Díaz Olivo y Daniel Nina hacen causa común contra la protesta

Fotutos patronales, desde polos opuestos critican las luchas y movilizaciones contra LUMA

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| Bandera Roja

| Publicado el 25 agosto 2022

Ante la situación de desastre a que ha llegado el servicio de distribución de energía eléctrica, tras su privatización, se comienza a ver la posibilidad de protestas y movilizaciones masivas para exigir la cancelación del contrato de LUMA Energy. A esto apunta el descontento generalizado con la forma y manera en que LUMA se ha desempeñado poniendo al país al borde del desastre debido al mal servicio que brindan. Mal servicio que contrasta con las contantes alzas en el costo de la energía eléctrica y los demasiados apagones esto junto a los exorbitantes salarios que reciben los directivos y administradores de LUMA.

No existe manera de sobrevivir a pésimo e irresponsable servicio. Ni a nivel individual en los hogares y mucho menos a nivel productivo de la industria y el comercio. La salud, la educación, el turismo y el funcionamiento general del gobierno y la sociedad se han trastocado por la negligencia, la dejadez y la indiferencia de LUMA ante el grave problema de los apagones y la inconsistencia del servicio eléctrico. Y todo esto es hechura de la privatización y la incapacidad de LUMA para hacerse cargo de un servicio esencial en la vida del país. El encabronamiento de la gente ante ese desastre llamado privatización-LUMA, no se ha hecho esperar.

Surgen diversas protestas; Piquetes, marchas, cacerolazos, tomas de oficinas de LUMA, etcétera. Unos con más gente participando, otros con menos gente movilizada. Pero el descontento está ahí y la rabia latente que amenaza con desbordar las calles, provocar paralizaciones de tránsito, de la actividad productiva, comercial y económica. Es en estas condiciones que sale Carlos Díaz Olivo a hablarnos de las buenaventuras de la democracia que nos permite elegir gobiernos a la vez que podemos protestar en su contra por las medidas y políticas que el mismo adopta. Y todo ello gracias a que vivimos en democracia.

Pero, y aquí viene el siempre dichoso, pero, tienen que tener cuidado con las protestas. Cómo se llevan a cabo esas protestas y qué se reclama en las mismas. Nos dice que pueden desestabilizar al gobierno fomentando la ingobernabilidad que a su vez desestabiliza la actividad económica, la paz social necesaria para atraer inversión y la sana convivencia social que garantiza la democracia. O sea, gente no olviden que viven en una democracia, esta tiene límites a los cuales no se debe desafiar. Así, Carlos Díaz Olivo nos hace recordar que para las masas trabajadoras y empobrecidas la democracia tiene unos límites específicos. Y esos límites comienzan justamente en el punto donde la protesta, la rabia, la movilización callejera y las explosiones sociales ponen en riesgo el control de los ricos sobre el gobierno, el Estado y su democracia. Nos hace recordar también que bajo el capitalismo el gobierno administra los negocios comunes a las clases capitalistas.

Entonces se está hablando de una democracia para los ricos dueños del poder y de otra democracia para las masas trabajadoras y empobrecidas que constituyen la inmensa mayoría de la sociedad. Sí, no se llamen a engaño, Carlos Díaz Olivo aparentemente sin darse cuenta nos está hablando del carácter clasista que asume la democracia bajo el capitalismo. Se trata de una democracia plena para los ricos dueños del poder y de otra democracia chueca para las mayorías sociales. Estas formas de democracia conviven en constante movimiento, choques, fricción, y explosiones donde cada clase o sector social defiende lo suyo, y donde en determinadas circunstancias se establecen normas o acuerdos de convivencia política y social. Así, el bien general social público o privado, es un eufemismo que entraña la democracia para ocultar el control hegemónico que sobre la sociedad ejercen los ricos nativos y/o extranjeros.

Por otro lado, en un polo distante a Carlos Díaz Olivo, se encuentra Daniel Nina, pero sin querer queriendo hace causa común con Díaz Olivo, (no debe extrañar esa coincidencia, ambos son juristas). Nina nos llama la atención en son de advertencia y regaño, nos alerta contra el protagonismo de ciertos personajes públicos a nivel de la farándula. (¡Bendito alguien le robó el show!). En su “conspiracy theory” Nina alerta que esas personas famosas responden al PNP y su propósito es garantizar la continuidad de ese partido en el gobierno. Para semejante alegato-patraña Nina no aporta ni un ápice de evidencia, (o un Cintillo de prueba, como dicen los abogados). Para Nina es algo así como que como yo lo digo, por eso es cierto y me tienen que creer. Pero como decía Fernando Picó: “eso no funciona así, viejo”. No es suficiente con lanzar acusaciones sin fundamento y mucho menos enarbolar alguna teoría de conspiración.

