El Incinerador y la resistencia que se avecina

| Publicado el 25 enero 2015

Carlos Rivera Turner

Bandera Roja

“Toda lucha cuesta, el que crea que las luchas se dan sin sacrificio y que no hay costo, se equivoca.” Miguel Báez Soto

Al momento los proponentes del incinerador cuentan con el permiso de la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) y de la Junta de Calidad Ambiental (JCA) para una fuente de emisión de contaminantes. Por otro lado, el DRNA denegó que fueran extraídos millones de galones de agua del Caño Tiburones, pero los proponentes han impugnado la determinación administrativa y habrá una vista en el 2015. Luego de la última vista pública llevada a cabo a principios de diciembre, portavoces de Energy Answers (EA) alegaron estar felices con la celebración de múltiples vistas porque la ciudadanía “ha presentado sus comentarios y preocupaciones”. Expresaron que la ciudadanía no tiene por qué preocuparse ya que todas sus inquietudes relacionadas a la propuesta planta incineradora serán atendidas.

El pueblo ha participado en las múltiples vistas de este proyecto y se ha opuesto firmemente al mismo. En el transcurso del proceso, el pueblo ha ido conociendo de primera mano el lenguaje paternalista y demagogo que el estado, de la mano de un interés privado, minimiza su feroz oposición como meros comentarios y preocupaciones. Esa es la práctica y ha sido el lenguaje que ha utilizado la burguesía, expresado a través de los portavoces de las empresas capitalistas y representantes de las agencias gubernamentales.

El rol capitalista de las agencias se vio claro cuando la JCA declaró ha lugar una petición de EA para mantener como secreto de negocio la manera de disponer las cenizas generadas por la quema de basura. El interés privado pudo más que el interés público, a pesar de que se trata de un asunto de seguridad y salud pública. Al momento se desconoce dónde y cómo dispondrán de las cenizas y la JCA es cómplice de ese secreto.

La oposición ha organizado diversas actividades como piquetes, vigilias, marchas, charlas, repartición de boletines, huelgas de hambre en La Fortaleza, entre otras. Activistas agrupados en una coalición contra el incinerador se reúnen continuamente para organizar la oposición. Los procesos legales van llegando a su fin y demás está decir que cuando el pueblo ha decidido triunfar, así lo ha hecho. Así fue en Vieques, las huelgas en la UPR, las luchas contra los dos gasoductos y múltiples luchas laborales, comunitarias y ambientales por todo el país. Esta lucha no será la excepción. Cuando ya no existan más remedios legales a los cuales oponerse, llegará el momento de luchar en la calle. Es necesario ir construyendo una resistencia fuerte para que se tenga la suficiente capacidad para detener el proyecto. Esa resistencia será efectiva en la medida en que logremos masificarla y que respetemos todos los métodos de lucha.

 

¡LA LUCHA AMBIENTAL ES LUCHA DE CLASES!