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BREL1| Publicado el 12 diciembre 2016
El pasado sábado 10 de diciembre el Movimiento Socialista de Trabajadores, reunido en Congreso Extraordinario, decidió cambiar su nombre a Movimiento Socialista de Trabajadoras y Trabajadores (MST). La propuesta que llevo el Caucus de Mujeres del MST fue asumida por el Comité Central y aprobada por la matrícula de forma unánime.
Para muchas personas un cambio de nombre no parece gran cosa, pero para nosotros y nosotras ese cambio representa un reconocimiento de los trabajos concretos que se han venido desarrollando desde la organización y, en particular, desde el Caucus de Mujeres. Como elemento fundamental de ese trabajo se ha insistido en la visibilización y reconocimiento de las integrantes de la organización, así como de las mujeres en los espacios de lucha. Esto, para aplicar internamente la perspectiva de género que llevamos tantos años exigiendo, porque lo que no es nombrado queda invisibilizado.
Hoy vemos el fruto del trabajo persistente y eso nos llena de alegría, pero no olvidamos los procesos que hemos vivido para llegar hasta esta decisión. El cambio de nombre es un paso importante, pero las resistencias, los debates que se han dado en torno al trabajo feminista, a la existencia del patriarcado, a la interseccionalidad de las opresiones, al cuido y a que se desarrolle de manera efectiva, entre muchos otros temas también son importantes de recordar. Este proceso no ha sido fácil, ha sido uno lleno de obstáculos y retos. Hoy damos un paso firme al frente, pero nuestro reto ahora recae en que el asunto no se quede en un cambio de nombre, si no que ese cambio implique otros más, mucho más profundos, necesarios y urgentes.
Con esta decisión nuestra organización invita a la reflexión sobre nuestras prácticas políticas. Debemos cuestionarnos si seguimos viendo el trabajo feminista como uno fragmentado y separado de lo que como socialistas planteamos hacer, tanto en nuestra práctica diaria, como en las luchas y los espacios políticos en los que participamos. También reflexionar en qué manera seguimos asumiendo acciones y prácticas que limitan la participación plena de las mujeres en estos espacios. Pero sobre todo, debemos asumir decididamente que el feminismo no es sólo para las mujeres. La actitud de los compañeros no puede ser que «ese trabajo no es mío» o que «estoy de acuerdo en la medida en que no me cuestionen mis privilegios». Definitivamente la responsabilidad de este trabajo debe ser asumido por todas las personas que aspiramos a construir una sociedad más justa, solidaria y libre de opresiones.
Hoy reconocemos que vivimos en una sociedad patriarcal y que estas prácticas se reproducen dentro de los espacios de resistencia en que militamos. Por tanto, es nuestra responsabilidad identificar estas conductas opresivas y trabajar para su erradicación. Si aspiramos a transformar la sociedad, entonces debemos comenzar por vivir la sociedad que aspiramos a construir desde nuestros espacios de lucha. Esto no es posible si excluimos o invisibilizamos a las mujeres.
Hoy celebramos lo logrado, pero no olvidamos ni eludimos el trabajo que tenemos de frente.
¡Transformando la organización para transformar la sociedad!