“La dependencia de fondos federales, como el fenómeno de la migración, está funcionalmente vinculado a la estrategia de industrialización por invitación. El control de Puerto Rico sobre su economía disminuye en función de una política de inversión directa externa incapaz de generar suficientes empleos cuya atracción, basada en exenciones tributarias, erosiona la base contributiva y obliga a la búsqueda de asignaciones federales para enfrentar la debilidad presupuestaria, lo que tiene el efecto de distorsionar las prioridades públicas.”
– Francisco A. Catalá Oliveras
La continua situación de crisis nos indica que esto está malo y que ha de ponerse peor. Como parte de los zigzags, en el sube y baja de su “ruta económica”, Puerto Rico presenta fuertes tendencias de lo que puede llamarse un proceso de desindustrialización. Se ha venido observando una baja sustancial del empleo industrial. En la primera década de este siglo se perdieron sobre 100,000 empleos en el sector privado de la economía. Desde 2005 hasta el día de hoy han emigrado más de 500,000 personas, la mayoría en edad productiva. Cierre de industrias, consolidaciones entre diversas plantas de estas y mudanza al extranjero, India y China fundamentalmente, han marcado ese proceso. Ahora que sectores económicos del capital norteamericano han agudizado las contradicciones con sus pares del capital chino, han externalizado la guerra económica y comercial.
En medio de una afirmación de reacción nacionalista de un sector de la derecha norteamericana, debido a las políticas “proteccionistas de Trump”, se están planteando la posibilidad de volver a traer sus empresas, principalmente farmacéuticas, a suelo estadounidense, y esto incluye a Puerto Rico. Éste se encuentra en una posición muy a su favor para atraer esa inversión frente a los otros estado-provincias de Estados Unidos, debido a la infraestructura y a la mano de obra diestra existente, heredada de los años en que había aquí un gran conglomerado de farmacéuticas.
En medio de la campaña y el tira y jala electoral se vienen dando pasos y tomando medidas para volver a establecer las empresas farmacéuticas en el país. Entre estas, visitas e inspecciones de facilidades que sirvieron de infraestructura a la industria farmacéutica para ponerlas al día con el fin de volverlas a usar. Así también, la asignación de miles de millones de dólares para revitalizar la AEE y ponerla en condiciones óptimas para suplir la energía de manera segura y constante a la industria. Es dentro del propósito de “restaurar la economía” que se otorga el contrato AEE-LUMA con la bendición de Washington. Más allá de una que otra reseña de este esfuerzo, el mismo se había mantenido a un cierto nivel de “secreto de Estado”. Casi pasa bajo el radar de la opinión pública.
No es hasta que la campaña por la Comisaría Residente entre Jenifer González y Aníbal Acevedo Vila lo usa como balón político, que se populariza el tema del regreso de las farmacéuticas. Ahora hasta la campaña de Charlie Delgado ataca al PNP por oponerse al regreso de las 936 o algo parecido. Mezclan a propósito, el regreso de la industria farmacéutica o de la manufactura a algún código de Rentas Internas federal, que posibilite el brindar total exención contributiva. Una vez más el PPD insiste en defender el “proyecto económico del ELA” como paraíso fiscal y mantengo corporativo. En ese lloripari por las 936 no están solos, pues cuentan con el concurso de ciertos “socialistas democráticos” que insisten en defender las 936 y culpar al PNP por todos los males de la colonia capitalista. En ese empeño hacen causa común con los anexionistas incluidos los soberanistas dentro del PPD.
Aun así, ante esta situación de considerar el regreso de esas industrias ha surgido el debate acerca de lo idóneo de tal acción. El sector industrial a través de la Asociación de Industriales ha mostrado su alegría, apoyo y satisfacción con tal posibilidad. La política de brindar exención contributiva tanto local como federal, sumado a facilitar beneficios en infraestructura, pago de patentes municipales y utilidades de agua y energía eléctrica ha sido junto a la mano de obra diestra y barata el atractivo favorito del gobierno de Puerto Rico para el logro de la inversión extranjera. Penepés y populares, a pesar de sus diferencias en cuanto a las 936, han optado a través del tiempo por esas políticas. La competencia entre estos componentes del mal llamado “bipartidismo” se desarrolla en el ámbito de cuál de los dos es más efectivo en la promoción de capital y en lograr trato preferencial para las empresas norteamericanas.
