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BREL1| Publicado el 2 diciembre 2016
El dolor y la consternación ante el fallecimiento del principal líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz ha trascendido fronteras. El mundo ha sido testigo de masivas concentraciones de duelo. De algo no queda duda; el simbolismo que entraña su figura ha sido motor de esas impresionantes demostraciones que manifiestan un luto sin precedentes en la hermana antilla y muy probablemente en el mundo.
Las razones sobran.
Una vida dedicada a la lucha contra el imperialismo norteamericano que ha enfrentado el más virulento odio de los capitalistas del norte y otros confines. Su decidida defensa de la independencia de Cuba frente a las múltiples agresiones, sabotajes e intentos para doblegarlo se toparon con su indiscutible determinación.
En materia del acceso a los servicios de salud, educación y otros derechos esenciales para un nivel de vida digno, la Revolución del 59, bajo su dirección, ha logrado importantes avances que sobrepasan por mucho las paupérrimas condiciones que sufre buena parte de la humanidad, incluso en Estados Unidos.
Por otro lado, la firme solidaridad internacional le costó las más diversas represalias imperialistas, pero también la admiración y agradecimiento de quienes la recibieron. Más allá de las criticas y diferencias que podamos mantener con Fidel y la experiencia cubana, reconocemos que merece un lugar como el más decidido e incondicional aliado de la lucha por la independencia y el socialismo para Puerto Rico. En los años más álgidos de la lucha, la Cuba revolucionaria apoyó la lucha de independencia por más de un medio; desde la defensa del caso de Puerto Rico en los foros internacionales, hasta la ayuda material para fortalecer las organizaciones revolucionarias.
El capitalismo, que hoy viste su ropaje más cruel bajo su modelo neoliberal, no le perdona a Fidel y a la revolución cubana las expropiaciones sin indemnización, ni el arrebato del mercado, que no dejan de codiciar.
Es por eso que pensamos que el clima de tristeza y de expectación que provoca su muerte, nos debe mover a la reflexión. Las fuerzas revolucionarias del continente nuestroamericano, debemos continuar la lucha por la defensa y el fortalecimiento de los mejores aportes de la Revolución Cubana y ejercer la solidaridad incondicional con su pueblo. Pero como en todo proceso de transformación social hay avances y retrocesos; también se impone la necesidad de un balance crítico. No para descartar ligeramente el profundo significado de Cuba para el imaginario de la izquierda latinoamericana, si no para redirigir la brújula en búsqueda de nuevas coordenadas para el permanente objetivo de la definitiva emancipación social.
Que el imperialismo yanqui no crea que con su muerte tendrá vía franca para intervenir en Cuba. Queda el legado de un pueblo valiente, dispuesto a defender sus logros y conquistar otros. Se imponen tiempos de profundización, consolidación y defensa de los medios de producción estatizados, de los derechos alcanzados, de la calidad de vida y avances culturales. De igual forma se impone la necesidad de luchar por una ampliación de los derechos humanos, la democracia popular, la economía participativa y contra todo tipo de opresión y discriminen. Junto a Cuba los pueblos latinoamericanos reclamamos el inquebrantable derecho a aspirar a ser felices. Ante la muerte de Fidel: toda nuestra solidaridad con el hermano pueblo cubano y su lucha por el socialismo. ¡A su lado estamos!