Lxs enfermerxs en Puerto Rico se sienten agotadxs, desmoralizadxs y menospreciadxs. El embate de vivir en un país colapsado le ha pasado factura a los cuerpos y las mentes de quienes asumen el cuidado como el medio para ganarse el pan. La desproporción entre lo que estxs trabajadorxs cobran y la labor que realizan es abismal. La precariedad que experimentan lxs enfermerxs dentro y fuera de sus escenarios de trabajo ha empujado a miles de profesionales a abandonar el país en busca de mejores condiciones de vida. La fuga de enfermerxs hacia EEUU es un acaecimiento sin precedentes que pone en peligro la salud del pueblo. Es preciso contextualizar brevemente la necesidad de retener profesionales de enfermería en Puerto Rico. Al presente, hay alrededor de 23,850 personas que ejercen enfermería según datos del Departamento de Trabajo. Puerto Rico está lejos de contar con el personal suficiente para atender las necesidades básicas de su población. La escasez de enfermerxs es un problema a nivel mundial que amerita atenderse con premura. Ante este panorama, el gobierno de PR y la JCF (como es de esperarse), han bendecido a la clase rica con reformas laborales y han condenado a lxs enfermerxs a la precariedad absoluta mientras la salud y el bienestar de lxs habitantes del país se desmorona, los protagonistas de la debacle se las ingenian para llenarse los bolsillos. El estado, aunado a los intereses de las aseguradoras, los mercaderes de hospitales y la Junta de Control Fiscal, han logrado imponer su plan de saquear el sistema de salud junto con el resto de los servicios.
Ello explica la falta de personal en las salas de parto, en Centro Médico la eliminación de programas especializados y los recortes millonarios a la UPR (institución que gradúa decenas de enfermerxs cada año), el cierre de hospitales y clínicas municipales, el abandono casi total de la única unidad psiquiátrica estatal para adultos y el desinterés por construir hospitales en los municipios de Vieques y Culebra. La precarización de los escenarios de salud es la orden. La pobre infraestructura, la carencia de materiales y equipo médico, la sobrecarga de trabajo y la baja remuneración dan cuenta de la penosa realidad que experimentan lxs enfermerxs todos los días. Las políticas neoliberales no solo han servido para arrebatarle beneficios marginales, protecciones laborales y derechos adquiridos a este sector, sino que también han servido para eliminar servicios. Se ha implementado un modelo de salud fracasado cuya prioridad es generar ganancias. La lógica del mercado deshumaniza tanto a pacientes como proveedorxs en la medida que lxs reduce a meros números. El mensaje es claro: las finanzas de las instituciones y las aseguradoras van por encima de todo.
El Cartel de la Salud es indiferente a la pobre calidad del cuidado y a los largos tiempos de espera. Tampoco les interesa el problema de acceso que han creado para que lxs residentes del país puedan recibir servicios en salas de trauma, operaciones, emergencias y parto, cuidado neonatal, servicios en el hogar, hospicio, atención renal y oncológica, salud mental y psiquiatría, entre otros.
Pese a que el gobierno conoce bien las razones que llevan a lxs profesionales a abandonar el país y sabe exactamente qué medidas debería tomar para desacelerar esa fuga, hace justo lo opuesto: exacerbarla.
El éxodo de profesionales se agudiza. La inflación, la desregulación del mercado de vivienda y la austeridad a la que el país está sometido hace la vida en Puerto Rico insostenible. Son cada vez más lxs enfermerxs que asumen segundas jornadas de trabajo porque el dinero no les alcanza. La carga sigue aumentando y parece no tener fin para este grupo.
Ni el Colegio de Enfermería, ni las uniones en su mayoría, han sabido hacerle frente a los dueños de hospitales. Por décadas lxs enfermerxs han sido testigos de cómo muchas de las uniones y el Estado se hacen de oídos sordos ante sus reclamos. La pobre fiscalización por parte del Colegio, la desarticulación sindical, la politización partidista y el desmantelamiento de las agencias gubernamentales en Puerto Rico han dado paso a la condición más funesta que ha vivido el personal de enfermería jamás.
Desde el 2021, profesionales de enfermería de diferentes disciplinas han salido a la calle exigiendo la implementación inmediata del aumento salarial, revertir la Reforma Laboral, restituir sus beneficios marginales y derechos adquiridos, disminuir y regular la proporción enfermerx-paciente, mejorar las condiciones de trabajo (equipo de seguridad, material médico e instrumentos), aumentar periódicamente los salarios, otorgar incentivos por educación, certificaciones, experiencia y años de servicio. Hasta la fecha ninguno de sus reclamos ha sido atendido. Es imposible imaginar un futuro esperanzador para los residentes de Puerto Rico si no se detiene el desmantelamiento del sistema de salud. La lucha por los derechos de lxs profesionales de enfermería es también proteger y salvaguardar la salud del pueblo.
El estado, unido a los intereses de las aseguradoras, los mercaderes de hospitales y la Junta de Control Fiscal, han logrado imponer su plan de saquear el sistema de salud de Puerto Rico.
El Caucus de la Mujer es el colectivo feminista dentro del Movimiento Socialista de Trabajadoras y Trabajadores (MST), una organización independentista y socialista que aboga por la transformación de la sociedad en una de justicia y bienestar para las grandes mayorías de trabajadoras.
Como feministas socialistas nos oponemos y luchamos contra toda manifestación de opresión y reivindicamos la más completa igualdad entre los seres humanos. La lucha socialista la concebimos, no sólo como un proceso de transformación de las estructuras económicas, sino como uno dirigido a transformar radicalmente las relaciones sociales capitalistas, heteronormativas, eurocéntricas y patriarcales. Buscamos la creación de un nuevo tipo de relaciones sociales basadas en la cooperación, la colaboración y la sororidad entre todas las personas.