Acerca del Frente Puertorriqueñista

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| Publicado el 5 mayo 2023

«Había una vez, no hace mucho tiempo, un país que las fuerzas del Mal llevaban por el camino de la confrontación y de la destrucción, una isla que estaba al borde del abismo. Pero, cuando todo parecía perdido y cundía la desesperanza, llegó la fuerza positiva de la reconciliación nacional y, con la ayuda del Señor, el bien triunfó sobre el Mal, la paz sobre la violencia, la unidad sobre la división, el consenso sobre la confrontación, la Nación contra la anexión. El Mal fue expulsado y el país se salvó. La noche de su victoria electoral, la gobernadora electa Sila María Calderón, luego de agradecerle a Dios su victoria, proclamó que “Había triunfado la Verdad, el consenso y la puertorriqueñidad”. Así, armados de esta novísima y santísima trinidad, nos dirigimos, con las debidas oraciones e invocaciones al Todopoderoso, a la conquista de la Paz, la Unidad y el Futuro. Érase el comienzo de la era de los good feelings. En el principio fue el “consenso” …» (Carlos Pabón Ortega, El consenso nacional o la era de los good feelings. Nación Postmortem, páginas 393-394).

Días atrás se anunció al país la creación de una organización cuyo propósito es atender la situación de la condición colonial que padece el país. Se trata del Frente Puertorriqueñista. Ante el “nuevo juego de fuerzas tras el resultado electoral”, sectores independentistas y soberanistas se han dado a la tarea de impulsar un movimiento de afirmación nacional, y para “acabar” con la colonia. 

Se trata de “una organización cívico-política, no partidista, creado para defender los siguientes principios y realizar campañas de educación y orientación política en Puerto Rico y los Estados Unidos sobre estos principios: 

  1. Reclamamos que Estados Unidos le reconozca al pueblo de Puerto Rico un verdadero proceso de autodeterminación. 
  1. Defendemos que la solución al problema colonial de Puerto Rico tiene que darse basado en una alternativa que esté fuera del alcance de la cláusula territorial de la Constitución de los Estados Unidos y que respete nuestra lengua, cultura e identidad nacional. 
  1. Rechazamos que el “referéndum” del pasado 3 de noviembre haya sido un válido ejercicio de autodeterminación y por ende no hay un mandato a favor de la estadidad. 
  1. Nos oponemos a la estadidad para Puerto Rico por constituir el fin de la identidad puertorriqueña y la imposición de pesadas cargas impositivas sobre nuestra economía, pero respetamos el derecho de los que creen en la anexión a participar de los procesos de autodeterminación. 
  1. Que defendemos la Asamblea Constitucional de Status como el mecanismo más inclusivo y democrático para resolver el problema del status de Puerto Rico. 
  1. Respaldamos el proyecto de ley presentado ante el Congreso de los Estados Unidos por las congresistas Nydia Velázquez y Alexandria Ocasio-Cortés que reconoce el poder inherente de Puerto Rico para convocar una Asamblea Constitucional de Status.” (Principios por los que se funda y servirán de guía al Frente Puertorriqueñista). 

Vivimos en medio de una grave crisis económica, que se ha intensificado con los efectos de la pandemia del Covid-19; en una situación de crisis crónica y privatización del sistema de salud que ha significado su desaparición práctica; así tambien, la crisis ecológica y de salud que trae consigo la operación de la planta de AES y el depósito de sus cenizas tóxicas; observando la grave situación que plantea la crisis social y política de la violencia de género; tomando en cuenta la quiebra fiscal del gobierno, las políticas y medidas de austeridad que impone la Junta con la complicidad del PNP-PPD.  

Ante las políticas neoliberales de privatización de la AEE, el contrato nefasto y criminal con LUMA Energy; ver el cierre de escuelas y el desmantelamiento del sistema de educación pública; otra crisis extremadamente grave enfrenta Vieques y Culebra ante la ausencia de un sistema de transportación seguro, estable, eficaz y duradero, así como, la ausencia de un hospital y acceso apropiado a servicios médicos; el ataque vil y cobarde a los derechos y planes de retiro de los pensionados. Estas y muchas otras situaciones de crisis graves en diversos niveles y sectores de la sociedad y que se manifiestan a lo largo y lo ancho del archipiélago es lo que llama la atención de los diversos movimientos y fuerzas sociales clasistas progresistas. 

