La era del culto a la productividad, al mercado y a la ganancia nos ha traído a un punto contradictorio en el desarrollo del capitalismo. La intención de generar mayores ritmos de ganancias en cada informe trimestral se contrapone con el lento pero firme paso del desarrollo de la ciencia.
El desarrollo científico del siglo 19 trajo consigo la revolución industrial, que a su vez fue superada por las revoluciones científicas del siglo 20. Este proceso alcanzó su punto culminante con el desarrollo del transistor. Este artefacto creó las condiciones para la era de la informática en la que vivimos hoy. La inmediatez, el acceso a grandes cúmulos de datos, la manipulación de las masas por medio del mercadeo incesante y la interconectividad global, caracterizan nuestra época y a su vez producen unas expectativas de crecimiento tecnológico que se vuelven inalcanzables.
La presión por llevar al mercado las nuevas tecnologías, condujo el campo de la especulación capitalista a meterse dentro del campo del desarrollo tecnológico. Hoy vemos un incremento en la inversión en el campo de mercadeo de tecnologías que aún no han madurado lo suficiente como para cumplir las expectativas del “hype”.
A modo de ejemplo, los vehículos eléctricos han mostrado señales de estancamiento producto de la declinación en las ventas. Las empresas de autos han retrasado sus planes de manufactura de nuevos vehículos eléctricos. Los autodenominados vehículos autónomos han sido causantes de al menos 40 accidentes fatales desde el 2016. Los cybertruck de Tesla por el otro lado han comenzado a oxidarse, uno de aparentemente muchos fallos identificados en el vehículo una vez salió a la venta.
El campo de la Inteligencia Artificial ha sufrido el efecto de estos bombos publicitarios en el pasado lo que conduce a los inviernos, épocas en donde frena casi absolutamente la inversión en el estudio de dicho campo. Conocedores del campo afirman que la exagerada publicidad que están recibiendo conduce inevitablemente a la desilusión si el retorno de inversión no produce los resultados esperados.
Los efectos de la desilusión tecnológica han comenzado a dar señales. Durante los últimos tres años decenas de miles de empleados han sido despedidos de Amazon, Alphabet (Google), Microsoft y Meta (Facebook). Las empresas alegan que entre las razones de esta ronda de despidos está la reducción en el valor de las acciones, reducción en ventas y miedos ante una posible recesión.