Las medidas de hostigamiento contra el magisterio, la eliminación de las pensiones vitalicias y un clima de menosprecio a la calidad de la educación forman parte de una estrategia del patrono-gobierno para implantar las escuelas privatizadas. En éstas, el magisterio se encuentra a merced de administradorxs privadxs individuales, mientras que se menoscaba el derecho universal a una educación de calidad.
En el último año, el Departamento de Educación ha otorgado una serie de bonos de productividad utilizando fondos federales provenientes de los paquetes de ayuda por la pandemia. Estos bonos han venido condicionados a la aceptación de las medidas hostigantes sobre el trabajo magisterial. A un lado queda el asunto de la calidad educativa, y ésta se sustituye por métricas productivistas: si lxs maestrxs pasan o no asistencia, si ponchan a tiempo o no, si llenan tal o cual formulario de carácter burocrático. En muchos casos la métrica viene disfrazada de responsabilidades o labores inherentes al puesto, pero en su aplicación se impone la arbitrariedad patronal.
Ponchar antes de tiempo, ponchar muy tarde, o ponchar antes de terminada la hora de almuerzo pueden marcarse como incidencias contra lxs maestrxs, quienes probablemente tienen una razón justificada y necesaria dentro de su labor docente que amerita muchas de estas. Atender estudiantes, encargadxs, grupos o hasta reuniones administrativas pueden incidir en la hora de asistencia, pero a la hora de descontar salarios los seres humanos detrás de esas máquinas son implacables. Las incidencias por las cuales pueden negarle el pago del bono de productividad a lxs maestrxs llegan al nivel del ridículo cuando se le asigna una incidencia por no pasar lista de estudiantxs en días en que se encontraba ausente.
La política de hostigamiento busca mantener al magisterio bajo el látigo patronal, pero también tiene como objetivo crear un clima educativo hostil. El magisterio tiene que retomar la organización para la lucha y devolverle el golpe al patrono. La calidad de la educación pública hay que defenderla y el clima laboral incide en esto de forma directa.