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Yolanda Rivera| Publicado el 9 abril 2020
Ni el paquete de dinero de Trump ni el del gobierno de Wanda Vázquez incluyen servicios de salud gratuitos para los pacientes pobres del coronavirus. Más aún, la Junta de Control Fiscal autorizó una cantidad miserable del dinero reservado del pago de la deuda, para la ayuda durante la crisis. Y aunque uno pensaría que los servicios médicos serían lo primero en el plan de emergencia ante la pandemia, tanto la Junta como la gobernadora como Trump decidieron salvar a los pequeños negocios, darles dinero a los cruceros, las compañías petroleras y a los hoteles. Los pobres y los viejos que se enfermen, que se sacrifiquen, que se mueran, como han dicho algunos políticos en los Estados Unidos.
Desde que el gobernador Pedro Rosselló privatizó todo el sistema de salud pública, los más vulnerables son los que están desprovistos de acceso a médicos y servicios de salud. Estos son lo que no importan para la Junta ni para el gobierno, estos son los olvidados:
En puerto Rico, cerca de 13% de las personas no tienen seguro médico alguno. Según CB en español, 200,000 personas no tenían seguro en 2018. Y el 26 de abril de 2019, Dennis Márquez (Periódico Metro) denunció que 400,000 personas no tenían seguro médico en PR. Si alguien sin seguro médico se enferma, ¿cómo va a pagar el tratamiento del coronavirus?
A estas personas sin seguro antes de la pandemia, se suman los nuevos desempleados por causa de la pandemia. El 16 de marzo, el Vocero informó que más de 98,000 personas solicitaron desempleo a partir de la pandemia. Muchos patronos han botado a miles de empleados con la pandemia. Estos se suman a 500,000 desempleados de antes de la pandemia, con un total de 600,000 desempleados sin seguro médico. Por supuesto, los patronos suspenden el pago del seguro de los empleados cuando los han botado del trabajo, lo cual demuestra la indiferencia del patrono ante esta situación de crisis. Estos son los mismos negocios a los que les vamos a dar dinero por la crisis, mientras dejamos a los desempleados sin servicios médicos.
Mientras en el estado más pobre de los Estados Unidos, Mississippi, el ingreso medio es de $42,000 anuales, en Puerto Rico, el ingreso medio es de $19,775 anuales. Y a pesar de la pobreza, en Puerto Rico, la participación federal de Medicaid, de donde sale parte del dinero para el Plan Vital, es de 15% y en Mississippi de 76.4%. Eso quiere decir que Medicaid paga una porción mucho más pequeña para salud en el territorio más pobre que en el estado más pobre de los EEUU. Puerto Rico recibe una cantidad de fondos limitada bajo la sección 1108 (375 millones) y el gobierno estatal tiene que cubrir la diferencia de $2,800 millones en gastos que terminan casi todos en manos de las aseguradoras. Tener el Plan Vital es casi como si no se tuviera un plan.
El Centro para un Nueva Economía señaló en agosto del 2019 que: «Los gastos totales de Medicaid por beneficiario son significativamente más bajos en Puerto Rico en comparación a los 50 estados.» Los beneficiarios del Plan Vital solo cuentan con un promedio de $2,144.00 por año para gastos médicos, mientras la media en otros estados es de $6,763.00. ¿Cómo van a pagar los pobres que se enfermen del coronavirus y tengan que ir al hospital? ¿Quién va a pagar por los días en el hospital, por las medicinas, el uso de respiradores?
Medicaid no solo paga menos por persona en Puerto Rico, sino que les paga menos a los proveedores, creando una escasez de médicos para más de un millón y medio de participantes del Plan Vital. De 14,000 médicos en el 2006, quedaban 9,000 después del huracán María. Los participantes del Plan Vital son mujeres embarazadas, familias de bajos ingresos, personas mayores de edad, personas con discapacidad y niños. ¿Quién va a cuidarlos si se enferman con el coronavirus?