Esto no significa la ausencia de diferencias entre esos partidos en esas políticas. Para el PPD la protección fiscal del capital estadounidense se vincula a su concepción del ELA, tiene mayor importancia que para el PNP que postula la estadidad. Tales diferencias salieron a flote en la década de 1990 en la consideración de la eliminación de las 936. A pesar de ello, ambos han legislado privilegios fiscales al capital y ambos han cabildeado, ante el Congreso federal, beneficios para empresas extranjeras.
Las estrategias utilizadas por el Gobierno de Puerto Rico, (PPD-PNP), en el marco de dominio colonial, han sido un impedimento a un desarrollo económico que use al máximo sus recursos y capacidades para impulsar plenamente la capacidad empresarial, reducir la dependencia, y así generar más empleos sin tener que inflar la nómina pública. Las medidas que se tomen dentro de las limitaciones del régimen de subordinación colonial sólo se podrán cristalizar al adquirir poderes plenos sobre nuestra vida como pueblo. A corto y mediano plazo se trata de impulsar medidas que propicien una mejoría en las condiciones de existencia de las grandes mayorías sociales.
“Puerto Rico se encuentra ante una importante encrucijada en la búsqueda del desarrollo e implementación de una estrategia de crecimiento económico. La evolución de la economía global y los acontecimientos dentro de su propia región dictan que las políticas que siguió en el pasado no funcionarán en el futuro. Puerto Rico no puede seguir dependiendo de las ventajas impositivas como atractivo principal para las firmas multinacionales. En su lugar, Puerto Rico tiene que diversificar y fortalecer su economía desarrollando empresas privadas dinámicas que creen empleos.” (Informe Brookings y el Centro Para la Nueva Economía, Collins, Bosworth, Soto-Class, 2006).
Esas políticas de exención contributiva se dan en el marco de una economía colonial integrada a la economía norteamericana. Las mismas han tenido el efecto, o “daño colateral”, de que los recaudos fiscales no sean suficientes para sostener el funcionamiento del gobierno y cubrir los costos de los servicios necesarios que éste debe brindar a la ciudadanía. Lo ineficaz de las políticas de exención contributiva se manifiesta en la insuficiencia de la actividad económica y en la incapacidad de esa industria de generar suficientes empleos. Esto nos lleva a la urgencia de reformular las prioridades públicas y la estructuración de los gastos. Rehacer el desglose de la distribución presupuestaria poniendo mayor énfasis en los programas sociales.
A pesar de la situación difícil de crisis que atraviesa la economía de Puerto Rico, en los últimos 10 a 13 años la contracción económica ha sido de un 20%, aun así, esa crisis ha significado grandes ganancias para las empresas extranjeras ubicadas aquí. Para el año 2019, el monto de capital (ganancias, dividendos e intereses), que fue enviado al exterior por estas empresas alcanzó unos $36,362 millones. Por otro lado, y debido al sistema de exenciones contributivas, esas ganancias salen sin ningún beneficio para el país. Mientras tanto, aumenta el desempleo y disminuye la tasa de participación laboral. Esto trae consigo un aumento desmedido de la pobreza, lanzando a más del 50% de la población a vivir por debajo del nivel de pobreza.
Así, nos encontramos ante la necesidad de considerar con carácter de urgencia que es hora ya de que se adopten medidas tendientes a una verdadera reforma fiscal que no sea de medicinas amargas, ni de políticas de austeridad contra las mayorías sociales. Plantear una reforma fiscal que tome en cuenta la ampliación de la base tributaria estableciendo impuestos a las empresas extranjeras, (un 10%), y bajando los mismos a las empresas locales, (que hoy pagan un 30% o más y no gozan de beneficios en cuanto a subsidios en infraestructura o utilidades AEE, AAA), a la vez que se deben bajar las contribuciones a los individuos, incluyendo el IVU. El sistema tributario debe ser justo, eficiente y capaz de generar suficientes ingresos al fisco.
