«Hay que luchar hasta el extremo de pelear»
Pete «el Conde» Rodríguez
El tirijala formado por el Proyecto de la Cámara 1003 entre legisladores, la Junta de Control Fiscal (JCF) y el gobernador (reuniones, negociaciones, enmiendas, comentarios) intenta que el pueblo pierda de perspectiva la verdadera catástrofe social y económica que se avecina sobre Puerto Rico si se aprueba el Plan de Ajuste de Deuda (PAD) con un pago de $1,150 millones anuales. En unos 5 o 7 años esta obligación de pago será insostenible para el gobierno y provocará una segunda quiebra.
Con la aprobación del proyecto en la Cámara y el Senado, con enmiendas, y los comentarios de la JCF en rechazo al mismo (con los que intenta atemorizarnos con amenazas y mentiras), quieren hacerle creer al país que se está fomentando un ámbito de discusión serio y responsable sobre la situación. Sin embargo, entre tanto parloteo el monto del pago anual para cubrir la deuda casi ni se menciona. Y ese es el punto principal en este momento, el asunto que quieren invisibilizar.
La JCF quiere negociar para pagarles a los acreedores rapaces la mayor cantidad de miles de millones de dólares posible. Según el séptimo plan de ajuste de deuda (el que están empeñados en imponer a toda costa) serían $1,150 millones. (¿Por qué los integrantes de la JCF nos representan y deciden por nuestro pueblo si no se verán afectados por lo que determinen?) El gobernador Pierluisi y los integrantes de la legislatura PNP y PPD están de acuerdo con eso, a pesar de que economistas capaces y prestigiosos han insistido en que la deuda del país, para alcanzar un pago sostenible, se debe reducir entre un 80% y un 90%, y que el pago no sea más alto de $600 millones anuales. La JCF pretende que paguemos el doble de lo que economistas como Joseph Stiglitz (premio Nobel de Economía) y Martín Guzmán (Ministro de Economía de Argentina) evaluaron y determinaron como un pago viable para el pueblo de Puerto Rico.
Tanto la JCF como los bonistas acreedores saben que en menos de una década el gobierno no podrá cubrir el pago de $1,150 millones anuales, lo que provocará la segunda quiebra. Y ya no habrá opción de poder negociar nada. Esta les permitirá a los bonistas acreedores, por tener cobros asegurados, sacudir sin contemplación las arcas del pueblo, reducir cuanto quieran los pagos de jubilación (sin importar si reciben $600 o más de $2,000) y dejar muy maltrechos los servicios esenciales que el gobierno debe brindar a la ciudadanía.
Si en estos momentos la inmensa mayoría del pueblo se halla en una situación precaria, con una segunda quiebra empeoraría aún más, aunque parezca inimaginable
En realidad, ni a la JCF ni a los bonistas buitres les afecta mucho que se reduzcan las pensiones por medio de este séptimo plan de deuda. Aunque no se le hagan recortes a las pensiones ahora, se aseguran el cobro anual de $1,150 millones por unos 25 años.
Insisto, hay que comprender y no perder de vista que ni el gobierno de Pierluisi ni los legisladores del Partido Nuevo Progresista y del Partido Popular Democrático ni los integrantes de la JCF representan los verdaderos intereses del pueblo mayoritario puertorriqueño. Ellos tienen muy claro y preciso su objetivo: que los acreedores buitres se lucren orgiásticamente a costa de nuestras necesidades y apuros.
Nos compete y toca movernos, como fuerzas contestatarias, y mover a todos los sectores posibles para evitar que se acepte este y cualquier plan de ajuste de deuda que no reduzca en un mínimo de 90% la deuda del país. No podemos ni vamos a seguir dejando las decisiones que nos afectan en manos de quienes históricamente nos han vendido, traicionado y dejado en la estocada. Tenemos que seguir socavando la falsa legitimidad que se le ha otorgado a la JCF por el poder colonial para imponer más medidas neoliberales contra el pueblo puertorriqueño. Desde la calle vamos a ser la voz que exige y decide. Que las decisiones sean nuestras, no de nuestros enemigos de clase.
Aquí y ahora se nos presenta otra coyuntura en que solo nos queda tirar pa’lante. Se nos va demasiado en estas circunstancias.