| Publicado el 13 septiembre 2020
Nota editorial: El siguiente escrito se publica como parte del debate sobre la coyuntura electoral y las tareas de lxs socialistas. Con ésto buscamos continuar el debate que se abrió al interior del Movimiento Socialista de Trabajadoras y Trabajadores (MST) y que ha continuado públicamente con otrxs comañerxs de diferentes organizaciones progresistas, de izquierda, independentistas y/o socialistas. La postura actual del MST en torno a las elecciones es la siguiente:
“El MST reafirma su posición de lucha en la calle como prioridad para lograr conquistas de la clase pobre y trabajadora del país para lograr la independencia socialista. A la misma vez reconocemos el interés y el derecho de quienes plantean adelantar estos objetivos mediante el voto por el PIP. Respetando esta diferencia creemos que a fin de cuentas votantes y no votantes que luchamos todos los días, coincidiremos en la lucha en la calle.”
Nota del Comité Central del MST:
En Puerto Rico, las elecciones apasionan hasta a los más curtidos críticos de la democracia burguesa y el régimen colonial. Incluso quienes le restan importancia al proceso dedican cada cuatro años algo de energía a debatir por qué son tan poco importantes y qué transgresiones han cometido ahora los engatusados electoreros. En el pasado, esos debates han sido poco amigables, por decirlo de alguna manera. Resultaría refrescante poder abordar esta vez el tema sin la necesidad de los ríos de recriminaciones a los que venimos acostumbrados.
La decisión de publicar en estas páginas un artículo defendiendo la participación de socialistas en el Movimiento Victoria Ciudadana (MVC) es, en ese sentido, sumamente importante. No sólo es un acto de camaradería necesaria, sino también un posicionamiento político: deja claro que en Bandera Roja no se rehúye de la polémica y que este es un espacio que se concibe, en sus mejores momentos, como algo más que un estrecho órgano partidario.
El artículo en cuestión, ¿Política socialista en Victoria Ciudadana? ya ha despertado bastantes respuestas, más o menos serias. No es mi intención aquí refutarlo, sino tomarlo como pie para una reflexión sobre los límites de la política socialista frente a esta coyuntura electoral.
Tanto del escrito como de las respuestas se desprende que uno de los obstáculos más fuertes a la aceptación de la idea de apoyar al MVC desde la izquierda es el liderato de Alexandra Lúgaro. Es entendible y saludable aproximarse a su figura, y a la de cualquier líder, con escepticismo. Pero más allá de su pasado, e incluso si aceptáramos que Lúgaro ha cambiado, queda el problema de su indefinición.
Ese vacío—la imposibilidad de responder satisfactoriamente a la pregunta “¿en qué realmente cree Alexandra Lúgaro?”—lleva a los socialistas que apoyan al MVC a subrayar la importancia de la Agenda Urgente y a sus críticos a despotricar contra su historial.
El beneficio de poner a la cabeza de un movimiento un nombre relativamente vacío es que cualquiera se puede identificar con él. “Lúgaro” puede querer decir infinidad de cosas. La pregunta es: ¿hasta qué punto su éxito dependerá de su capacidad para ser espejo del sentido común? En otras palabras, cuando empujen los socialistas para definir hacia la izquierda la Agenda Urgente tendrán que lidiar con la resistencia natural de un proyecto que se sabe efectivo por que no asume posiciones claras. Para ser un partido que se define “por propuestas y no por ideología”, el MVC aún no ha presentado un programa político concreto para Puerto Rico—mucho menos uno que sea más claramente de izquierda que el programa socialdemócrata del Partido Independentista Puertorriqueño (PIP). Si definir la Agenda Urgente es la tarea de los socialistas al interior del MVC, quizá se enfrenten al problema de que, como programa mínimo, ésta es efectiva precisamente donde no se define.
Antes de continuar, una pregunta necesaria: ¿qué perdimos en el socialismo puertorriqueño con la desaparición del Partido del Pueblo Trabajador (PPT)? La hago desde una autocrítica, sabiéndome uno de los que en 2012 y 2016 atacó sin pena ese proyecto. Sin embargo, con el beneficio de la distancia, es posible ver que en el paso del PPT al MVC perdimos algo valioso para la lucha de la clase trabajadora en Puerto Rico. Con todos sus defectos, el PPT era un partido que se insertaba en una tradición de política obrera que no ha tenido sino esporádica representación en las elecciones desde la desaparición de los partidos socialistas del siglo XX. Su aspiración de ser partido de la clase obrera sería contradictoria, pero no dejaba de ser importante que una fuerza política aspirase a esto. Era un partido que se sabía y le dejaba saber a todos de qué lado estaba en la lucha de clases. En su desaparición y aparente sustitución por el MVC se pierde esa claridad. El PPT fue siempre un proyecto nacido de la izquierda socialista, una apuesta estratégica justificada en términos de un horizonte de poder popular, anti-neoliberal y contrahegemónico. Para quienes hemos militado en una izquierda que se pensó más radical que eso, perdimos con su disolución una contraparte que, mal que bien, servía para dejar claro que en el movimiento socialista había vida.
Como mencioné, el MVC es una fuerza que hace de la indefinición una virtud. La estrategia de la indefinición es la que ha dominado la práctica de los partidos y candidatos “nuevos” a quienes nos hemos acostumbrado a ver a surgir cíclicamente desde que Rogelio Figueroa apareció en escena en 2008. Quizá Alexandra Lúgaro rompa con la tendencia que ha plagado esos proyectos hasta ahora: emergen con fuerza para luego disolverse en las próximas elecciones. Quizá el MVC haya dado con una fórmula para evitar que le pase lo que a Puertorriqueños por Puerto Rico o al PPT. Está por verse.