Uno esperaba encontrar entre los principios constitutivos del tal Frente, referencias y propuestas para atender estas situaciones de crisis que atraviesa el país y que tiene a las mayorías sociales en condiciones de precariedad que hacen imposible garantizarse una vida en dignidad, mucho menos el disfrute de esta. Pero no, ni por equivocación se habla de las diversas crisis económicas, políticas y sociales del existir del día a día de las mayorías de la sociedad. Mucho menos se menciona la política de privatización de servicios públicos esenciales, con los efectos desastrosos que implican. Lo reducen todo a la “situación de la relación colonial”. Para estas gentes sus crisis son relacionadas a la solución del estatus, en esto no se diferencian de Luis Dávila Colón. 

Aquí llegamos al meollo del asunto. Se trata de sectores burgueses y pequeño- burgueses que tienen su existencia resuelta y desde el privilegio de su condición clasista nos vienen a hablar de la protección y preservación de la lengua, de la cultura y la identidad nacional. Seis principios constitutivos y en ninguno se habla de las necesidades e intereses de las grandes mayorías de la sociedad. Todo se trata de cómo se procuran unas garantías a su existir privilegiado. 

“Contrariamente a los demócratas pequeñoburgueses, Marx veía en todas las reivindicaciones democráticas, sin excepción, no algo absoluto, sino la manifestación histórica de la lucha de las masas populares dirigidas por la burguesía contra el feudalismo. Cualquiera de estas reivindicaciones puede ser utilizada y ha sido utilizada, en determinadas circunstancias, por la burguesía como medio para engañar a los obreros. Destacar en este sentido una de las reivindicaciones de la democracia política, precisamente la autodeterminación de las naciones, y contraponerla a las demás, es profundamente erróneo desde el punto de vista teórico. En la práctica, el proletariado sólo puede conservar su independencia si subordina su lucha por todas las reivindicaciones democráticas -sin excluir la de la República- a su lucha revolucionaria por el derrocamiento de la burguesía.” (Vladimir Ilich Lenin, La revolución Socialista y el Derecho de las Naciones a la Autodeterminación). 

Entonces uno puede ver de qué concretamente se trata esa alianza de salvación nacional patriótica. El país cayéndose en cantos, los corruptos PNP-PPD robando a manos llenas, y este bonche de privilegiados nos invitan a salvar la cultura, la lengua, ¡¡y ay bendito, una vez más!!, la identidad nacional amenazada de desaparición. Son tan patéticos que ni originalidad tienen. Ya Juan Mari Brás y Rafael Hernández Colón se les habían adelantado por más de cuarenta años, y en aquel entonces fracasaron. Se les resquebrajó el andamiaje del efecto multiplicador de la suma geométrica que la unidad tendría. Fracasaron en detener el avance de las fuerzas del anexionismo. Fracasó el intento burgués y pequeño burgués de salvación nacional. ¡Descanse en paz! 

Y seguirán fracasando porque no se dan cuenta que su proyecto político, económico y social de un estado nación independiente capitalista no tiene razón de ser en Puerto Rico. El imperialismo con su representante y aliado político Luis Muñoz Marín y el Partido Popular Democrático, (PPD), implementaron aquí las propuestas y reivindicaciones que una república democrático burguesa hubiera establecido. La propuesta económica, política y social de la república capitalista y su estado nación había sido implantada en pleno dominio colonial.  

Las demandas o reivindicaciones para atraer e incorporar a las mayorías empobrecidas y trabajadoras del campo y la ciudad a la lucha por una república burguesa, a saber: reforma agraria, vacaciones, derecho a organizarse en partidos políticos; derecho al voto; derecho a sindicalizarse y a la negociación colectiva; jornada laboral de 40 horas a la semana; salario mínimo; libertades civiles y democráticas individuales, etcétera, ya existen en el país, los yanquis las implementaron con la colaboración sumisa del PPD. Son esas grandes transformaciones que Luis Muñoz Marín “encabezó”, y no su poesía, lo que explica la popularidad y el apoyo que obtuvo. 

