con pañuelos, capuchas, y mochilas cargadas de Maalox y tratamiento Seattle, olorosxs a vinagre, paseándose por la calle del Cristo y la Plaza de Armas previo a las confrontaciones de esos días, para entender que la alternativa del combate callejero se masificó. La composición de esos corillos es reveladora: veteranxs de las huelgas universitarias junto a jóvenes sin aparente experiencia política, muchxs provenientes de residenciales y barriadas, la inmensa mayoría trabajadorxs de la industria del servicio, en trabajos temporeros o desempleadxs.
Este último factor tiene una importancia enorme. En la época del neoliberalismo predomina la explotación del trabajo precarizado y atomizado, cosa que hemos señalado como un obstáculo para la organización de la clase obrera y para la lucha como tradicionalmente se ha concebido: el neoliberalismo produce una marginalidad que crece rápidamente. Pero en esta jornada fue precisamente desde esos sectores marginados – lxs subempleadxs, los caseríos y barriadas, la comunidad LGBTTQIAP+, etcétera – que apareció la fuerza social que dio ímpetu a la lucha popular en el momento de crisis política, ya que son éstos los sectores que más fuerte han recibido los golpes de la ofensiva neoliberal. Una vez más, el capitalismo crea sus propios verdugos.
Elementos específicos de esta jornada
Un elemento que nos parece notable fue la rapidez de los acontecimientos. El primer día apenas protestaron unas decenas de personas, que aumentaron a 200, a 500, a 3,000 en tres días, y que continuó la semana siguiente con las dos movilizaciones más numerosas que nuestro país haya visto en su historia. Y lo que en un inicio sonaba a un reclamo de la izquierda, pasó a ser mayoritario, para convertirse en prácticamente unánime: la renuncia del gobernador. Hasta el sector empresarial se montó en la ola de manera oportunista, pidiendo la renuncia de Rosselló y hasta promocionando sus productos haciendo alusión a las protestas en curso.
Lo más notable de este movimiento, sin embargo, es que se dio con muy poca organización. En un abrir y cerrar de ojos tuvimos de frente el movimiento de masas más grande en la historia de Puerto Rico. Pero en esta jornada histórica ¿dónde quedan las organizaciones políticas de izquierda y las organizaciones sindicales (fuera del espectro “chupacuotas”)?
Ciertamente habíamos grupos organizados que echamos la cosa a andar. Organizaciones como la Colectiva Feminista, el MST, la JSALP, y la FMPR fueron quienes dieron los primeros pasos para encender la pradera. Así, se tiraron a la calle a recibir al gobernador al aeropuerto y a exigir la renuncia desde el día uno.
Aparte de los grupos políticos, la FMPR y otros sindicatos, existió un elemento de organización popular movilizada en agrupaciones dirigidas al ocio y el entretenimiento (la gente de Rey Charlie e instancias similares) que no debe ignorarse, sino evaluar con detenimiento. También es justo señalar el papel que jugaron los artistas para convocar a grandes sectores de la población, especialmente Residente, Bad Bunny y Ricky Martin, a quienes se unieron casi unánimemente personajes de la farándula que rara vez opinaban públicamente sobre asuntos de política, excepto para apoyar la reelección de algún incumbente. Ambos elementos lograron movilizar a la acción a personas a las que la izquierda no había podido alcanzar hasta el momento.
Pero las grandes movilizaciones masivas, los combates callejeros, los cacerolazos en todo el país, etcétera sucedieron “orgánicamente”, mayormente fuera del control o la iniciativa de estos grupos. La gente casi se convocaba sola; lo que quiere decir, en realidad, que la masa estaba deseosa y dispuesta a movilizarse militantemente y sólo necesitaba que le dijeran cuándo. Ese deseo y disposición fueron producto de años de ataque continuo y aplastante de medidas neoliberales, y del trabajo paciente y a contracorriente de las organizaciones. Como catalítico, el trauma del huracán María y la burla, inacción y enriquecimiento inescrupuloso de los gobernantes, evidenciado plenamente por el chat, permitieron que aflorara la furia colectiva.