Un problema que enfrentamos con las 936 fue que los depósitos en “capital líquido” que se efectuaba en la banca “local”, en vez de usarse para estimular la economía, para crear y desarrollar su base productiva, como se suponía que fuera, se utilizó para préstamos en el crecimiento del sector económico comercial automotriz y en el sector de préstamos hipotecarios. Así se contribuyó a la creación de la burbuja inmobiliaria que nos lanzó al desplome al desinflarse la misma. Y con ello sumó la recesión que veníamos arrastrando desde 2006 a la crisis económica mundial que estalló en 2008.
Mientras tanto, el gobierno seguía impulsando la emisión de bonos y deuda agigantando la deuda pública. Al día de hoy la deuda pública del país sobrepasa los 70 mil millones de dólares y la economía se ha tornado completamente dependiente de los fondos y asignaciones federales. Y el mayor problema no es de cuánto es el monto de la deuda, sino cómo la creciente emisión de bonos y deuda no ha estado, ni estuvo vinculada, ni ha significado la inversión de capital con miras a establecer e incrementar la capacidad productiva en el país. Es hora de dejar de bailar al son de la música que amenizan desde Washington o Wall Street.
Lejos de auspiciar o proponer retomar las propuestas económicas para la atracción de capital extranjero que posibiliten el relanzamiento y restablecimiento del país como paraíso fiscal y de mantengo corporativo, (como sucedió con las 936), venimos obligados a considerar otras posibles opciones que sean viables a corto y mediano plazo. El abandono y desprecio a la agricultura junto al desparramamiento y desorden urbano se han asumido como medidas de modernización. La forma y manera como en el pasado se trajo inversión económica fracasó, nos trajo a la bancarrota, tanto económica como social que hoy vivimos.
El establecimiento de enclaves de inversión directa externa no ha conducido al desarrollo sostenido y/o sostenible. Siempre los resultados son los mismos: déficit en la generación de empleos, envío de excedentes hacia el exterior, daño y destrucción ambiental. Las empresas que se piensan traer, farmacéuticas, son de alto componente tecnológico y no traen consigo, o generan, empleos en grandes cantidades como se necesita.
Esto trae apareado el aumento de la población que no trabaja y que se ve forzada a enfrentar más dificultades para la reproducción de sus condiciones de vida, y se hace más grave aún, tomando en cuenta la crisis y quiebra fiscal del gobierno. Además, desde hace varias décadas Puerto Rico solo resulta atractivo a empresas que al basarse en el uso de alta tecnología crean pocos empleos. Y no vengan con el cuento de camino de que el problema es que los trabajadores tienen muchos beneficios y derechos que ponen en peligro la estabilidad, la salud y la normalidad económica.
Las crisis económicas aquí son producto del capitalismo. A esto hay que sumarle el estancamiento y fracaso del proyecto económico del ELA, y las diversas opciones y remiendos que han realizado para poner a flote el capitalismo colonial. Si alguien duda ese fracaso, nada más observe la quiebra y la deuda billonaria impagable que tiene el gobierno de Puerto Rico. Por otro lado, una propuesta económica cuyo éxito significa el que cientos de miles de personas tengan que emigrar del país, no es “saludable” para el conjunto de la sociedad, y tampoco se puede aceptar.
Bajo el dominio del mercado y el capital financiero se obliga al gobierno a eliminar derechos adquiridos. Así también, se privatizan servicios esenciales. Sin las condiciones económicas y sociales necesarias para una vida en dignidad, no se puede hablar de vida, sobre todo cuando lo que hay es precariedad. Surgen grandes desafíos a la seguridad social. Al alto nivel de desempleo, a la baja tasa de participación laboral, al empleo precario y parcial, junto al debilitamiento de los sistemas de retiro y pensiones, hay que sumarle los deficientes servicios que ofrece el gobierno, sobre todo en salud. Aquí queda en evidencia el deterioro de las condiciones de vida en la sociedad que se traduce en un pésimo nivel de desarrollo y seguridad social.