En este sentido, el MVC avanza por el peor lado del proyecto del PPT. Este último se funda sobre una hipótesis que plantea básicamente lo siguiente: que el pueblo trabajador, cuando escucha hablar de independencia o socialismo, cierra los oídos y, por lo tanto, no los abre si no se le habla en otros términos. No es una idea del todo descabellada. El discurso de la izquierda tiene serios problemas para calar entre la gente. Si decir “proletariado” y “lucha de clases” fuera la clave, ya estaría medio Puerto Rico bailando al son del internacionalismo y el materialismo dialéctico.
En vez de retar pedagógicamente los elementos anti-políticos del sentido común, en la práctica se los puso al centro del discurso, construyendo así una posición tan indefinida como indefendible, con la esperanza de atraer gente. Se desprende lógicamente de ahí el MVC como próximo paso: del abandono del discurso socialista se pasa al abandono del discurso explícitamente pro-obrero. Qué sustituirá esos discursos está aún por dirimirse. En la esperanza de que, con su trabajo político, un grupo como Democracia Socialista pueda empujar y definir ese proyecto de nuevo hacia la izquierda, podremos contestar a la pregunta de Lefevre: ¡política socialista no sólo en Victoria Ciudadana, sino en todas partes!
Sería un error comentar todo esto sobre la indefinición sin explicitar la más clara: su posición en torno al estatus. Victoria Ciudadana es un partido que se niega a regirse por los esquemas imperantes de estatus. Los sustituye por un discurso que gira en torno a la tecnocracia: natural que prospere la consigna contra la “mala administración” y su campaña se concentre en tener las mejores personalidades. ¿Qué se pierde y qué se gana al sustituir un esquema ideológico (el del estatus) por otro (el del gobierno “de los mejores”)?
Hoy, para sorpresa de muchos, nadie niega la realidad del sistema colonial. Desde la aprobación de la Junta está claro que incluso el mínimo de autonomía local que tenía el ELA ha desaparecido. En Estados Unidos, el proyecto reaccionario sume al país en el caos, y dentro de la oposición la opción de izquierda, representada por Bernie Sanders, ha sido derrotada por segunda vez. Se me hace inconcebible que, frente a esta situación, cuando los límites de la colonia y los excesos del imperio se distinguen con mayor claridad, no se asuma una posición anti-colonial clara. Más aún, es difícil entender por qué, a partir de un argumento estrictamente legalista, se pasa a darle legitimidad a los estadistas fuera del PNP. Sí, la Declaración 1514 de la ONU reconoce la anexión como una posible forma de descolonización, pero también plantea ciertas condiciones para que se pueda descolonizar de esta manera que en Puerto Rico no existen. En este contexto debería ser prioridad la destrucción del anexionismo como movimiento: si quienes creemos en la independencia no atacamos el proyecto imperial, nadie lo va a hacer.
Sería un error, por lo tanto, permitirle a los estadistas darse un baño de descolonización justo en el momento que el PNP cae en su peor crisis. Sería imperdonable que al interior del MVC no se polemizara activamente contra la aceptación de la estadidad como opción descolonizadora, incluso si por el momento fuera necesario aceptar que esta particular indefinición sea parte de lo que caracteriza ese partido con la esperanza de acercar hacia este el descontento con el PNP.
Tomando en cuenta estos elementos, habría que ver si en las elecciones hay alguna opción que tenga más coherencia con la estrategia socialista e independentista. La realidad es que la hay; el PIP tiene un programa claramente socialdemócrata y candidaturas excelentes a todos los puestos. En estas elecciones, quien vota desde la izquierda tiene una opción clara que coincide con sus ideales y que se ha probado en las luchas recientes del pueblo. La posición del MST va dirigida en ese sentido aunque, por no dejar títere con cabeza, resulta una posición pasiva ante una coyuntura que demanda una táctica más comprometida si se desea incidir en ella.
Para concluir, algo sobre la agonía del capitalismo: difiero de la idea de que el programa del PIP o el del MVC sean de transición. La penosa realidad es que aún en Puerto Rico ningún partido, en las elecciones o fuera, ha propuesto un programa de transición creíble. Mi esperanza es que en un futuro cercano se presenten a las elecciones candidatos y candidatas que enarbolen esa bandera: la que conjuga el fin de la colonia no sólo con la reforma de los peores excesos del capitalismo – un paso necesario – sino con la destrucción de la sociedad de clases y la desaparición del Estado. ¿Quién se parará en un debate y articulará como horizonte la singular concepción de liberación de la humanidad que sólo encontramos en la tradición comunista? Esta tarea, la de usar las elecciones como monte desde el cual condenar el capitalismo y la colonia, parece ser una a la que todos los socialistas han renunciado.
Al final, hasta que los socialistas no nos metamos en todas partes, no estaremos en ningún sitio.
Excelente artículo; presenta ideas inteligentes y de forma clara. También destaca tanto en respetar las posturas diferentes que hasta realiza una autocrítica al mst por haber atacado al ppt.
Me alegra el entusiasmo del autor con la idea de que los socialistas estén en todos lados. Dado eso, sí algunos socialistas están en mvc, los socialistas deberían votar por ellos. Pero solo propone votar pip (lo cual también me parece razonable).