Los sindicatos en general estuvieron ausentes del proceso, con la honrosa excepción de la FMPR, la APPU, un puñado de otras organizaciones obreras, y los grupos de camioneros; excepción que se explica por la cercanía de estos organismos a la izquierda más militante que sí jugó el papel de iniciadores y, en muchas instancias, coordinadores. Esto último es importante porque revela un reconocimiento a las organizaciones de lucha: desde la determinación de la ruta de una marcha hasta la tácticas específicas al momento de los combates callejeros, la masa se dejó llevar por los grupos organizados.
Un elemento relacionado a la ausencia relativa de organización y cómo el movimiento funcionó sin las estructuras clásicas organizativas de la clase obrera, fue el papel de las redes sociales y los medios de comunicación electrónicos. El escándalo se desató por un chat, pero ese papel fue mayor en el sentido de que la comunicación moderna sustituyó la organización necesaria. En la práctica, Facebook tomó el espacio del partido de masas o incluso del soviet, en el que se debatían todas las estrategias entre cientos de miles de personas en poco tiempo; simultáneamente, innumerables chats de WhatsApp fueron comités coordinadores a través de los cuales la gente recibía información, coordinaba detalles, se sumaba a movilizaciones, etc.; Twitter fue el lugar de conseguir la información actualizada que permitió realizar maniobras de masas en tiempo récord; los Facebook Lives eran la manera en que se reportaba y se daba apoyo en la distancia, y sirvió de contrapeso a las campañas publicitarias de KOI y agencias similares; y así por el estilo.
En esto entra a colación la consideración generacional. Se ha hablado mucho de la Generación del “yo no me dejo”, y a veces se ha querido implicar que generaciones pasadas no lucharon, o mantuvieron silencio ante las injusticias que ahora lxs jóvenes venían a enfrentar. Es una visión equivocada que no reconoce la historia de lucha de nuestro país de siglos, y que es necesario refutar en debate amistoso con los sectores en lucha que la han asumido. Sin embargo, también es necesario entender las particularidades de la juventud que hoy se estrena en la lucha y que, como en todas las revoluciones, ha jugado un rol fundamental. Estxs jóvenes no vivieron los años de la Guerra Fría y la persecusión al independentismo, por lo que los discursos tradicionales del anticomunismo no les intimidan ni les limitan; más bien, están dispuestxs a educarse por sus propios medios (especialmente usando Youtube y otros disponibles en el Internet) y conocen los planteamientos de la izquierda, al menos en un nivel teórico general, sin haber estado expuestxs necesariamente a luchas militantes en el pasado.
Con todo lo interesante que puedan ser estas consideraciones, lo más importante de este período es la lección para las masas, válida para todos los tiempos, de su propia fuerza. Atrás quedaron los tiempos en que se afirmaba como una verdad absoluta que “las protestas no logran nada”, luego de tantas derrotas. Ahora sabemos empíricamente, en una experiencia en que todas las personas del país participamos, que es posible derrocar a quienes nos oprimen. El huracán María nos enseñó nuestra capacidad de autosuficiencia y autogestión más allá del Estado; esta jornada, nuestra capacidad política ante el Estado.
La violencia revolucionaria
El asunto de la violencia de los oprimidos es uno de importancia, que ha visto una transformación importante. Por un lado, hemos visto una mayor aceptación por las masas de las capuchas y la autodefensa en comparación a luchas anteriores. Los primeros días los manifestantes forcejeaban con la policía, y a pesar de lo que afirma Jay Fonseca, más gente se sumó al movimiento. El primer combate callejero con adoquines y barricadas incendiadas, a pesar de algunos indignados, movilizó aún más gente en los días siguientes, para lo que resultaron ser las protestas más numerosas de la historia del país que, a su vez, produjeron aún más combates que, lejos de amainar el espíritu combativo, dieron más ímpetu al movimiento.
