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BREL1| Publicado el 9 octubre 2019
A partir del proceso de lucha que logró la renuncia de Ricardo Rosselló el pasado 24 de julio de 2019 la discusión pública sobre la situación política del país se multiplicó con fuerza en todo Puerto Rico. Las medidas que buscaban reemplazar al gobernador y los mecanismos para efectivamente reemplazarlo movilizó a muchos sectores de la sociedad. Desde las instituciones pudimos observar las movidas de Pedro Pierluisi, las de Wanda Vázquez, así como las de los presidentes de Cámara y Senado, reduciendo el conflicto en los medios al débete entre políticos. Aunque las protestas en la calle Fortaleza -epicentro de este conflicto- comenzaban a disiparse luego de la renuncia, para muchas personas ya movilizadas la conversación a penas comenzaba. La necesidad de cambio político real fue gestando espacios de discusión en diferentes puntos de la Isla. Fue en este contexto que nacieron las llamadas “Asambleas de Pueblo”.
Durante la jornada de lucha hubo manifestaciones en casi todos los pueblos. Fue en estos pueblos donde comienza a autoconvocarse la gente a estos espacios de encuentro. Desde Bandera Roja y el MST hemos estado presente en muchas de estas asambleas y hemos recogido el sentir de algunas personas quienes participan de ellas. Hemos conversado con compañeras y compañeros a quienes conocemos de distintas luchas y movimientos sociales como también con personas quienes participan por primera vez en estos espacios. A continuación, presento algunos de estos intercambios en los que se valora las razones de participación y movilización de estas personas además de sus reflexiones sobre la situación política del país, entre otras.
De la asamblea de Lares conversamos con Joseth quien se enteró de la misma porque es residente del pueblo. “Decidí quedarme porque me pareció muy interesante y me preocupa grandemente mi país y entiendo que es necesario que el pueblo haga sus reclamos y que todos los sectores sean escuchados” decía. Joseth valoró positivamente la creación de estos espacios porque posibilitan el intercambio de nuevas ideas. “Tenemos que unir a la gente pa’ qué Lares eche pa’ lante y obligar al alcalde a responderle al pueblo y no a sus panas” terminó diciendo.
Jess, compañera del MST, y quien también participa de la “Asamblea de Pueblo” en Lares nos comentó cómo la asamblea surgió de una convocatoria abierta que se difundió por las redes sociales y aplicaciones de mensajería. Según Jess fue un trabajo de redes entre las organizaciones y sus colaboradores, sumado a todas las personas que en su carácter individual compartieron la convocatoria, fue decisivo para que este espacio se lograra. “El espacio invita a la discusión porque se percibe una formalidad somera y las personas que conformaban el grupo se mostraban muy receptivas a participar. Es como si nos hubiesen devuelto la voz a los grupos que una vez nos silenciaron. Por fin se logró convocar y movilizar a la gente fuera de la zona metropolitana”. Un elemento que la compañera identificó importante es cómo estas discusiones permiten compartir reclamos entre compueblanos. “Al ver qué hay gente con la misma disposición de buscar alternativas que trascienden los ideales políticos, la dinámica de la discusión a nivel comunitario incentiva grandemente su participación en el plano político nacional”. Para Marcia, esta intimidad hace más palpable la posibilidad de cambio.
De la asamblea en Caguas conversamos con Mariana, madre y trabajadora social quien participó de la “Marcha del Pueblo” convocada el pasado 22 de julio de 2019 en el expreso Las Américas. Se enteró de la asamblea por las redes sociales. “Estaba bien pendiente a todas las protestas y vi el anuncio de la asamblea en las redes sociales. Apoyaba la huelga de la UPR cuando era estudiante en Cayey y participé de algunas actividades y reuniones” Para Mariana la dinámica en las asambleas es bien positiva porque se comparte mucha información que muchas personas desconocen y que les afectan directamente. “Me gusta escuchar. Creo que estas actividades reúnen personas bien informadas, con mucho que aportar para cambiar el país. Aprendo mucho. A veces me pregunto qué pueda salir de aquí. Sé que muchas veces estas reuniones quedan en nada y por eso no me pongo expectativas. Pero he decidido poner de mi parte viniendo y compartiendo información para otras personas que sé también les interesa pero no vienen aquí”.
Sobre la asamblea en Caguas pudimos conversar con Marisel una compañera activista que ha participado en distintos esfuerzos de autogestión -como la Olla Común y los Centros de Apoyo Mutuo que surgieron luego del Huracán María-, además de otros espacios de resistencia como Jornada Se Acabaron las Promesas. Para Marisel, las asambleas son -entre otras cosas- una de las respuestas de personas que quedaron inconformes con las movilizaciones. “Son personas que quieren trabajar para un cambio drástico en la política tradicional del país, personas están convencidas de la corrupción que existe en el bipartidismo, y entienden que se ha abandonado la participación política de la gente y se la han dejado en manos de los políticos que juegan a favor de los grandes intereses”.
