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BREL 7| Publicado el 21 agosto 2003
Jue, 2003-08-21 20:00
Durante más de sesenta años la Marina de Guerra de los Estados Unidos bombardeó a mansalva la isla de Vieques, contaminó la tierra y el mar, causó muertes y accidentes graves, controló dos terceras partes de la isla evitando su desarrollo económico y social obligando a buena parte de su población a emigrar en busca de trabajo y sustento. Y, desgraciadamente, la tragedia de Vieques no termina con la retirada de la Marina el pasado primero de mayo, pues el cáncer y demás enfermedades crónicas legadas por los terribles abusos de la Marina siguen haciendo estragos entre los viequenses.
¿Quién le va a devolver la vida a las víctimas de la Marina? ¿Quién va a pagar por las muertes de David Sanes y Milivy Adams? Hoy más que nunca es importante contestar estas preguntas cargadas de indignación ante las acusaciones por daños a la propiedad y la quema de unos vehículos viejos en la madrugada del 1 de mayo, contra doce compañeros, once de ellos viequenses. Nilda Medina, Eric Hernández Carmona, Néstor De Jesús Guishard, Jorge Cruz Hernández, William Miró Hodge, José A. Montañés Sanes, Manuel Pérez Santiago, Andrés Santiago, Osvaldo Skerett Cecilio, José Vélez Acosta y Jesús Delgado Burgos, comparecerán a juicio en la Corte Federal el próximo 8 de septiembre.
Las acusaciones contra estos compañeros son un burdo acto de venganza de la Marina para tratar de desquitarse la derrota sufrida en Vieques. Pero además es una muestra de cinismo sin precedentes al ponerle precio a unos trastos viejos y querer meter presos por años a unos luchadores por la paz de Vieques, cuando la Marina causó daños millonarios, muertes y contaminación durante más de sesenta años y no ha querido pagar un centavo ni encausar a los responsables del genocidio cometido en la Isla Nena.
El pueblo y mucho menos los que luchamos por sacar a la Marina de Vieques, no podemos dejarnos confundir por los argumentos hipócritas y pusilánimes de los colonialistas de siempre. Lo sucedido esa madrugada en Vieques fue la explosión de la ira de un pueblo contenida durante más de sesenta años de opresión, abusos y bombardeos de parte de la Marina. Fue el desbordamiento de la alegría por el fin de una era terrible en la historia del sufrido pueblo de Vieques que vio en la destrucción de los símbolos de opresión militar una forma de desquite.
Los viequenses utilizaron el mismo legítimo derecho utilizado por el pueblo alemán para destruir el oprobioso Muro de Berlín y por los iraquíes para tumbar las estatuas de Saddam Hussein como manifestaciones de la genuina indignación de estos pueblos contra la tiranía y la opresión. Así como nadie pidió que se acusara a los soldados invasores norteamericanos por tumbar las estatuas de Hussein, nadie debe pedir que se acuse y encarcele a los luchadores viequenses que demostraron su ira contra los símbolos de sesenta años de opresión militar. Por eso no podemos permitir que la Marina y sus alcahuetes utilicen estos sucesos para criminalizar la victoriosa lucha de Vieques y ocultar la tremenda derrota política sufrida por ese cuerpo castrense.
Definitivamente no estamos de acuerdo con aquellas personas que repudian o critican todas las acciones donde haya violencia como si fueran iguales. Nadie puede igualar la violencia ejercida sistemáticamente por la Marina de Guerra de Estados Unidos contra el pueblo de Vieques durante más de sesenta años, con unos marronazos a una caseta y la quema de unos vehículos militares el 1 de mayo pasado. La violencia surgida ese día como parte de la celebración por haberse quitado de encima a la Marina criminal es un pellizco de ñoco, una gota en un océano, comparado con el daño causado por ese cuerpo militar. Nadie se llame a engaño, mientras existan instituciones como la Marina y otros cuerpos represivos, los pueblos y los trabajadores no podrán evitar hacer uso de distintas formas de violencia para defenderse y hacer efectiva sus luchas ante la constante violencia de los opresores. Ese también es un derecho inalienable.
La lucha por sacar a la Marina no siempre fue pacífica. La desobediencia civil pacífica estuvo acompañada de acciones como el corte de verjas para que los desobedientes entraran a la zona de tiro o para hostigar a la Marina que se probaron sumamente necesarias. Fueron muchas las ocasiones en que los manifestantes anti-marina tuvieron que contestar de forma violenta los ataques de los marinos con gases lacrimógenos y de pimienta contra los campamentos. ¿Hubiese sido posible el éxito de la desobediencia civil sin esos pequeños pero frecuentes actos de violencia? ¿Hubiesen podido entrar a la zona restringida los más de 1,600 desobedientes civiles sin que alguien cortara un pedazo de verja que, dicho sea de paso, también es “destrucción de la propiedad federal”?
Por otro lado, los compañeros acusados por los incidentes del 1 de mayo, de ser encontrados culpables, se exponen a condenas que fluctúan entre cinco y veinticinco años de cárcel y serán juzgados en una corte que, como testaferro de la Marina, encarceló abusivamente a 1,600 desobedientes civiles por el delito menos grave de “trespassing”. En un acto evidentemente premeditado, el juicio por jurado estará a cargo del tristemente célebre juez Fusté, quien precisamente se ha destacado como uno de los más furibundos enemigos de los luchadores por la paz de Vieques. Lo que les espera a los acusados es un juicio totalmente prejuiciado de parte de los verdugos de la Corte Federal, donde se pretenderá hacerlos pagar por la derrota de la Marina.
Por tanto, estos compañeros necesitan el más amplio apoyo de todo el pueblo para evitar que se les encarcele injustamente durante varios años. Ellos no son delincuentes ni criminales, son luchadores por Vieques que durante años sufrieron los abusos de la Marina y que han visto morir de cáncer o en otras circunstancias a sus familiares y amigos. Lo que hicieron el 1 de mayo fue expresar su indignación y su desbordante alegría por la salida de la Marina. Precisamente, la única que debe ser juzgada y debe pagar por sus crímenes en Vieques es la Marina. Ese es el mensaje que tenemos que llevar a todos los rincones del país para que no haya un solo jurado capaz de encontrar culpables a los acusados del 1 de mayo.
La defensa de estos compañeros tiene que ser firme y contundente. No podemos permitir que la Marina o el gobierno federal nos impongan su definición de delito y traten a los compañeros como si fueran delincuentes. Hay que poner a la Marina en el banquillo de los acusados ante el pueblo, en un juicio claramente político. Según los federales el vehículo “Humvee” quemado el 1 de mayo vale sobre $30,000.00; ¿cuánto vale la vida de un viequense como David Sanes o Milivy Adams? ¿Dónde está el piloto que mató a David Sanes? Que conteste la acusada.
Foto: tomada de internet