Por otro lado, la violencia ejercida por los manifestantes fueron fundamentales para aplicar la presión real que desembocó en la renuncia de Rosselló. Sin lugar a dudas, la diversidad y amplitud de los métodos de lucha, desde el cacerolazo y la marcha hasta el paro y el lanzar piedras, permitieron crear la presión necesaria para lograrlo. Pero basta leer las expresiones de Jennifer González, Luis Fortuño y Ramón Luis Rivera solicitando la renuncia del gobernador de su propio partido para entender dónde estaba la mayor presión. Aquellas imágenes de multitudes dispersadas por gases lacrimógenos, heridos por balas de goma, encapuchados lanzando piedras y las calles del Viejo San Juan bloqueadas por barricadas incendiadas – imágenes que recorrieron el mundo – eran lo más preocupante, pues la impresión que causaban afectaba negativamente la posibilidad de la estadidad y, más importante aún, los negocios. Cruceros cancelaron sus visitas a la isla, mientras que Plaza las Américas tuvo que cerrar operaciones en dos ocasiones, con la posibilidad de una tercera. La carta de Zoraida Fonalledas, co-propietaria del centro comercial que pidió la renuncia luego del Paro Nacional, es muestra de esto mismo.
Las mujeres y la comunidad LGBTTQIAP+
Al evaluar estas jornadas, debe ser resaltado el protagonismo de la comunidad LGBTTQIAP+ y de las mujeres en todas sus facetas. Grupos como la Colectiva Feminista, el Hangar y varios otros jugaron un papel central.
Justo antes de esta jornada, los sectores LGBTTQIAP+ habían alcanzado un nivel de organización envidiable, y el feminismo también había logrado avances en años recientes. Esto vino de la mano con victorias importantes en derechos para la comunidad LGBTTQIAP+, como el derecho al matrimonio igualitario y a la adopción, la visibilización de figuras de la comunidad en los medios, etcétera.
Especialmente importante fue la carta circular de Perspectiva de Género, producto de décadas de lucha de organizaciones feministas en Puerto Rico. En particular, el Caucus de la Mujer del MST proponía en su Programa de Lucha de 1991 la necesidad de luchar contra la violencia hacia la mujer a través de la educación, y a partir del año 2009 arreció una campaña exigiendo la implementación de un currículo con perspectiva de género en la educación. A esa campaña se sumaron distintas organizaciones feministas, así como la FMPR. Luego de décadas de lucha, se implementó en el 2015 la carta circular 19-2014-2015 que, con sus virtudes y defectos, resultó en un gran avance para la lucha feminista en Puerto Rico. Dicha carta circular vino acompañada de un esfuerzo real de lograr su adecuada implementación. A esos efectos, el Departamento de Educación creó unos módulos para asistir en la implementación de la carta circular en las distintas materias que se enseñan en el DE. Asimismo, ofreció talleres en todo Puerto Rico para adiestrar a las maestras en la implementación del currículo. De ese proceso también formaron parte compañeras de nuestra organización.
Por su parte, luego de un periodo de haber ganado terreno en las luchas por derechos LGBTTQIAP+, las organizaciones de la comunidad se encontraban enfrentando una embestida por parte de sectores conservadores que, en reacción a ese terreno ganado, estaban impulsando medidas para poner freno a las victorias alcanzadas. Así, se encontraban bajo discusión las medidas de libertad religiosa y sobre terapias de conversión. Del mismo modo, el feminismo enfrentaba limitaciones de victorias históricas importantes, como el derecho al aborto y la eliminación de la mencionada perspectiva de género en las escuelas, y se enfrentaban a un gobierno que se hizo de oídos sordos ante los reclamos de que se decretara un estado de emergencia ante el aumento desmesurado de la violencia machista y los feminicidios por exigencia de la Colectiva Feminista. Ante estos ataques, estos sectores organizados fueron vocales y militantes en la defensa de sus derechos.
