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BREL| Publicado el 11 octubre 2013
Vie, 2013-10-11 19:10
“La Vitrina del Caribe” fue, por años, la frase publicitaria con la que se presentó al Estado Libre Asociado de Puerto Rico. Las cifras de crecimiento económico y reducción de la pobreza eran inicialmente parte de la carta de presentación de una promesa de progreso, de una revolución pacífica. Los patrocinadores del modelo económico del ELA apostaron al desarrollo de un capitalismo industrial con un importante sector de turismo.
Al cabo de 63 años, el modelo económico del ELA dista de ser una buena vitrina. La crisis de la economía de Puerto Rico, expresada por una prolongada depresión, revela el rostro grotesco de un fracasado modelo capitalista colonial.
Los niveles de pobreza en Puerto Rico, son cada vez más visibles. Según datos del censo de 2011 se estima que el número de personas sin empleo ronda los 945,378, casi el 26% de una población de 3,672,090. Peor aún, el número de personas con ingresos bajo el nivel de pobreza (menos de $11,490 al año) se ha disparado a 1,673,610 personas, para poco menos del 46% de la población. De éstos 928,378 son consideradas en el grupo de pobreza extrema, los que apenas cuentan con menos de $480.00 al mes para sobrevivir.
La situación de pobreza ha llevado a duplicar el número de personas sin hogar en los municipios no metropolitanos entre los años 2011 y 2013. Se estima que en Puerto Rico hay cerca de 5 mil personas durmiendo en las calles. En el mismo periodo también han incrementado la perdida de viviendas por ejecución de hipotecas. En los últimos diez años, las ejecuciones de hipotecas han presentado un incremento de 46%.
El estancamiento de la actividad económica, la mala distribución de la riqueza, y los elevados costos de los bienes necesarios para vivir auguran un mayor crecimiento de la pobreza, desempleo y la emigración. Menos oportunidades de empleo y una disminución en la capacidad de consumo debido a la depresión económica son sólo dos de las consecuencias de la crisis que se vive, lo que se traduce en una reducción real del salario y el empobrecimiento de la clase trabajadora. Ése es el efecto real de la depresión y del sistema de trabajo asalariado en Puerto Rico. Es hora de que rompamos la vitrina.