En Puerto Rico el derecho a la negociación colectiva está reconocido en la constitución del ELA y en varias legislaciones laborales. El principio de la negociación colectiva es facilitar un espacio de negociación de los términos y condiciones de empleo en el que la fuerza del patrono –con su poder de despedir e imponer condiciones de trabajo- se nivele a la fuerza de la presión colectiva de lxs trabajadorxs.
Como todo contrato, existe cuando menos dos partes que establecen los términos y condiciones de lo que será el convenio colectivo que regirá las relaciones de trabajo entre las partes. Sin embargo, con la irrupción de la Junta, este concepto ha quedado trastocado en el sector público. Las agencias de gobierno en su función de patrono negocian con las uniones obreras pero los acuerdos quedan supeditados a la aprobación de la Junta. La Junta “presuntamente” no interviene en el proceso de la negociación, sino que revisa los resultados de los acuerdos y los aprueba o rechaza. De manera que se pueden pasar meses negociando para que la Junta descarte de un plumazo los acuerdos.
Esto ha sucedido en innumerables negociaciones. En la UPR, tanto la HEEND como la FLEURUM han llegado a acuerdos que han sido rechazados por la Junta. Por otra parte, en estos momentos, la UGT acaba de dejar en suspenso un voto de huelga en Centro Médico (ASEM) tras alcanzar un acuerdo con el patrono el cual está sujeto a la aprobación de la Junta, la cual no ha soltado prenda de su postura.
Este escenario implica una desnaturalización del proceso de la negociación colectiva al negociar con quien no tiene la última palabra y para todos los efectos darle un segundo turno al patrono de revisar los acuerdos alcanzados. Ante esta situación el movimiento obrero debe redefinir sus tácticas de negociación y exigir que quien se siente a negociar tenga verdadera autoridad para así hacerlo. Negar la existencia del poder colonial de la Junta implica darle la oportunidad al patrono de escudarse con que “es la junta la que se niega a lo acordado” quedándonos en un limbo que no se puede resolver por mecanismos legales. De igual manera, las uniones tienen que establecer estrategias de presión que afecten directamente a la Junta de manera que cualquier paro o huelga se refleje como lo que es: un conflicto con el verdadero patrono que no es otro que la Junta.
Esto implica nuevos retos y nos pone en espacios de lucha un tanto desconocidos. Pero quedarnos patinando con los jefecitos de agencias y con el gobernador solo conduce al desgaste y a la desesperanza pues después de tanto luchar todo queda en manos de nuestro peor enemigo que es la Junta nombrada por el congreso federal.
Finalmente, la principal controversia que lxs trabajadores del sector público enfrentan en estos momentos es el reconocimiento de un plan de clasificación y retribución justo que implique verdaderos aumentos salariales y que los salarios reflejen los aumentos previamente obtenidos y la antigüedad. Este asunto debe de servir de factor aglutinador para empujar una lucha frontal contra la Junta y montarlos en el potro. La Junta no puede seguir desapareciendo y apareciendo cuando le dé la gana.
La negociación siempre ha sido un proceso contradictorio donde se negocia con el enemigo de clase. Siendo esto así, ¿porqué negociar con los capataces de la plantación?
Completamente de acuerdo .
hemos visto como la junta trastoca los derechos de los trabajadores tanto del sector público como del privado.Sin embargo permite el derecho a establecer un convenio leonino en LUMA y la IBEW sindicato obrero de estados unidos que afectan la factura eléctrica en puerto rico y permite un gasto desmedido y provoca que anualmente se aumenten los gastos operacionales.No es estar encontra de los acuerdos de negociación colectiva es que arruinamos nuestros trabajadores sindicalizados en puerto rico y permitimos el derroche de las uniones de USA