El carácter burgués y pequeño burgués de esa alianza entre independentistas y soberanistas autonomistas populares puertorriqueñistas es evidente. El PPD, no debemos olvidarlo, representa los intereses de clase de un sector de la burguesía compradora-intermediaria en Puerto Rico. Esta clase ha crecido y se ha desarrollado enchufada al proceso de penetración política, económica, social, ideológica y cultural del imperialismo. El PPD de hoy es hechura y resultado de ese proceso, es hijo político del imperialismo y, como tal, no tiene contradicciones antagónicas con su gestora, la burguesía imperialista.  

Esto, a su vez, no niega la existencia de contradicciones importantes entre esas clases, pero las mismas son de carácter secundario. Podrán reclamar la mayor autonomía posible, pero siempre siendo parte del Estado de la “Gran Nación”. La autonomía, queridos “patriotas”, siempre es anexada. Por más libertad que se obtenga bajo una relación autonómica no se trata de una independencia, pues esa libertad se da permitida por el Estado o centro al cual se pertenece. Cuando se trate de una verdadera separación de Estados Unidos, estos sectores de clase que representa el PPD optarán por permanecer junto a su progenitora: la burguesía imperialista. 

Hablar de “puertorriqueñidad” como base para la unidad estratégica es caer en la visión nacionalista que asume la existencia de una nación indivisible y en armonía social. Pues, según esa concepción, en Puerto Rico existe “una homogeneidad entre todos los componentes y un gran sentido social interesado en la recíproca ayuda para la perpetuidad y conservación de la nación, esto es un sentimiento profundamente arraigado y unánime de la patria. Por consiguiente, yuxtaponer en una lucha de clases al hombre que nada posee contra el que tiene dos pesetas era imponer un extraño elemento de discordia que holgaba en nuestro medio.” (Pedro Albizu Campos).  

Niega la existencia de diferencias y lucha de clases, a la vez niega el carácter antagónico entre las clases trabajadoras y la burguesía capitalista. La gritería en defensa de la patria, entiéndase la defensa del derecho a controlar el mercado, es una reivindicación de la burguesía, y por lo tanto no está en contradicción con ser burgués, con ser un elemento que se lucra con la explotación del trabajo ajeno. “Para el proletariado y para la Internacional Comunista tiene particular importancia en la época del imperialismo observar los hechos económicos concretos y tomar como base al resolver las cuestiones coloniales y nacionales, no tesis abstractas, sino los fenómenos de la realidad concreta.” (Lenin). 

A pesar de la coincidencia de los proponentes del Frente con ese concepto nacionalista albizuista  hay que destacar que existen profundas diferencias entre ambos. En el caso de los propulsores de las alianzas puertorriqueñistas de la década de 1970 como los de hoy, nada tienen que ver con aquel nacionalismo radical, antiimperialista y anti colonialista. Los “nuevos” proponentes de la alianza soberanista puertorriqueñista se inscriben en el más oportunista de los reformismos que validan la colonia. Albizu jamás colaboró con el imperio, ni estableció alianzas con los colonialistas consumados que fueron sus carceleros. 

Así se precipitan a la defensa de la hispanidad; se habla español, somos y existimos en español; “con España vivíamos bajo un idilio’; “se vivía bajo la vieja felicidad colectiva”; “éramos un país armonioso y rico de nombre y de hecho”; hay que defender la bandera, el himno, y el escudo con todo y el cordero pendejo que lo adorna, pues son nuestra identidad nacional y nuestra herencia hispánica; defendamos nuestra identidad boricua de pura cepa, (whatever that’s means); somos cristianos católicos gracias al Dios que nos obsequió España; Unidos por Puerto Rico; Puerto Rico se levanta; Puerto Rico te quiero… Y así toda suerte de baratijas y supercherías propias de la mercadería folclórica de la identidad lelolai que nos hace puertorriqueños. 

La unidad basada en la puertorriqueñidad es fundamentalmente distinta a la unidad de las masas trabajadoras y desposeídas para luchar por sus derechos y reivindicaciones inmediatas y futuras. En momentos donde la crisis capitalista se manifiesta con toda crudeza, particularmente contra esas masas trabajadoras y desposeídas, para que sean éstas las que carguen con el mayor peso de la crisis, llamar a una unidad puertorriqueñista para atender la cultura, la lengua, la identidad nacional y el estatus, es cuando menos una muestra de la desfachatez y falta de empatía de estos sectores privilegiados de la burguesía y la pequeña burguesía. 