De la asamblea en Carolina pude dialogar con Adora, madre y educadora, quien también se enteró de la asamblea por las redes sociales. Adora quien ha sido residente de Carolina prácticamente toda su vida siempre se ha mantenido activa en los asuntos de su pueblo. Para ella, las asambleas son una oportunidad para conocer otra gente con las mismas preocupaciones que ella y fomentar el desarrollo de iniciativas ciudadanas en el pueblo. “Estas asambleas son necesarias para llegar a más personas que tienen interés en tomar acción donde el gobierno no lo hace. Al igual que exigir nuestros derechos. Espero que más personas se sumen a las asambleas para que juntos luchemos por el bien de todos y todas” me terminó diciendo.
Ruth, también de Carolina, colaboró con la convocatoria de la Asamblea. Le llamó a la atención la participación de personas de diferentes sectores. Había personas de residenciales públicos, de barrios y de urbanización para quienes sería la primera vez que participaban de estos espacios. Para ella, son positiva las discusiones entre la gente “de a pie” porque entiende que la toma de desiciones políticas se deben discutir colectivamente. Ese empoderamiento, lo considera importante para que la gente se tire a la calle. “En la asamblea de ayer, por ejemplo,” me decía, “se habló de temas que normalmente -a menos que una ya esté expuesta- no se tocan. La gente quiere informarse y tomar acción y estas asambleas son una herramienta que facilitan eso”.
Desde la asamblea de Ponce hablé con Julio quién ya había participado anteriormente de encuentros de este tipo en la plaza. Esta vez sentía que era especial porque la gente se manifestaba por todo el pueblo de Ponce. “Lo que estaba pasando con Ricky Rosselló me tenía a la expectativa. Acá en Ponce se hizo una protesta. A mí se me hace difícil moverme a San Juan. Así que cuando vi la convocatoria me alegré muchísimo”. Julio, a quien le preocupa mucho la situación con los fondos del Sistema de Retiro, ve como una limitación el hecho de que muchos de los movimientos políticos y sociales tengan exclusiva presencia en la zona metropolitana.
El compañero del MST, Ian Camilo, participa en la asamblea de Ponce y me comentaba sobre las personas que asisten. “Es notable en la discusión como muchas de estas personas tienen formación y experiencia previa en espacios de activismo político.” Según Ian, ejemplo de esto son los acuerdos generales que se han alcanzado como el rechazo a cualquier política de privatización, la derogación de la Junta de Control Fiscal, la derogación de la Reforma Laboral y que se establezca una política de trabajo justo para las trabajadoras y trabajadores, el cierre inminente de la carbonera AES. También ha surgido tema de la participación electoral. Según el compañero, estas asambleas son espacios de participación aún muy incipientes pero pretenden canalizar el descontento e indignación que existe contra el gobierno, los partidos políticos tradicionales y la crisis del país. “Sería prematuro definir el alcance que puedan tener las asambleas en la construcción de un proyecto político alternativo, radical y desde abajo. “Encontrarse es un buen inicio y el potencial definitivamente esta ahí”. me decía.
Cuando comencé estas entrevistas hace unas semanas había alrededor de seis Asambleas de Pueblo reuniéndose. En estos momentos este número se ha multiplicado con asambleas reuniéndose en muchos pueblos como Aibonito, Cayey, Cidra, Gurabo, Jayuya, Santurce, Toa Alta, Bayamón, Utuado y hasta en Nueva York. Se han dado reuniones entre personas de distintas asambleas para crear lo que llaman “Red de Asambleas”. Como se puede apreciar de estas entrevistas, las asambleas son espacios que reúnen gente muy diversa pero que apuestan y construyen ciertos consensos. La deuda, los fondos de retiro, la violencia contra las mujeres, el cierre de escuelas y el sistema de salud son temas de conversación principales. Pero esta discusión da paso a que la gente inicie una conversación sobre los asuntos locales en sus respectivos pueblos. Muchas veces problemas específicos que llevan años afectando la vida de sus gentes. Y en ese sentido, la asamblea es el espacio para canalizar los reclamos de justicia social. Esto me trae a la atención la asamblea en Utuado. Allí, la asamblea ha llegado a la acción directa cuando, por ejemplo, se movilizó en una protesta contra el cierre del turno nocturno del hospital de esa municipalidad. Otras asambleas también se han movilizado, por asuntos como el nuevo mapa de clasificación de terrenos y en solidaridad con la huelga de Cadillac Uniforms, por ejemplo. Este balance entre el dialogo, la organización y la acción directa parece ser central para el porvenir de estos espacios pues, sin lugar a dudas, un número sustancial -por no decir la mayoría- ve estas “Asambleas de Pueblo” como un espacio para organizarnos y lograr cambios políticos tanto a nivel regional como nacional.
Desde mi perspectiva estas asambleas aun gatean, pero a la vez van volando. Tienen toda su vida por delante en cuanto a potencial, pero también esa vida puede ser muy frágil y fugaz. El desgaste que produce reunirse sin tomar acción es una preocupación real. El fortalecimiento de las asambleas recae en producir actividad relevante para las personas que participan y el escenario político que viven. Debemos generar discusiones que apunten a volver a la calle, a la movilización y al combate callejero para mantener viva la conversación, el debate y la organización de las asambleas. Acciones que empujen la conversación y la práctica de las asambleas hasta que se impongan sobre el escenario político nacional. Ese es el delicado balance del gran potencial político de estas asambleas que van cociendo un nuevo tejido social de participación y combatividad política desde la gente contra el sistema.