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BREL1| Publicado el 18 enero 2015
Les deseamos a todos un año de mucha lucha contra la embestida que se asoma de parte del gobierno de los ricos. Con sus altas y sus bajas el año 2014 fue un año de resistencia de la clase trabajadora contra las medidas neoliberales y antiobreras del gobierno de Alejandro García Padilla y las casas acreditadoras norteamericanas.
Luego del intento fallido de desmantelar el sistema de retiro para maestros el gobernador Alejandro García Padilla atacó a los trabajadores del servicio público por medio de la infame ley 66 que eliminó múltiples derechos laborales, redujo el bono de navidad, cancelo los aumentos salariales y destruyó de golpe y porrazo todo el estado de derecho laboral existente. La respuesta de los sindicatos más militantes, particularmente los de las corporaciones públicas fue contundente pero insuficiente. Bajo el lema de “impredecibles y creativos” se realizaron una serie de manifestaciones nada despreciables pero que apenas ejercieron la fuerza suficiente para detener la implantación de la ley. Los líderes sindicales, esperando por la activación del magisterio para incrementar los números de participantes en las protestas, desaprovecharon la coyuntura que tenían ante si y la movilización que se había generado. El magisterio, producto de la debilidad de sus organizaciones de militancia no se convirtió en el catalítico del movimiento de masas que esperaban los líderes sindicales.
Los ataques que está recibiendo la clase trabajadora son de tal envergadura que la respuesta necesaria está muy por encima de las capacidades, y la orientación de las organizaciones sindicales. Si bien sigue siendo la clase trabajadora organizada, y en su mayoría los empleados gubernamentales, el sector principal con el que debe contar cualquier movimiento de masas, no son necesariamente los sindicatos herramientas de lucha suficientes para la coyuntura. Como hemos planteado en ocasiones anteriores, podemos lograr victorias en un reclamo particular, pero la crisis económica y política del ELA hace que esa victoria se pueda convertir en una derrota, o en un retroceso generalizado para la clase trabajadora. Desde esa perspectiva está en la lucha política, y en el planteamiento de alternativas clasistas la pega que podría aglutinar un movimiento de masas que trascienda las limitaciones que nos imponen los sindicatos.
La realidad es que la debilidad del movimiento obrero no está exclusivamente en las organizaciones sindicales existentes, estas son el reflejo de una crisis política aún mayor. La clase trabajadora no ha adoptado, al día de hoy, un movimiento político que los aglutine y le de cohesión ideológica, estratégica y táctica a las aspiraciones y deseos del pueblo trabajador. No se trata de desarrollar un partido electoral más, sino de una organización que de dirección política y plantee alternativas más allá de los reclamos particulares de cada sector, una organización que se inserte en el debate público con alternativas clasistas y que tenga la capacidad de impartir un carácter de combatividad a la lucha obrera.
El Movimiento Socialista de Trabajadores es una organización socialista que aspira en convertirse en ese referente político de los sectores más militantes de la clase trabajadora y sus aliados. Sin embargo reconocemos que la coyuntura actual amerita un movimiento de resistencia y militancia que combine la protesta con la desobediencia civil de forma efectiva. Si en el año 2015 empezamos con un pie izquierdo, y damos golpes certeros contra el gobierno patrono tal vez no detengamos la implantación de las medidas antiobreras pero por lo menos podríamos desarrollar un ambiente más propicio para la resistencia organizada.