La propuesta de producir energía de pequeñas plantas nucleares como alternativa a los costos económicos y ambientales de la producción eléctrica es contraria a la política pública energética aprobada por la Ley 17 de 2019, alerta enormes preocupaciones por su impacto al medio ambiente, en particular por la disposición de material reactivo y no resuelve el problema de dependencia de materia prima combustible (petróleo, gas o carbón).
La organización sin fines de lucro Proyecto Alternativo Nuclear publicó un estudio sobre la posible construcción de pequeños reactores nucleares de agua ligera. El estudio ubica el proyecto en el barrio Islote de Arecibo y en terrenos de Roosevelt Roads en Ceiba. No es la primera ocasión en que se discute esta posibilidad. En los años 60 se construyó una planta nuclear en Rincón, la que operó entre 1964 y 1968, y una década más tarde se iniciaron los primeros estudios para la ubicación de otra en el barrio Islote y en el sur del país. La realización del estudio fue subsidiada por una aportación de varios millones de dólares del Departamento de Energía de los Estados Unidos. Se ha propuesto iniciar un segundo estudio subsidiado por fondos federales a partir de febrero de 2022.
El Comité Consultivo de Comercio Nuclear Civil del Departamento de Comercio de los Estados Unidos ha mostrado su interés en patrocinar la construcción de estas plantas nucleares en Puerto Rico.
El potencial peligro de un accidente o avería en una planta nuclear constituye una de las principales preocupaciones. No puede pasarse por alto la experiencia de los accidentes nucleares en Chernóbil, (1986, norte de Ucrania), Tokaimura (1999, Japón) y Fukushima (2011, Japón).
La actividad sísmica, huracanes de mayor categoría, así como las consecuencias del cambio climático alarman ante la posibilidad de un evento catastrófico. El aumento en las temperaturas de la superficie del mar se asocia a eventos atmosféricos más frecuentes, intensos y de mayor duración y por tanto más peligrosos.
La aspiración de resolver el problema de la crisis energética mediante la adopción de una política de 100% de generación con fuentes renovables para el 2050 no debe ser sustituida por la nuclear. Lamentablemente los responsables de su implementación han arrastrado los pies. Los plazos ordenados por la Ley 17 de 2019, sobre política energética, no parecen realizables. La misma ley requiere que para el 2025 se alcance la meta de un 40% de energía producida de fuentes renovables. Con ello se atienden los reclamos de energía limpia, y cero depencia de compra de petróleo, gas, o carbón. La necesidad de importarlos provoca fluctuaciones del precio del servicio eléctrico. Su uso ha provocado serios daños ambientales al aire, agua y tierra.
Sòlo se ha alcanzado producir el 3% de toda la electricidad mediante energía renovable. Le corresponde a la Autoridad de Energía Eléctrica atender la fase de producción y aun cuando la meta requerida por Ley parece inviable a esta fecha, no debe sustituirse por la alternativa nuclear.
El Frente Amplio Contra Reactores Nucleares, el Movimiento Independentista Nacional Hostosiano, organizaciones comunitarias y ambientales han denunciado esta peligrosa propuesta energética.
Muy bueno el artículo, brinda información importante a tener en cuenta sobre la “opción” de energía nuclear. Solo añado el accidente nuclear en Three Mile Island, ubicada en Harrisburg, Pensilvania, el 28 de marzo de 1979. En ese accidente el núcleo del reactor TMI-2 sufrió una fusión parcial del reactor. Esto provocó que hubiera que remover ese núcleo. Nunca se sabrá de los daños reales ocasionados al medio ambiente. Este accidente es importante tenerlo en cuenta, pues se piensa que los accidentes nucleares no suceden en Estados Unidos.