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BREL1| Publicado el 21 mayo 2015
Reproducimos a continuación un escrito del compañero Reinaldo Rodríguez, destacado militante del Movimiento Socialista de Trabajadores en la Ciudad de New York, que aparece hoy en su página de Facebook. Por su importancia, por su vigencia política y porque refleja la penuria de un sin número de pacientes, compartimos con nuestros lectores y lectoras este escrito a modo de crónica. Recoge su reacción al recibo de la carta donde el estado le niega por segunda ocasión su solicitud para obtener un medicamento para salvar su vida. El mismo ha sido editado para propósito de su publicación en Bandera Roja.
A la hora de la «verdad» no es fácil decidir si aceptar o rechazar tal o cual medicamento cuando te dicen: «hay un 75% cura pero el riesgo de contraer un condición catastrófica (de muerte) es menor, pero existe.» Entiéndase que si no te tomas el medicamento mueres y punto.
Hoy día hay nuevos medicamentos con una efectividad de 99% que encierran la misma contradicción e interrogantes en cuanto a efectos secundarios. Claro está, dichas contradicciones se pueden minimizar y superar. Ahora, no perdamos de vista que en este momento vivimos en la hegemonía del capitalismo y no en el socialismo democrático que plantea y aspira a la socialización de la medicina. Poniendo los pies en la tierra, esta situación al igual que otras, no es nada fácil y agradable cuando nos toca directamente y de manera inmediata. Me refiero a nosotros los pobres y trabajadores y trabajadoras, porque para lxs ricos que tienen libre ($$$$$$$) acceso a los servicios de salud y medicinas, es otro cantar. Como dice el refrán «el pobre siempre esta jodío»… (en el capitalismo). Pero la controversia no se limita al punto anterior que podría ser resuelto si los intereses individualistas y egoístas de las industrias capitalistas no estuvieran por medio.
La apremiante urgencia de la inmensa mayoría de las y los que requerimos medicamentos para combatir y erradicar condiciones crónicas y catastróficas somos los pobres y trabajadores y trabajadoras. Estos dos últimos, con cubiertas médicas, que solo le permiten obtener «aspirinas», nos vemos en la mayoría de las ocasiones, en tener que mendigar lo que debe ser el derecho incuestionable a tener garantizados los servicios de salud. Inclusive la situación se vuelve humillante al tener que entrar en lista de espera para conseguir medicamentos si lo aprueban cuando los «almacenes» están llenos medicinas. Lo absurdo y reprochable de esta privatización es que cuando aprueban los medicamentos ya es muy tarde y en ocasiones el paciente ha muerto sin tan siquiera haber tenido la posibilidad de tratamiento como ratoncito de experimento.
Con la muerte tras la oreja asechándonos, luchamos, resistimos y combatimos y es menester exigir la socialización de la medicina y que a su vez la ciencia y la tecnología se pongan al servicio del pueblo pobre y trabajador.
Mientras el hacha va y viene hay que arar con los bueyes que se tiene (consumir el medicamento que hay si nos llega a tiempo a las manos) y luchar para erradicar este sistema capitalista y su burguesía que nos humilla y oprime hasta sacarnos el vivir. Socialismo único camino. desde la 118st…