No se trata de salvar instituciones, identidades, cultura, la lengua X, Z, Y. De lo que se trata es de salvar y mejorar las condiciones de existencia de las masas trabajadoras y desposeídas del vil ataque de las clases burguesas capitalistas foráneas y locales. Si las instituciones, cultura, lengua, identidad y estatus no sirven a ese propósito, pues felizmente pueden desaparecer sin pena ni gloria. Por eso es iluso proponer crear y desarrollar un movimiento puertorriqueñista de salvación y/o “liberación nacional’ para acabar con la colonia, cuyos principales proponentes e integrantes, los populares, lo que buscan es maquillar y perfumar la colonia que es el ELA. 

Entonces, ahora vienen con el canto de sirena puertorriqueñista para seguir cogiendo de mangó bajito a independentistas incautos y al pueblo en general. Con ese lastre colonialista es que algunos “revolucionarios” pretenden que nos juntemos para salvar lo insalvable: la colonia, el ELA “mejorado”, no territorial “soberanista”. Nos traen su “nueva solución al problema colonial”, que en realidad se trata de una independencia pelele. O lo que es lo mismo una república bananera, libre, (“¿Cómo estás Puerto Rico, tú de socio asociado en sociedad?… ¡qué suave honor andar del brazo, brazo con brazo del Tío Sam!”), protegida por los yanquis, claro está. ¡Y no les da vergüenza!  

Definitivamente la ideología nacionalista reformista cultural del Partido Popular fue la que se impuso a través de los años desde aquel junte puertorriqueñista que Juan Mari Brás y el sector dominante del liderato del PSP impulsó que se hiciera con Rafael Hernández Colón y el sector “soberanista” en el PPD a partir de la luna de miel que inicia, al menos públicamente, con la comparecencia conjunta en la ONU en 1978. La gran perdedora de ese proceso fue la posibilidad de una izquierda revolucionaria que orquestara una oposición de masas, realista de verdad al imperialismo y al capitalismo colonial y el neoliberalismo que se nos impuso. 

En cuanto al apoyo que este Frente da al proyecto de Nydia Velázquez y Alexandria Ocasio-Cortés, hay que señalar que no puede haber autodeterminación con la presencia de tropas y policías norteamericanos en el país. Mucho menos con el control por parte de los yanquis de nuestras vidas. Cualquier plebiscito o referéndum que se lleve a cabo bajo la ocupación militar, la injerencia del FBI, el Servicio Secreto, el Tribunal Federal, y otras ramas del aparato represivo del Estado norteamericano, así también con el control de las comunicaciones, será cualquier cosa menos un proceso de autodeterminación.  

Lo que se ha dado en Puerto Rico, las propuestas de plebiscito, incluyendo el proceso en 1952 que “culmina” con el establecimiento del Estado Libre Asociado, son propiamente dicho, determinaciones de afirmación colonial. No tienen nada que ver con un proceso real de autodeterminación. 

Los revolucionarios no tienen que defender todos los reclamos de una nación. Siempre defienden los intereses de los trabajadores y las masas empobrecidas, oprimidas y explotadas de la sociedad. Los deberes de los revolucionarios, que son junto a los trabajadores, y, los derechos de la nación, que está dividida en clases y grupos sociales diversos y hasta antagónicos algunos de ellos, son cosas distintas. Los privilegiados que proponen el Frente Puertorriqueñista no tienen idea de esto, o guardan un silencio cómplice para tener éxito en su intento de engañar a toda suerte de tontos. 

En el II Congreso de la Internacional Comunista, julio-agosto de 1920, se desarrollan debates en torno a la cuestión nacional y colonial en los países atrasados sometidos al dominio de las potencias imperialistas. Se precisan varios puntos entre los cuales hay al menos dos que nos pueden ser de utilidad en cuanto al caso colonial de Puerto Rico y la definición del carácter de la revolución. Se trata de si los comunistas deben apoyar al movimiento democrático-burgués en esos países atrasados. Se estableció, primero, que no debe hablarse propiamente de movimiento democrático-burgués, sino de movimiento revolucionario nacional. No había duda de que todo movimiento revolucionario nacional es a su vez un movimiento democrático-burgués. 