¿Cómo, desde nuestras perspectivas y posicionamientos estratégicos, podemos traer propuestas realistas y viables para asumir la recuperación económica? Esto representa un gran reto a la vez implica un cierto riesgo, pues atreverse a proponer alternativas a corto y mediano plazo, trae acompañado la posibilidad de equivocarse, de errar. Lo cual es un aprendizaje, pero a la misma vez, no deja de ser una preocupación, pues, está siempre presente la posibilidad de que se pueda caer en el reformismo y en la inmediatez, olvidando los objetivos finales que nos sirven de guía.
A pesar de ello, si queremos tener la posibilidad de transformar el país, si queremos que se nos tome en cuenta, venimos obligados a asumir nuestra responsabilidad y tirar al ruedo nuestras propuestas. De lo que se trata, a modo de ejemplo, es de proyectar a nivel de toda la sociedad las experiencias políticas en los procesos de negociación colectiva. Sacarlas de los talleres, ampliar sus contenidos y así proyectarlas a toda la sociedad. Propulsar toda una gran lucha social que se apoye en las resistencias surgidas de la diversidad de las opresiones. Entonces tenemos que reconocer que sí, que en esta propuesta está implícita la lucha de clases.
Existen elementos favorables a un desarrollo de la economía, aun bajo las condiciones de dominación colonial actuales. Aquí se cuenta con una infraestructura relativamente buena, a pesar del deterioro en que se encuentra. Así también, el nivel de conocimiento tecnológico adecuado. A través de los centros educativos se puede agilizar la preparación y capacitación de los recursos humanos necesarios para el comercio o la producción fabril.
A su vez, nuestra ubicación geográfica en las rutas comerciales nos posiciona de manera privilegiada para la promoción del comercio, tanto regional como internacional. Se cuenta con tierras cultivables que pueden explotarse productivamente. El mercado interno posee un buen potencial. Así también, el cooperativismo ha sido fructífero en varias áreas económicas y sociales. Como fuerza económica este no ha tenido una presencia mayor en la economía del país. Tiene mucho que ofrecer para contribuir y desarrollar su potencial en inversiones para la producción de bienes, servicios, así también para crear empleos. Hay que propulsar el desarrollo del cooperativismo en la solución de problemas de vivienda, salud, transportación, así como en la agricultura y la manufactura. O sea, hay por dónde propiciar propuestas y proyectos de desarrollo económico.
Entonces, ya que van a regresar las farmacéuticas, se debe procurar que la fuerza de trabajo que en ellas se emplee este bien remunerada y se les brinde una excelente política de beneficios y condiciones de trabajo. Un elemento a tener en cuenta es el alto nivel de contaminación que la operación de estas industrias provoca en los acuíferos. En esto, hay que establecer mayores y eficientes controles ambientales, a la vez que hay que exigir responsabilidades económicas y de políticas protectoras del ambiente a esta industria. Debemos procurar también, que paguen patentes municipales, así como impuestos al fisco.
Hay que dotar al gobierno de una buena y sólida base fiscal para mejorar y blindar los servicios sociales esenciales y necesarios, así como otros servicios que debe ofrecer a la ciudadanía. De igual manera, y esto es fundamental, ir creando un fondo económico que sirva de base y estímulo a un programa de desarrollo productivo que permita el florecimiento de la economía local. Que la misma debe ser diversificada y no descansar en una sola vía de crecimiento. En este empeño habremos de chocar contra la Junta de Supervisión Fiscal. Es un choque que se ha estado esperando y que vale la pena. Hay que jugárselas a todas por salir adelante y de una buena vez sacar a la Junta.