Según nuestro genio patriótico esas personas famosas “nos dejaron en el lio del verano de 2019”. Esto porque “no están comprometidos por el bienestar del país, la soberanía e independencia nacional”. También estos artistas contribuyeron a que el PNP ganara las elecciones de 2020. De nuevo, al hacer estas afirmaciones Nina no aporta ninguna evidencia más allá de su bla, bla, bla que como abogado ha sabido cultivar muy bien. Entonces el verano de 2019 para Nina fue un complot del PNP para perpetuarse en el gobierno. Y para ello los artistas, deportistas y los cientos de miles que allí nos activamos, movilizamos, pusimos presión y sacamos al gobernador, fuimos a la protesta como reces o “tontos útiles” como diría el líder político de Nina.

Pero a Nina parece que se le funde y confunde su genio patriótico. No se da cuenta de que las protestas, movilizaciones y explosiones sociales como las del verano de 2019 se inscriben en la lógica de las luchas sociales. Trascienden a los partidos, organizaciones políticas y sindicales. También trascienden la lógica del estatus, la identidad nacional, la soberanía y la independencia. Y por eso mismo el Verano Combativo, o verano de 2019, fue exitoso.

La soberanía y la independencia deben ser la brújula que guíe la protesta y la movilización social en Puerto Rico. Eso nos alerta y aconseja Nina. No nos dice para qué y para quién ha de ser esa soberanía e independencia. ¿Qué independencia? ¿Burguesa capitalista, soberana pelele y neocolonial?  No gracias, señor Nina. Esa independencia no me interesa. Ya el capitalismo le brindó a las mayorías sociales los beneficios que el mismo trae consigo. Y eso sucedió en Puerto Rico bajo total dominio colonial de los yanquis.

Nuestra burguesía criolla históricamente ha sido una numéricamente escasa y económicamente débil. Bajo la dominación del decadente y en retirada del escenario mundial imperio español esa burguesía criolla fue incapaz de arrancarle la soberanía y la independencia a España. Tuvo que conformarse con el premio de consolación que fue la autonomía, que dicho sea de paso era más simbólica que real. Esa autonomía significo la anexión de Puerto Rico a España. Mucha libertad y soberanía de palabra, pero se tenía que atener a que se era parte de España.

Esa burguesía criolla se encuentra de momento frente a las potentes y avasalladoras fuerzas económicas, políticas y militares del emergente y poderoso imperio yanqui. Si frente al decrepito y decadente imperio español no pudieron lograr la soberanía y la independencia teniendo que conformarse con una simulación de autonomía, frente al imperio yanqui ni siquiera pudieron lograr el simulacro de autonomía de embuste obtenida bajo España.

Entonces señor Nina, pretender vincular-amarrar las protestas y luchas sociales al reconocimiento de la soberanía y la independencia significa abocar las luchas sociales a su fracaso. Si algo ha quedado demostrado de manera clara es que la presencia yanqui en Puerto Rico desde la invasión misma es la imposibilidad de la independencia burguesa capitalista para este archipiélago. Según va avanzando el siglo XX se va acentuando la imposibilidad de la independencia burguesa capitalista debido entre otras cosas a la integración de la economía de Puerto Rico a la de Estados Unidos y a la cada vez más decreciente en términos numéricos y económicos de la burguesía nacional. Además, los yanquis implementan en Puerto Rico las propuestas y reivindicaciones que una república democrático-burguesa hubiera traído consigo. Y todo eso se implementó bajo total dominio colonial. Se le hizo tarde a la llamada burguesía nacional para implementar su patria soñada. Le paso algo parecido a lo que cantaba Joaquín Sabina: “Parecía como si me quisiera jugar el destino una broma macabra”.

Tenemos entonces, señores Díaz Olivo y Nina, que la protesta social no debe ni puede limitarse por el “bien y la estabilidad económica y social” de la convivencia democrática, por un lado. Y, por otro lado, tampoco puede condenar al fracaso la protesta social amarrándola a la soberanía y a la independencia. Resulta ser todo lo contrario. La democracia ha de fortalecerse con la protesta social al buscar ampliar la democracia para beneficio de las grandes mayorías sociales y no para unos cuantos ricos dueños del poder. Así también, si se quiere enarbolar la bandera de la soberanía y la independencia, entonces hay que imprimirle contenido social a las mismas. Si la independencia quiere volver a tener razón de ser en Puerto Rico la misma tiene que ser para las grandes mayorías sociales trabajadoras y empobrecidas. Ha de ser una independencia socialista, ecologista, trans-feminista y democrática, donde esas mayorías ejercerán el poder mediante la autogestión a través de consejos populares a lo largo y lo ancho de la sociedad.

Entonces, lejos de cuestionar o condenar la protesta, la rabia, la movilización y las explosiones sociales, lo que hay que hacer es estimularlas, no importa quien convoque. Insertarse en esos procesos para imprimirle un contenido democrático y revolucionario con miras a la transformación radical de la sociedad patriarcal, capitalista y colonial en que nos ha tocado vivir.

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