Partían del entendido en la era del capitalismo imperialista, de que entre la burguesía de los países explotados y la burguesía imperialista se ha producido cierto acercamiento que llevaba a la burguesía de los países oprimidos, a pesar de prestar apoyo a los movimientos nacionales, lucha al mismo tiempo en común con la burguesía imperialista, junto a ésta, contra todos los movimientos revolucionarios. De ahí establecen que los comunistas sólo deben apoyar los movimientos burgueses de liberación en las colonias en el caso de que sus representantes no les impidan educar y organizar de manera revolucionaria a los campesinos y las grandes masas oprimidas y explotadas. Si esas condiciones no se dan, entonces, los comunistas deben luchar en esos países contra la burguesía reformista. 

En esos debates y resoluciones se habla de países atrasados, precapitalistas, con una fuerte presencia de formas feudales de opresión y explotación, donde la mayoría de la población es campesina. Se impulsaba un desarrollo capitalista que permitiera el eventual tránsito al socialismo. Esa era básicamente la línea que se había heredado de la II Internacional. Partiendo de que, por un lado, el capitalismo se había desarrollado dando surgimiento al imperialismo y, por otro lado, el triunfo de la revolución socialista en Rusia, plantea una nueva situación y alteración de las tareas de los comunistas, sobre todo en los países atrasados. 

La Internacional Comunista desarrolla una nueva tesis para los países atrasados y coloniales. ¿Se debe considerar justa y actual la afirmación de que la fase de desarrollo capitalista en esos países es inevitable? Resuelven que: “En todas las colonias y en todos los países atrasados, no sólo debemos formar cuadros propios de luchadores y organizaciones propias de partido, no sólo debemos realizar una propaganda inmediata en pro de la creación de Soviets campesinos, tratando de adaptarlos a las condiciones precapitalistas, sino que la Internacional Comunista habrá de promulgar, dándole una base teórica, la tesis de que los países atrasados, con la ayuda del proletariado de las naciones adelantadas, pueden pasar al régimen soviético y, a través de determinadas etapas de desarrollo, a comunismo, soslayando en su desenvolvimiento  la fase capitalista.” (Lenin). 

El régimen capitalista colonial solo puede ser enfrentado por propuestas que sean una superación del mismo. Con un contenido económico y social que represente en diversas maneras las aspiraciones e intereses del sector significativamente mayoritario de nuestra sociedad. Entiéndase las masas trabajadoras y desposeídas. La independencia o cualquier solución de la relación colonial tiene que identificarse con los pobres. En las masas trabajadoras, desposeídas y oprimidas es que se debe buscar su base social, su apoyo. Para ello se debe adoptar plataformas que contengan las aspiraciones y soluciones a las necesidades de esas mayorías sociales. A su vez hay que sacudirse de la ideología nacionalista que históricamente ha representado a sectores privilegiados, a la burguesía nacional y la pequeña burguesía radicalizada. 

Se trata de asumir y de proponer la revolución en una época no revolucionaria, cuando la revolución misma ha pasado de moda. De retomar el socialismo cuando su memoria se ha perdido, se oculta y se lanza al olvido, y necesita ser redimida. (Enzo Traverso). Un momento en que tanto la revolución y el socialismo han quedado en desuso, se han convertido en ‘malas palabras’. Y volver a la propuesta comunista en un mundo donde prevalece el actuar individual, la solución individualizada ante los problemas sociales. 

 En un mundo donde se desprecia la acción colectiva para hacer frente a problemas sociales que el capitalismo nos impone, es imposible que estos problemas puedan ser atendidos y solucionados desde el accionar individual. Los problemas sociales requieren de la acción política colectiva. Convocar a las mayorías sociales para que sean partícipes en las soluciones y activar la solidaridad para que esos problemas puedan ser superados es tarea urgente e impostergable. 

En fin, se quiere ver si somos capaces de atrevernos a soñar aun sabiendo que vivimos en un mundo que está lleno de pesadillas. Un mundo en el que la catástrofe capitalista nos despoja de toda esperanza, y nos empuja al abismo de la devastación del planeta que habitamos. Se trata, pues, de tener el coraje y la determinación de atrevernos a detener la marcha que nos impone el capitalismo. Activar el freno de emergencia que es la revolución, (Walter Benjamin), para destruir el capitalismo y así terminar con la amenaza constante de caer en el abismo. Asumir con urgencia y determinación las transformaciones revolucionarias que impone el momento que vivimos, que nos permita abrir las puertas de par en par hacia la liberación plena del ser humano. 

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