Fotografía aerea de la Carbonera AES en Guayama donde se observan montañas de cenizas acumuladas

A proteger el agua en Guayama, Salinas y otros pueblos

Rampante la contaminación de acuíferos por AES

| Bandera Roja

| Publicado el 26 abril 2023

Si existieran orchatas, jugos o caldos a base de cenizas de carbón, serían bebidas venenosas.  Si tomáramos ese tipo de bebidas, mantener por muchos años una vida sana, activa y productiva sería imposible. Esto porque en las cenizas se concentran los tóxicos (venenos) de lo que se quemó, y luego pasan al agua cuando se dan las condiciones para ello. Los ejecutivos de la carbonera saben ésto; pues tienen experiencia previa operando plantas de carbón en Oklahoma, Connecticut, República Dominicana, Chile, y otros lugares donde desarrollaron su negocio a base de engaños al pueblo, y de malos tratos a sus vecinos. A pesar de tener conocimiento de lo dañino que son sus cenizas de carbón, han permitido que sus elementos tóxicos lleguen a los acuíferos de Guayama. Han dejado que comienze a formarse en el agua bajo tierra un “caldo” tóxico con sus cenizas. No ha sido algo que pidieron las comunidades, sino que se les ha querido imponer a las vecinas y vecinos por decisión de la carbonera.

 

A pesar del cabildeo de AES en Washington, las leyes de control de contaminación obligan a la gerencia de AES a hacerle pruebas al agua que descansa bajo el montón de cenizas tóxicas en su planta. Los resultados del 2017 (pasadas las intensas lluvias del huracán María) indican que allí el agua de pozo contiene tóxicos de sus cenizas (litio, molibdeno, y selenio) por encima de los niveles de protección de agua subterránea. Los ejecutivos de AES reconocen como válidos estos estudios. Eso comprueba que es la carbonera (no la Phillips, ni la Fibers, ni la SKF, ni otras industrias) la que causó esa contaminación del acuífero.  

 

Por otro lado, el Colegio de Químicos de Puerto Rico realizó un estudio independiente.  Analizaron el agua de pozo que la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados sirve a residencias cercanas a cenizas de carbón en Guayama y Salinas.  La prensa informó en el 2021 que los resultados demuestran que están llegando contaminantes tóxicos y cancerígenos al agua que consumen los residentes del área. Esto es el resultado de la práctica de los gerentes de la AES de permitir y promover el uso de sus cenizas venenosas para rellenar caminos y construir viviendas en Guayama, Salinas y otros pueblos a través de Puerto Rico.  

 

La lluvia, según los científicos del Colegio de Químicos, disuelve estos tóxicos y los lleva de las cenizas al agua bajo tierra. Por lo cual, los eventos naturales de mucha lluvia como las vaguadas, tormentas y huracanes aceleran el proceso de contaminación que ya comenzó. Es necesario que AES publique los estudios del agua de pozo en sus predios que corresponden al 2022; luego de las fuertes lluvias durante el paso de Fiona. Mientras no lo haga, mantiene a las comunidades desinformadas del riesgo en que se encuentra el acuífero.

 

La escasez de agua en la región sur, que incluye Guayama, Salinas, y otros pueblos, es una posibilidad real constatada por las sequías de años pasados.  De manera que debemos proteger y mantener en condiciones de la mejor calidad cualquier reserva de agua de pozo que pueda usarse si fuera necesario. Y, a tono con la protección de cualquier agua potencialmente potable, debe ser una prioridad en la región detener la decisión de la gerencia de AES de dejar que se contamine el agua de pozo.  

 

La ubicación de grandes plantas de generación eléctrica en el sur de Puerto Rico obedeció a abaratar los costos de transimisión de la electricidad para beneficio de las grandes industrias ubicadas en la región; como por ejemplo las petroquímicas. No se ubicaron ahí para dar energía barata a las comunidades sureñas. Hoy día, los ejecutivos de AES aplican la misma vieja lógica de la conveniencia económica por encima de los intereses de las comunidades. Pretenden dejar sus cenizas en Guayama y otros pueblos del país. Y, así, economizarse el transportarlas por barco a un lugar donde no dañen el ambiente ni la salud.

 

Si apoyamos a la AES y su contaminación, en vez de celebrar y agradecernos a nosotros mismos que contamos con acuíferos llenos de agua de pozo, tendremos “orchata” de tóxicos dentro de unos muchos o pocos años, dependiendo de la cantidad de lluvia que caiga en la zona.  No podemos controlar ni el paso del tiempo, ni el paso de las tormentas y huracanes.  Pero está a nuestro alcance orientarnos, prepararnos y organizarnos para exigir que se retiren las cenizas de Guayama, Salinas y otros municipios. Y, además, que se limpie la tierra para proteger los cuerpos de agua, y se transporte todo ese material tóxico a un lugar donde no cause daño al ambiente o la salud. El costo para AES y sus accionistas será en dinero. Pero, para las comunidades, el costo será en salud y vidas. Si no se toma acción de forma decidida y firme, la contaminación hará que las personas aún siendo jóvenes sean cada vez menos sanas y productivas, que tengan elevados gastos médicos, y que estén plagadas de enfermedades, causando incluso el fallecimiento prematuro de niños, jóvenes y adultos.  

 

Es inaceptable que continúe el proceso de contaminación del agua de pozo que ha comenzado la gerencia tóxica de AES. Hay que detenerlo eliminando las cenizas de carbón aunque les represente un fracaso a sus metas capitalistas. ¡Fuera las cenizas de Jobos, de Ranchos Guayama, del Jardín Botánico de Caguas, de los vertederos de Humacao y Peñuelas, y de todo Puerto Rico! ¡Fuera la carbonera!

 

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