| Publicado el 6 agosto 2009
Históricamente, en Puerto Rico, se han desarrollado dos principales corrientes contra el colonialismo; la nacionalista y la socialista. Son reflejo de la pequeña burguesía por un lado y por otro de la clase trabajadora. En ese desarrollo de la lucha ha habido coincidencias contra el mismo enemigo colonial, pero también ha habido choques de intereses que por su naturaleza son inevitables. Y es que sencillamente cada clase defiende lo suyo.
Esto, a mi juicio, es necesario conocerlo para, junto a otros importantes elementos, poder entender y tomar posiciones en el desarrollo actual de situaciones concretas que enfrenta la lucha por el socialismo. Y es que más allá de las concepciones teóricas, el desempeño de nuestro accionar revolucionario nos conduce a la toma de decisiones que nos ubican en una u otra de las corrientes antes señaladas. Los últimos acontecimientos en torno a la Federación de Maestros de Puerto Rico (FMPR) no son la excepción.
Desde la huelga de 1974 la FMPR fue dada a conocer públicamente como una organización de maestros y maestras militantes. Rompió el esquema tradicional del “maestro pieza del sistema colonial” para retarlo. A partir de entonces, comenzó a arrancarle al gobierno-patrono un cúmulo de conquistas no empece a su limitación como unión bonafide. Las leyes impuestas por el gobierno de ricos nunca han dictado pautas al accionar magisterial. Por el contrario, el desafío mediante cientos de paros, huelgas locales, regionales y nacionales han sido la norma de los federados. Esa historia no sería posible sin el impulso de los socialistas que desde el origen de la Federación han estado atizando el fuego de ese reto incansablemente. A mucha honra el Movimiento Socialista de Trabajadores (MST), así como en sus inicios como Movimiento Socialista Popular, ha sido parte activa del mismo sin dejar de mencionar lo que fue el frente de Maestros por el Socialismo. Producto de ese trabajo se logró adelantar en calidad y cantidad el nivel de conciencia del magisterio; esto de forma clara y abierta, lo que le ha ganado el reconocimiento dentro y fuera de la Federación.
No obstante, el liderato de la Federación de Maestros ha sido variado y ha contado con diversas visiones de lucha, pero también de estancamiento, que sólo ha sido posible superar gracias a la estructura democrática, la cultura de debate que ostenta y el compromiso de los socialistas. Ese dinamismo constante en la evolución de este sindicato le ha merecido el odio y el respeto de gobiernos populares y penepés.
Con la consigna “El gobierno es un patrono; organízate y lucha” desarrollamos campañas por la sindicalización de los empleados públicos y por tanto del magisterio. Una vez aprobada la Ley 45 que autorizó al representación sindical exclusiva en el Departamento de Educación (DE), la Federación le ganó al Sindicato Puertorriqueño de Maestros (uno patronal identificado con el PPD). Desde la discusión previa la aprobación de dicha ley ha quedado claro nuestra denuncia del corte patronal y represivo de este estatuto y la intención de retarla. Y así ha sido. Con este discurso nuestros militantes federados fueron a las elecciones internas junto a otros maestros y maestras de CODEMI ganando la mayoría del Comité Ejecutivo. Con un programa de renovación, en poco tiempo la nueva dirección tuvo que enfrentar los efectos de malos manejos de pasadas administraciones en el Plan Médico que provocó acciones legales contra el sindicato. De igual forma logró exitosamente desafiliarse del colonialismo sindical de la American Federation of Teachers. Hoy enfrentan aún el ataque del gobierno en demandas y dictámenes de la Comisión para el Servicio Público y de la Asociación de Maestros en acciones que persiguen estrangular económicamente a la Federación.
Tras largos meses de negociación con el gobierno del PPD se produjo el tranque que condujo a la huelga de febrero de 2008. El patrono respondió con la descertificación no sin antes conceder importantes logros a los federados para terminar el conflicto. Siempre en el trayecto ha estado claro el norte de que la FMPR es un instrumento de lucha. Pero esta visión no es compartida por otros componentes de la izquierda y dentro de la misma Federación, que ven al sindicato como una estructura de servicio y hasta fuente de empleo. De ahí su silencio ensordecedor ante lo sucedido con el Plan Médico. Para estos y otros su visión política ubica a la Federación como un apéndice de un gran frente amplio contra el colonialismo dentro de la lucha por la liberación nacional. Ambas visiones entraron en conflicto en las pasadas elecciones internas.
No bien terminó la huelga, lograda la descertificación, el gobierno pretendió dar el golpe de gracia poniéndole las condiciones a favor a SPM para ganar la representación exclusiva. Pero perdieron. Esto logró reactivar las fuerzas exitosamente. Más recientemente se produjo el paro del 1ro de Mayo que movilizó a miles de maestros y maestras que una vez más retaron el gobierno.
Mientras, el socialismo retante y clasista ha logrado importantes avances en el magisterio que se ha proyectado a otras luchas; en sectores antes aliados pero hoy más conservadores, esto ha causado no menos que pánico. Un pánico que es reflejo de la pérdida de confianza en la clase trabajadora. Estos sectores, en su apreciación inmediatista, pierden de perspectiva el avance en el nivel de conciencia de miles de federados que hoy ven al socialismo como opción real y extensión de su práctica en el sindicato. Ven en la cantidad numérica absoluta el parámetro correcto para medir el avance de la lucha. Para nosotros no es suficiente si éste no está fortalecido por el avance en el nivel de conciencia política. Ven el convenio colectivo como un logro de por sí. Pero si el mismo no es retado para superar las cláusulas que constriñen la lucha, se convierte en un obstáculo a ser superado.
Acostumbrados a la discusión de las ideas, el debate no nos es ajeno. Lo que sí nos extraña es la poca profundidad del mismo que reduce el ataque de nuestros adversarios al mismo discurso patronal contra el trabajo de los socialistas en la Federación, y a la mentira. Hablan de exclusión, protagonismos, disminución de la matrícula federada y la ausencia de Convenio Colectivo en el abstracto. Conscientes de nuestro papel de agitadores y promotores del socialismo, el objetivo ha sido el mismo: elevar el nivel de conciencia de la matrícula. Nunca lo hemos escondido aunque nos cueste unas elecciones. Mucho menos cuando la mayor parte de nuestro trabajo lo hemos desarrollado desde posiciones minoritarias. Así lo consideramos correcto y así hemos avanzado. Pero esto no significa que cedamos espacios legítimamente ganados. Los ataques escritos y verbales los vemos dentro de la óptica de la lucha de clases. Los respondemos para contribuir en el avance de la lucha obrera por el socialismo. El confiar el destino de la clase obrera a burocracias sindicales y a proyectos nacionales de carácter burgués solo revierten el camino al socialismo. Confiamos en que la reflexión lleve nuevamente a quienes han perdido la confianza en la clase trabajadora al camino de la labor ardua y paciente de elevar su nivel de conciencia y lucha. Sólo así nos acercaremos más al socialismo.