Un tema de mucha pertinencia últimamente, y que va muy a tono con propuestas de desarrollo económico, es el de la seguridad alimentaria. Un desarrollo agrícola ecológico es de fundamental importancia. Existen varias vías en cuanto a seguridad alimentaria. Cultivar y establecer toda una red comercial que permita mercadear los productos. Contar con una industria de procesamiento de alimentos que pueda suplir a la agricultura aquí y para la exportación. Además de variados mercados de importación de insumos, hay que establecer vínculos con diversos mercados de exportación para mercadear excedentes. Exportar servicios técnicos, sobre todo hacia el Caribe, tomando en cuenta la experimentación y desarrollo alcanzado.
Lo importante es ir saliendo de la bancarrota económica, a la vez que se establece la base para que las masas trabajadoras y desposeídas pueda mejorar las condiciones materiales de su existencia. Procurar, mediante la activación continua de los movimientos sociales un gobierno que refleje efectividad en las respuestas que ofrece el sector público a los reclamos de los ciudadanos y en las salvaguardas para proteger el interés general en sus relaciones y contratos con el sector privado.
Hace algún tiempo se viene hablando del desarrollo sostenible y/o sustentable. Este significa un desarrollo que cumple con las necesidades del presente sin comprometer la habilidad de futuras generaciones para cumplir con las suyas. Lo que se propone es enfrentar los retos socioeconómicos y ambientales de manera coherente, sin menoscabar el patrimonio natural de las próximas generaciones.
Es una mirada del desarrollo económico teniendo presente la protección del ambiente, la solidaridad y la empatía con las futuras generaciones. De esta manera, la inversión directa de capital extranjero se concibe como complementaria de la inversión local. Su importancia radica en su uso estratégico para importar conocimiento y tecnología, a la vez a través de ella vincularse a las diversas redes de los mercados internacionales.
En ese proceso de recuperación económica estaremos junto a las masas trabajadoras aportando nuestro “grano de arena” y procurando que los capitalistas dueños del país no se apropien toda la riqueza generada, obligarlos a que tengan que compartirla con el conjunto de la sociedad. El desenvolvimiento de las sociedades no se da siguiendo leyes rígidas, sino por el actuar de instituciones que están integradas por personas.
Solo venciendo ese temor lo necesario se logra transformar en posible. Esto mientras “el hacha va y viene” y podamos tener la capacidad política de un movimiento social de masas que pueda barrer a los ricos y poderosos del poder y comenzar el establecimiento de una sociedad de justicia económica, social y política dirigida por y en beneficio de las grandes mayorías oprimidas y explotadas.
Existen razones de sobra para impulsar la propuesta comunista. Propuesta y proyecto que propicie la superación de la sociedad capitalista en todos los ámbitos: económico, político, social, cultural, etcétera. Si no queremos que el comunismo quede convertido en una buena poesía lanzada al híper espacio, debemos procurar que la propuesta comunista, a corto y mediano plazo, denuncie las condiciones sociales, económicas y políticas a que estamos sometidos la multitud desposeída y trabajadora por las crisis del capitalismo. Al mismo tiempo hay que proponer reivindicaciones en beneficio de las grandes mayorías sociales. Si es que queremos lograr establecer y mantener vínculos con esas masas desposeídas y trabajadoras que son quienes producen las riquezas sociales y por lo tanto deben estar a cargo de los procesos de transformación que significa liquidar el capitalismo.
Una sociedad que elimine las opresiones, que a su vez termine con la explotación de los seres humanos. Que fomente y respete la más amplia diversidad identitaria y de pensamiento, a la vez que protege y estimula la multiplicidad cultural. De igual manera promueve y es salvaguarda de la igualdad real de derechos ciudadanos. Una sociedad tal no lo puede ser en sentido real si no termina con el colonialismo y cualquier forma de opresión nacional. Una sociedad así, que lo demuestre a través del tiempo, con el devenir de los años, con sus prácticas y mediante el ejemplo. Solo una sociedad tal merece el nombre de sociedad socialista, que abre el camino al comunismo.