La muerte de Carlos Romero Barceló ha causado un abanico de reacciones de todos los sectores políticos del país. Indudablemente, una gran mayoría de la población no derramó ni una lágrima por el otrora líder del Partido Nuevo Progresista (PNP) y quien fuera uno de los gobernadores más represores del gobierno colonial del Estado Libre Asociado (ELA). Pero aún así, como si la realidad se pudiera tapar con una mano, los partidarios de la mano dura y del capitalismo salvaje se han dado a la tarea de salir a ensalzar la figura del asesino.
El gobierno decretó 30 días de duelo para despedir al líder, y los llamados analistas le han hecho coro dedicándose a desglosar las virtudes de Romero. Hemos escuchado hasta el cansancio del gran estadista, del político “liberal”, del gobernador que emitió menos deuda, entre otras veleidades. Pero, como sabemos todxs lxs que venimos de abajo, esa no fue la verdadera historia.
Las personas luchadoras – feministas, socialistas, independentistas- no debemos ceder tan fácilmente a la amnesia colectiva que nos pretende atosigar la prensa comercial. Debemos defender con uñas y dientes la memoria contestataria en beneficio de la clase trabajadora y los grupos subalternos. Debemos mantener vivo el grito de rebeldía de las mejores hijas e hijos que dio nuestro pueblo, y que soportaron y combatieron por largos años la pesada bota del aparato represivo que defendió a capa y espada Romero Barceló y el PNP-PPD. No debemos olvidar que bajo los gobiernos de Romero Barceló fueron los años más duros de la Unidad de Inteligencia y el Escuadrón de la Muerte. Fue bajo sus gobiernos que la famosa banda de Alejo Maldonado, campeaba por su respeto, persiguiendo, intimidando, torturando y hasta asesinando independentistas y luchadoras sociales.
En 1981, bajo el gobierno de Romero, la Fuerza de Choque se enfrentó a tiros y macanazos con la resistencia estudiantil en la Huelga de la UPR. La misma Fuerza de Choque que asesinó vilmente a Adolfina Villanueva en el descarado intento de remover su vivienda frente a la Playa Tocones en Loíza.
De las filas de su Partido surgieron organizaciones paramilitares que atacaron a la militancia socialista quemando locales y poniendo bombas, estas con Oreste Ramos, Fredie Valentín y Edison Misla Aldarondo a la cabeza. Quienes eran secundados por los grupos de paramilitares de la gusanera cubana en la isla, que con innegables vínculos al PNP y los federales, asesinaron a “Chagui” Mari y a Carlos Muñiz Varela. Con el conocimiento de Romero, en 1978, el escuadrón de la muerte asesinó vilmente a los jóvenes independentistas Carlos Soto Arriví y Arnaldo Darío Rosado. El asesinato fue celebrado públicamente por el gobernador, quien felicito a los asesinos y los reconoció como héroes.
Indudablemente, Carlos Romero Barceló fue un gran estadista. Porque como gobernante de la burguesía y el imperialismo cumplió su función a cabalidad. Desde la gobernación, se encargó de dirigir la represión contra el pueblo puertorriqueño en lucha, y sin remordimiento alguno hizo el trabajo sucio para preservar el poder de la clase dominante. Romero fue enemigo de las luchas sociales y le declaró la guerra a los movimientos independentistas y socialistas en su momento de mayor movilización y combatividad.
Romero murió, pero sus crímenes no quedarán impunes. Porque como diría El Topo, “los pueblos no perdonan”. Por eso en este preciso momento, como ya hemos visto que ha ocurrido, que se escriban todas las paredes, que se levanten todos los gritos, para que se escuche claro y fuerte.
me llena de orgullo saber que mismo en el 2021 hay un sector del pueblo puertorriqueño que continua en la lucha por la independencia y que ese sector va creciendo. yo aca en la disapora, estoy en solidaridad con mi gente en esa lucha. venceremos, de eso no tengo duda. saludos desde Charlotte.