Aquí estamos y venceremos si nos organizamos

| Publicado el 8 marzo 2013

Vie, 2013-03-08 15:18

Adriana Mulero Caludio
Bandera Roja

“No podemos volver a que las mujeres estén aquí” sentenció, muy tranquilo, como si fuera cualquier cosa, el senador del Partido Nuevo Progresista (PNP), Carmelo Ríos, en el debate sobre la reforma legislativa impulsada por el Partido Popular Democrático (PPD). Valga destacar que, producto de esa propuesta, ahora los “legisladores ciudadanos” cobran nada más y nada menos que un sueldo de $73,000 por un “empleo” a tiempo parcial en un contexto en que el salario promedio anual de un trabajador o trabajadora a tiempo completo no sobrepasa los $15,000. Ambos asuntos están vinculados ya que manifiestan la necesidad de luchar en contra de una violencia estructurada que nos viene desde arriba y no nos da espacio para desarrollarnos como seres humanos libres.

Cuando Ríos dice “aquí” se refiere al espacio en donde las mujeres tienen la posibilidad de conseguir un trabajo remunerado y desenvolverse políticamente. Su feroz deseo de negarnos ese espacio -a pesar de que hemos librado una lucha tenaz, como grupo social, para que se reconozca nuestro derecho a tener un trabajo remunerado- es parte de la mentalidad machista que impera en la sociedad capitalista, con el agravante de que es promovida por alguien con el poder de legislar políticas que pueden afectar severamente nuestras vidas. Sus palabras fueron una manifestación evidente de machismo ya que pretende confinar a la mujer a existir en un espacio cerrado en donde no puede desarrollarse más allá de lo que le permiten las cuatro paredes de una casa.

Como si fuera poco, también dijo, sin dudarlo ni un segundo, que las mujeres “tienen una responsabilidad mayor al hombre.” Esa ideología ejerce un poder increíble sobre la vida de las mujeres. Por culpa de mentalidades como esa, una mujer muere en nuestro país cada quince días. El hombre carcomido por el machismo piensa que la mujer es suya, que le pertenece y que, por tanto, puede disponer de su vida. Esa es la ideología que se enseña en nuestras escuelas: la subordinación de la mujer frente al hombre. La educación sexista, que invisibiliza a las mujeres, ha contado con el beneficioso aval tanto del PPD como del PNP. Ambos partidos han fallado a la hora de garantizarnos el derecho a la vida.

No se puede pasar por alto que ninguna ley tiene la capacidad de prevenir un acto de violencia. Podemos celebrar cambios legales a favor de los grupos oprimidos pero eso está muy lejos de ser suficiente. El abuso en contra de las mujeres y de la clase trabajadora es parte del ordenamiento de este sistema. Como tal, se requiere una lucha organizada que nazca desde abajo, en cada centro de trabajo y en cada comunidad, para empezar a construir una sociedad donde nadie tenga privilegios sobre nadie, donde exista armonía entre las necesidades y los recursos, donde no haya espacio para la explotación y la opresión.

Podemos, como sucedió, criticar todo lo que queramos a Carmelo Ríos, ¿y de qué nos vale si no va acompañado de una lucha militante en la calle que haga valer nuestros derechos? El machismo rampante y su reproducción cotidiana a través de todas nuestras instituciones fortalece la urgencia de que las mujeres trabajadoras nos organicemos. Hoy por hoy, son más las mujeres que están estudiando, pero seguimos ocupando los puestos de menor remuneración y todavía es la hora que no recibimos igual paga que los hombres por el mismo trabajo. Las mujeres seguimos siendo las más pobres entre los pobres. Esa realidad puede y tiene que cambiar.

No olvidemos que las promesas son promesas. La claque de políticos que tenemos por gobernantes nunca las cumplen. Es hora de que nosotras hablemos con nuestras acciones. ¡El llamado es a organizarse para luchar y vencer! Se nos juega la vida y siempre vale la pena el esfuerzo por defenderla.

Foto por:IGG/Bandera Roja