Pero al desatarse la lucha de julio 2019, los sectores feminista y queer estuvieron en el frente desde el comienzo prominentemente. No era para menos; el chat evidenciaba especialmente un desprecio profundo por las mujeres y la comunidad LGBTTQIAP+, que explicaba las políticas públicas de la administración Rosselló. Es decir, no se trataba solamente de que el PNP había cedido ante la presión de los sectores fundamentalistas representados por Tata Charbonier y compañía; ahora quedaba meridianamente claro que el gobernador y su círculo más cercano era un “boys club” misógino y homofóbico, y como tal se comportaba. Desde las primeras movilizaciones, en las protestas masivas, y en los combates callejeros, la presencia militante del feminismo y el movimiento queer organizado fue de vital importancia, y participaron de la lucha tanto desde sus organizaciones particulares como desde las movilizaciones generales.
El papel del MST
En este período, nuestra organización jugó un rol importante y, si bien hay espacio para mejorar, hicimos nuestra tarea efectivamente, empujando los límites de nuestras capacidades. Desde las primeras manifestaciones, participamos en prácticamente todas las actividades de la jornada, ayudando a movilizar para ellas, a darles contenido político, y a imprimirles combatividad en diferentes dimensiones. Nuestro periódico en línea, Bandera Roja, logró miles de seguidores nuevos mientras transmitía en vivo los acontecimientos, publicaba análisis, y hacía llamados a la militancia y la movilización. Repartimos decenas de miles de boletines con posiciones políticas necesarias para el momento, que prácticamente nos arrebataban de las manos en las manifestaciones masivas. La constante presencia de nuestrxs militantes y simpatizantes en el debate público que se desarrollaba a toda velocidad en las redes permitió incidir en el mismo de una manera eficaz. Nuestrxs portavoces, por su parte, se mantuvieron en el ojo público como voces importantes del movimiento de masas. Debemos estar orgullosxs del trabajo realizado, reconociendo las posibles limitaciones, pero con el objetivo de mantener y profundizar el tren de trabajo alcanzado para el período que se avecina.
Perspectivas de lucha
La principal interrogante en boca de todxs es: ¿a dónde continúa la lucha? O más específicamente: ¿puede la lucha extenderse hasta sacar a todos los corruptos y la Junta de Control Fiscal, y sentar las bases para un nuevo país? La pregunta misma acusa un optimismo generalizado ante el alzamiento popular que apunta a muchas posibilidades.
La jornada señala el comienzo de un período de apertura a la lucha en general. Algunxs pensamos que, al materializarse la renuncia, existía la posibilidad de que se alcanzase un clímax y se desinflaran las posibilidades de continuar. Los eventos recientes disipan esa preocupación: al día siguiente del anuncio de la renuncia, unas 5,000 personas marcharon por la avenida Roosevelt celebrando la salida de Rosselló, y exigiendo la dimisión de Wanda Vásquez, Rivera Schatz, la Junta, etc. Cientos de manifestantes continuaban concentrándose frente a Fortaleza varios días después, al igual que los cacerolazos, mientras que las actividades de protesta programadas continuaron, redirigidas a nuevos objetivos. El lunes siguiente a la renuncia de Rosselló, varios miles protestaron a Wanda Vásquez, designada hasta ese momento como la sucesora, ante el Departamento de Justicia. La campaña denunciando sus prácticas antiéticas y en complicidad con las políticas que el puebló rechazó tan contundentemente, fue abrumadora. Además, se han convocado múltiples asambleas populares por municipios, sobre las que volveremos más adelante.
