| Publicado el 25 octubre 2019
Después de casi diez días ininterrumpidos de insurrección popular, diversos sectores de la clase trabajadora y el pueblo pobre se han unido a la movilización decretando paros y haciendo un llamado a la huelga general. La sublevación, que comenzó como una serie de protestas contra el alza en el costo del transporte colectivo, se convirtió rápidamente en una abierta rebelión en respuesta a la represión que el gobierno de Sebastián Piñera desató contra la juventud y los sectores en lucha. A pesar de que el gobierno intentó desmovilizar al pueblo con la activación del ejercito y un toque de queda, las movilizaciones y los enfrentamientos callejeros han continuado durante toda la semana. La movilización inicial a dado paso a una rebelión abierta contra el nefasto legado que décadas de neoliberalismo han dejado entre el conjunto del pueblo pobre.
La gente ha tomado las calles para demostrar su repudio al gobierno de Piñera y las políticas neoliberales que continúan golpeando a la clase trabajadora. La protesta ha destapado el mito del éxito económico chileno bajo décadas de neoliberalismo y Concertación. También trajo al centro del tablero político el debate sobre la continuidad bajo la democracia “dirigida” del sistema político y el modelo económico de la dictadura de Augusto Pinochet. Por años se nos vendió la idea de Chile como el milagro neoliberal. Un país latinoamericano con un “crecimiento económico” sostenido, pero como todxs sabemos generalmente en el capitalismo neoliberal el éxito económico de las burguesías y las elites dominantes viene de la mano del empobrecimiento generalizado del pueblo y la clase trabajadora. En Chile la bonanza de la clase dominante local y la imperialista fue posible gracias a la precarización, al saqueo de lo público, a la superexplotación de la fuerza de trabajo y al crecimiento descomunal de la pobreza y la desigualdad.
Las grandes movilizaciones en Santiago pasaron de la protesta contra el alza del metro, a los reclamos anti-neoliberales y democráticos más relevantes para el pueblo pobre y la clase trabajadora chilena. Los grandes temas de las jornadas de lucha de la última semana son el fin de la represión contra la juventud, las pensiones, el salario mínimo digno, el acceso universal a la salud, transporte y educación, el fin del toque de queda y la vuelta del ejercito a sus cuarteles. En los últimos días ha tomado fuerza entre la gente movilizada la exigencia de la renuncia de Piñera. Además, algunos sectores del movimiento reclaman la convocatoria a una asamblea constituyente libre, pero este es un reclamo que no ha ganado la hegemonía entre el movimiento masivo.
Desde el martes temprano las organizaciones de los trabajadores portuarios paralizaron el 90% de los puertos del país. Se movilizaron en Antofagasta y otras ciudades portuarias, llamando a la huelga general y el fin del estado de emergencia. Para el miércoles la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) junto a otras organizaciones sindicales y estudiantiles convocaron aun paro general de 48 horas. Trabajadores mineros también se unieron a los paros. La movilización masiva y el combate callejero son acompañados por acciones de sabotaje contra las estaciones del metro, contra algunas empresas y corporaciones emblemáticas del régimen y por saqueos y expropiaciones populares de los supermercados y las grandes cadenas. Según el propio ministro de economía, 1/3 parte de todos los supermercados del país han sido atacados o saqueados en los últimos días.
El presidente Sebastián Piñera declaró la guerra al movimiento popular diciendo en conferencia de prensa que el gobierno estaba en guerra contra un enemigo muy peligroso. En una verdadera provocación el Gobierno decretó una extensión del toque de queda a varias regiones de Chile. En Santiago y Valparaíso, dos ciudades que han presenciado durísimos combates callejeros el toque de queda comenzaba desde las 8 PM y el jueves fue cambiado a las 10 de la noche. El estado de emergencia y los toques de queda se han extendido al 80% del país. La brutal represión desatada por carabineros y el ejercito ha dejado el saldo de miles de personas detenidas por todo el país. El Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) reporta 2,138 personas detenidas, de los cuales 838 sólo corresponden al área metropolitana de Santiago. La intervención de las fuerzas represivas ha dejado cientos de heridos y 5 muertos según el INDH. Sin embargo, las organizaciones en lucha denunciaron que hay desaparecidos, secuestros de militantes, arrestos arbitrarios e ilegales, agresiones sexuales, torturas, y que la cifra de muertes puede sobrepasar las 40 personas.
La masividad y consistencia de las movilizaciones han desbordado la capacidad del gobierno de encontrarle una salida política satisfactoria al conflicto. Tanto el presidente como sus ministros se han visto obligados a cambiar el discurso de línea dura anti-comunista por un llamado al diálogo y la concesión de ciertas reformas blandas. La fuerza de la protesta inclinó la balanza de la opinión pública y los obligó a pedir perdón por sus declaraciones y a llamar a negociaciones. Pero éstas se han conducido con la oposición institucional de los partidos de la Concertación, que han sido parte responsable de implementar el modelo neoliberal. Además, el viraje llegó tarde, cuando ya la rebelión popular había sobrepasado el punto de inflexión y la protesta puso sus miras en la renuncia del propio presidente y el fin de la continuidad neoliberal de gobiernos derechistas y de la Concertación.
El pueblo chileno sigue en las calles. Durante todo el día del jueves las movilizaciones fueron masivas por todo Chile. En las noches continúan los retos al estado de emergencia y el toque de queda, con barricadas y enfrentamientos con el ejercito y carabineros. Importantes destacamentos de la clase trabajadora y lxs estudiantes se van sumando a las movilizaciones. Todavía está sobre la agenda la posibilidad de que la rebelión, que comenzó con cierto carácter espontaneo, produzca alguna expresión organizativa que consolide y potencie las demandas a nivel nacional. Mientras tanto la lucha de clases sigue su curso y hay protestas convocadas para los próximos días, que podrían imprimirle una contundencia aun mayor a la rebelión.