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BREL1| Publicado el 12 octubre 2005
Hace unas semanas que el mundo entero ha sido testigo del devastador efecto del Huracán Katrina en los estados del sur de los EEUU, especialmente en Louisiana. Una vez más imágenes aterradoras y desgarradoras son transmitidas en vivo por todo el globo, pero esta vez no se trata del Tercer Mundo sino de la nación más poderosa, en términos económicos, de la Tierra. Pudiéramos describir las razones por las cuales el huracán Katrina fue un fenómeno tan devastador. Un huracán categoría IV con vientos de aproximadamente 240 km/hr, con una capacidad de precipitación pluvial enorme y muy peligrosa. Estos fenómenos atmosféricos se presentan en este lado del mundo con frecuencia afectando la zona del Caribe y del Golfo de México casi anualmente, por lo que es un fenómeno al cual los habitantes de ésta zona deben estar acostumbrados y para los cuales deben estar educados y preparados. Otras razones geológicas se añaden para cambiar el panorama de Nueva Orleáns, una ciudad bajo el nivel del mar y rodeada de imponentes cuerpos de agua (el Río Mississippi y el lago Pontchartrain) que se vale de diques artificiales y sistema de bombeo para mantener el agua a raya. Estos sistemas requieren de monitoreo y mantenimiento especializado lo cual se traduce en millones de dólares para mantener a esta ciudad segura y más aún para evitar accidentes que puedan cuasar la muerte de miles de personas. Sin embargo, la razón por la cual este huracán fue tan devastador en la ciudad de New Orleáns va más allá de las explicaciones puramente científicas. Este huracán destruyó a su paso edificaciones y pueblos enteros, pero lo peor vino después, como efecto secundario de este tipo de fenómeno la ciudad quedó totalmente inundada por las aguas que reclaman su espacio natural. ¿Entonces a quién culpamos? ¿A Katrina o a los planificadores, a los desarrolladores o al gobierno? La responsabilidad del gobierno estadounidense queda nuevamente en entre dicho. Más aún ante el hecho de que Cuba pueda desplazar a un millón de personas en poco más de 2 horas para llevarlas a un lugar seguro y evitar muertes durante este tipo de fenómenos y que los EEUU no. Claramente no es cuestión del fenómeno en sí sino de la planificación y del nivel de respuesta de las agencias pertinentes. Si EEUU puede hacer una guerra preventiva contra el supuesto terrorismo en Iraq, muy bien pudo hacer un desalojo preventivo de la ciudad de Nueva Orleáns. Pero no fue así y todos sabemos el desenlace de la historia. Se ha responsabilizado al presidente Bush y a su gabinete, también se ha levantado la voz en contra del racismo y del clasismo con que han manejado la crisis. Pero debemos hablar claro, la división de clases se recrudece en este tipo de situaciones, se hace palpable y debemos llamar la atención sobre ello. Los ricos y los blancos poderosos están bien protegidos y alimentados lejos del Súper Dome, mientras los pobres, los negros y los trabajadores tratan de rescatar lo poco que les queda y sobrevivir. Aún así se ven amenazados por el posible desplazamiento permanente lejos de los que alguna vez fueran sus hogares ya que muchos vivían en casas alquiladas. Hemos visto en los últimos días a través de los medios de comunicación norteamericanos, los llamados saqueadores negros que roban a las tiendas contra la visión de sobrevivientes blancos que toman prestado de las tiendas. Ésta terminología nos deja claro una vez más de parte de quién se encuentran las grandes cadenas de comunicación en los EEUU. Bastante hemos escuchado a los gobernantes ineptos decir que las “fuerzas de seguridad” en la zona de Nueva Orleáns tienen instrucciones de tirar a matar (matar a gente hambrienta que intenta sobrevivir). Y ya estamos hartos de que no se responsabiliza realmente a quien se debe y de la hipocresía de los medios burgueses y del gobierno. Los especialistas y la comunidad científica deben alzar su voz, y cumplir con su responsabilidad científica y humana. No se puede permitir que fenómenos naturales se conviertan en desastres, por que esto seguirá pasando mientras los intereses económicos se sobrepongan sobre las vidas humanas y sobre la naturaleza. La inundación de la ciudad de Nueva Orleáns tal vez no se podía evitar, y ya es tarde para saberlo. Lo que si sabemos es que la muerte de miles de personas sí se puedo haber evitado a través de la educación, de la respuesta rápida de las agencias de seguridad y de emergencias y los más importante de la planificación adecuada, que integrara a la comunidad científica, a los ingenieros, a los planificadores y a los desarrolladores, con las comunidades trabajadoras en beneficio de estas. Es hora de educarnos y de evaluar nuestro entorno, en donde vivimos y trabajamos, por que siempre habrá un fenómeno natural que nos pueda afectar y con el potencial de convertirse en un desastre, por la mala planificación de la clase gobernante.