Adicional a estas consideraciones, pareciera que la hegemonía que demonizaba las protestas está quebrada. Este es un excelente momento de impulsar las luchas locales, sectoriales, sindicales y estudiantiles en todos los frentes. En nuestra perspectiva, la lucha magisterial, la universitaria y contra la carbonera de AES deberán tomar un impulso significativo. La gente le ha perdido el miedo a moverse, quiere piquete y marcha, y sabe que puede obtener resultados si persevera. Debemos aprovechar este nuevo escenario, el más favorable de los que hemos tenido que operar en mucho tiempo, para adelantar la conciencia, la movilización y la organización de la clase obrera en todos los frentes.
Organizar la resistencia
Sobre esto último hay que enfatizar: es apremiante organizar la resistencia. Aún no se han podido articular estructuras de la resistencia propiamente, y nadie parece saber precisamente cómo hacerlo. Pero hay varios indicadores que señalan el camino.
Aparte de las movilizaciones masivas convocadas por personajes de la farándula, hay un “corazón del rollo” de 3,000 a 5,000 militantes del Área Metropolitana que se han movido consistentemente a las convocatorias menores (marcha por el retiro el domingo 14, marcha de los sindicatos el viernes 19, marcha Somos Más del viernes 26, piquete al Departamento de Justicia el lunes 29), y que llenaron la calle Fortaleza los días en que no hubo una convocatoria formal de manifestación. Dentro de ese grupo, hay varios cientos, especialmente jóvenes, que participaron de las confrontaciones callejeras con valentía y arrojo. Del mismo modo, hay miles de personas que se han movilizado consistentemente en Ponce, Mayagüez, y muchos otros pueblos. Debemos aspirar a organizar esas miles de personas en organismos dirigidos a la lucha.
Una herramienta que se ha planteado para hacer esto mismo ha sido la convocatoria de asambleas populares que se han estado celebrando en varios pueblos. Es importante que esos esfuerzos sean realmente de base; no pueden ser reuniones de militantes de organizaciones nada más.
Otra parte importante del trabajo organizativo está en afianzar las relaciones entre las organizaciones existentes. No sólo nuestra organización ha jugado un rol fundamental en este proceso; grupos como Comuna Antilla, Comuna Caribe, Jornada Se Acabaron Las Promesas, la Colectiva Feminista en Construcción, el Frente Socialista y el Movimiento Ñin Negrón han ayudado a dar contenido y combatividad a esta jornada. Muchos de estos grupos se han estado reuniendo durante el proceso, y es necesario profundizar los lazos entre los grupos y trabajar en conjunto en la medida de lo posible.
¿Reforma o revolución?
Un compañero planteó que necesitamos dar respuestas a las “preguntas grandes” que se está haciendo la gente. Si logramos sacar a todxs lxs corruptxs ¿qué queda? ¿Cómo correrá el gobierno al que aspira este movimiento? ¿Cómo sacamos a la Junta? Para ello va a ser necesario plantearnos temas a los que hemos tenido aversión en el pasado, a veces por parecernos preocupaciones pequeñoburguesas que no consideran el estado de conciencia de las masas, pero que hoy se vuelven fundamentales: la participación electoral, la asamblea constituyente y la auditoría a la deuda. Estas propuestas ciertamente son reformas que no resuelven la crisis de fondo en Puerto Rico: la condición de colonia capitalista. Sin embargo, éstas no deben ser descartadas sin considerarlas con seriedad, dado el estado de conciencia de las masas tras esta jornada. En algunos casos, estas propuestas pueden ser reivindicaciones tácticas que podamos usar para darle continuidad a la lucha.