A esto se añade los planes fiscales de la odiosa Junta de Control Fiscal y su verdugo, Natalie Jaresco. El Plan Fiscal de la Junta incluye una reducción en el pago a los hospitales y, de hecho, le pidió información a ASES para reducir los pagos a hospitales para pacientes del VITAL cuando ya había empezado la pandemia (marzo 10 de 2020, El Nuevo Día). Cuando los hospitales empiecen a rechazar a los pacientes de la Reforma en medio de la pandemia, a los miembros de la Junta de Control Fiscal no les importará. La cruel indiferencia de la Junta ante la pandemia pone a los beneficiarios del Plan Vital al pie de la tumba si se enferman.
A medida que la población envejece en la isla, las necesidades médicas de esta población aumentan. Medicaid es el seguro de los viejos de clase trabajadora, de los que no pueden pagar un seguro privado, de los más vulnerables. Estos son miembros del grupo más grande de personas que han muerto durante la pandemia.
Sin plan médico o con planes médicos que cubren solo un por ciento de dinero en medicinas y servicios médicos, los adultos mayores muchas veces tienen que escoger entre comprar comida o comprar medicinas. Medicaid paga los servicios en la casa o comunitarios para adultos mayores y personas con condiciones crónicas en los Estados Unidos, pero no en Puerto Rico. ¿Qué va a hacer un adulto mayor si le da el coronavirus? ¿Cómo va a pagar cuando se termine el dinero del seguro?
Nuestros hermanos dominicanos y los migrantes mexicanos, guatemaltecos, hondureños y otros en EEUU, tienen que trabajar durante la pandemia. No solo porque muchos no tienen seguro médico, sino porque el dinero que Trump mandará solo le llegará a los que tienen seguro social. Durante la crisis, podemos comer porque ellos recogen las frutas y vegetales y podemos ir al trabajo porque ellos siguen arreglando gomas y haciendo el trabajo porque no tienen de otra. Según el Censo del 2010, había 68,000 extranjeros en Puerto Rico. De estos, muchos serán indocumentados, sin seguro y a merced del Covid-19.
Aunque el Departamento de Corrección dice que no hay presos con el coronavirus, la población penal es particularmente vulnerable al contagio del virus. En una situación de confinamiento, sin servicios médicos adecuados, las cárceles son una bomba de tiempo. Los recortes a los servicios médicos también han afectado las cárceles. Ya en octubre de 2019 (El Nuevo Día), los empleados de salud de las cárceles denunciaban la falta de equipos, la reducción en medicamentos y falta de acceso a tratamientos para condiciones de diabetes, VIH, Hepatitis C y cáncer en las cárceles del país. Claridad denunció en diciembre de 2018 que la Junta de Control Fiscal exigió un recorte de 50% del presupuesto de salud en el Departamento de Corrección. Los recortes y la austeridad siguen poniendo en riesgo a todos los grupos en nuestra comunidad.
Los deambulantes ni recibirán cheque (sin cuenta de cheques) ni ayuda médica porque no tienen seguro. Vivir en la calle sin protección y sin comida, sin manera de que les hagan pruebas, pone a este grupo en una situación de alto riesgo. Vargas Vidot denunció el 25 de marzo en Primera Hora que la orden ejecutiva para ayudar a los deambulantes no se ha llevado a cabo por el Departamento de Familia, ni por el Departamento de Salud. Estima que, entre 20,000 y 30,000 personas viven en la calle en Puerto Rico y muchos padecen de condiciones no tratadas, lo cual agravaría una situación de coronavirus. Más aún, los tratamientos con metadona que reciben están limitados porque la entrega del tratamiento en filas puede contribuir a la propagación del virus.
La salud es un derecho y todos debemos tener acceso a servicios médicos de calidad.
Estos y otros miles de puertorriqueños han sido olvidados por el gobierno y la Junta neoliberal. Más de dos millones de personas en Puerto Rico estarán sin ayuda o sin ayuda suficiente para enfrentar los gastos médicos si se enferman del coronavirus. La privatización del sistema público de salud, la fuga de médicos y los recortes a la salud impuestos por el gobierno y la Junta de Control Fiscal, causarán la muerte de muchos y las deudas de muchos otros.
Es hora de acabar con un sistema que ha convertido a la salud en un negocio. La salud es un derecho y todos debemos tener acceso a servicios médicos de calidad. Todos debemos tener derecho a recibir tratamiento durante esta terrible pandemia.