En la tradición de la izquierda existe una tencencia en ciertos sectores a criticar el “reformismo” al hablar de estos temas, desde una perspectiva que nos parece incorrecta. Pareciera que se trata de impulsar las medidas que se consideran más radicales, y descartar las que no lo sean tanto como meros cambios cosméticos que no van a la raíz de los problemas. Por lo tanto, se sugiere, no vale la pena luchar por estas medidas, o aún peor, constituyen una distracción de lo verdaderamente importante. Queremos alejarnos de tal concepción. En nuestra perspectiva, la lucha por las reformas es un elemento fundamental para lograr los cambios revolucionarios a los que aspiramos. Ello es así por dos razones. En primer lugar, y como cuestión de principio, quienes pretenden defender los intereses de la clase obrera y lxs oprimidxs deben impulsar las medidas concretas que redunden en una mejoría de las condiciones de vida de estos sectores desde ya, y no dejar esos asuntos para que la revolución en un futuro indeterminado venga a atenderlos; sería una mezquindad de nuestra parte. En segundo lugar, y como cuestión práctica, es mediante la lucha por las reformas que la clase obrera y lxs oprimidxs se preparan para la revolución, tanto en términos del desarrollo de conciencia sobre el carácter real del capitalismo, como en términos organizativos concretos. Es necesario identificar en cada etapa el estado de esa conciencia y esa organización, y en cada lucha empujar para avanzarlos. Es por estas razones que lxs socialistas de todos los países y todas las épocas formamos parte de las luchas por reformas: aumentos de salario, convenios colectivos, derechos laborales, accesibilidad a servicios, etc. En estas luchas concretas tratamos de identificar las estrategias más efectivas para lograr los objetivos que se plantea el movimiento en cada momento, a la vez que buscamos apuntar hacia la necesidad de un cambio revolucionario si se quieren atender los asuntos de fondo.
Nuestra opción en última instancia es la toma del poder por la clase trabajadora mediante la insurrección de las masas organizadas en consejos obreros, pues entendemos que la clase obrera es la que debe gobernar, pero la clase capitalista (que es la que gobierna realmente) no va a ceder su poder graciosamente. Pero en lo que eso se materializa, la gente aún piensa en el proceso eleccionario del 2020, y hoy con más fuerza. Por otro lado, el PIP ha presentado varias propuestas, que también se han estado discutiendo, entre las que se incluyen realizar una elección especial para escoger un gobernador para el tiempo que queda del cuatrenio. Ambas discusiones son importantes y, aunque no existe consenso sobre ellas al interior de nuestra organización, podemos hacer algunas precisiones.
Las elecciones generales del 2020
Sobre las elecciones del 2020, es evidente que el PNP no es una opción para el país en la opinión pública. Pero si algo ha quedado claro con esta jornada es que el PPD ha sido totalmente irrelevante en la discusión. Su reputación y prestigio están tan por el piso que no han siquiera pensado en asumir algún rol protagónico en todo este escenario. Saben que “calladitos se ven más bonitos” y que cualquier expresión que hagan les puede explotar en la cara. Apuestan a que cualquier candidatx que pongan frente al PNP ganará fácilmente las elecciones. Por tanto es necesario empujar para que el PPD, igual de corrupto, neoliberal y represor, no sea la alternativa para el país por carambola. Para dar continuidad a la lucha es necesario continuar con la labor que hemos venido realizando: desenmascarar al PPD y al PNP como cómplices de la crisis y de actuar en beneficio de los ricos.
Quedan las alternativas del PIP y el MVC, que han participado en mayor o menor medida de esta jornada. Debieran ser las estructuras político-partidistas que recogerán los mayores frutos de esta jornada (aunque no parecen haber sacado mucho partido de la misma aún) junto con otro sector que continuará en crecimiento: el de la abstención. Cabe preguntarse en esta coyuntura si la abstención electoral responde a las “preguntas grandes” que se hace la gente ahora que sabe que tiene la fuerza de sacar al gobernador, y cómo. Y queda la posibilidad de formar una alternativa electoral nueva que responda al movimiento.
En cualquier eventualidad, el proceso eleccionario debe ser utilizado para impulsar el programa mínimo que esta lucha ha enarbolado. Existe un consenso de los sectores organizados en unos puntos mínimos: renuncia o destitución de todxs lxs corruptxs, quienes deben enfrentar cargos y devolver lo robado; cese inmediato de la política de privatización, caldo de cultivo de la corrupción; congelación de todos los contratos incurridos por funcionarios corruptos, sujetos a revisión y auditoría; restitución de la perspectiva de género en las escuelas, sumado a la declaración de un estado de emergencia por la violencia machista, como medios concretos para atajarla; cancelación de la deuda y de los acuerdos alcanzados por la Junta, combinado con una auditoría para identificar a lxs responsables y una política de “a la Junta ni un vaso de agua”. Una candidatura que provenga de los sectores en lucha deberá además presentar otras propuestas dirigidas a las reivindicaciones de la clase obrera, incluyendo la protección de las pensiones, aumentos salariales, facilidades para la organización sindical y la participación política laboral, mayores derechos para los trabajadores de la industria de servicios, etc.
Otras propuestas “reformistas” que se deben considerar
El PIP ha presentado en la legislatura la propuesta de una elección especial para el puesto de gobernador en lo que queda de cuatrenio. Esta idea ya ha comenzado a discutirse en nuestra organización y no hay consenso sobre cómo abordarla, o si debemos impulsarla. Algunxs consideran que es una medida de democracia directa que pone en cuestionamiento los cimientos de la limitada democracia burguesa de votar cada cuatro años. Otrxs plantean que una elección de esta naturaleza sería lanzarle un salvavidas al PPD, que seguramente saldrá favorecido en la consulta, y que lxs socialistas no deben ser quienes impulsen esa medida. Otra propuesta pipiola que se ha discutido es crear un mecanismo de referéndum revocatorio. El debate continúa abierto.
Con estas y otras propuestas es necesario enmendar la Constitución del ELA. Sin embargo, si se reconocen las tantas limitaciones de este documento colonial que han salido a la luz luego de este proceso de lucha, se puede hacer el planteamiento de que es necesario reescribir un nuevo documento que refleje la voluntad popular sobre estos temas: la Asamblea Constituyente.
La Asamblea Constituyente es un paso que habrá que dar eventualmente, y que en realidad atiende la naturaleza de los reclamos populares: transformar el modo de correr el Estado, eliminar la partidocracia, establecer controles a la corrupción y las ineficiencia, etc. Todas las revoluciones desembocan en un proceso constituyente de un modo u otro. Tal vez no sea el momento de convocarla, pero sí el de empezar a hablar sobre ella. Necesitamos definir lo que positivamente queremos. Más allá de sacar a los que se enriquecen a costa del sufrimiento de las masas, el país quiere construir un nuevo Puerto Rico donde esto no suceda, aunque esa visión es aún borrosa. Nuestro rol es darle claridad y alternativas viables a la gente.
Finalmente, la auditoría a la deuda es ineludible si el país quiere cancelar la deuda, el acuerdo de COFINA y los demás que vienen, etc. Cualquiera que se ponga en la posición de gobernador (excepto que provenga del movimiento contra la Junta) va a honrar esos acuerdos y pagar la deuda según lo dictamine la jueza Swain. Una auditoría que pruebe que gran parte de la deuda es ilegal puede ser una presión enorme para que no lo haga, además de ser un nuevo “chat” que confirme una vez más ante los ojos de las masas las sospechas de corrupción y abuso de parte de los gobernantes, y mueva a la acción una vez más.
Especialmente si lo que se desea es sacar la Junta de Control Fiscal y derogar PROMESA, necesitamos atender estos asuntos. La solución final a los reclamos del pueblo es un nuevo gobierno que represente los intereses reales de la clase trabajadora y lxs oprimidxs, no a lxs burgueses locales y extranjerxs. Estos son los asuntos que hay que atender; en el curso de la lucha por estas reivindicaciones es que el pueblo debe organizarse y luchar por ellas, por los medios que entienda necesarios.