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BREL1| Publicado el 30 marzo 2019
La Secretaria de Educación Julia Keleher presentó el 24 de marzo una propuesta de cambios en las condiciones de trabajo del magisterio que contempla una extensión de hora y media en la jornada de trabajo, una promesa de aumentos escalonados, un incremento en la evaluación del magisterio entre otros. La propuesta de la Secretaria la hemos tenido que descifrar interpretando sus expresiones en varios artículos de los periódicos del país lo que se presta para la especulación. El debate y la discusión se ha tornado en uno sobre si es un aumento real o como han argumentado varias organizaciones magisteriales, una reducción del salario. El problema que encuentro con ese contexto es que nos puede llevar a la pregunta ¿cuál sería el aumento mínimo que puede justificar un aumento de jornada? Definitivamente la extensión de jornada es facilitarle la entrada a la privatización de la educación.
¿Por qué tantos años sin aumento?
El magisterio puertorriqueño ha sido uno de los principales opositores a las políticas neoliberales en el país. La Federación de Maestros de Puerto Rico (FMPR) presentó en el año 2005 una propuesta de convenio que contemplaba negociar un aumento de salario escalonado por años de experiencia que elevaría el salario básico a 3 mil dólares mensuales para compensar el incremento en el costo de la vida producto de la inflación. Esa propuesta de convenio enfrentó la más dura oposición del patrono-gobierno por qué no sólo atacaba las condiciones de trabajo del magisterio sino que al mismo tiempo frenaba el deterioro y privatización de la educación pública. La reducción de estudiantes por grupo, el retiro a los 25 años sin límite de edad, y la democratización del proceso de organización escolar fueron los asuntos principales en el debate público durante casi 4 años. Esa campaña de agitación, educación y movilización culminó en una huelga de 10 días que logró un aumento de $150 dólares mensuales y un compromiso de no implantar las escuelas charter en el país.
El magisterio puertorriqueño sufre hoy las consecuencias de la represión por esa resistencia. La desertificación de la unión asestó un duro golpe al magisterio, no sin antes debilitar el apoyo de los demás trabajadores del gobierno. Apenas unas semanas antes de iniciar la huelga magisterial el entonces gobernador, Aníbal Acevedo Vilá, cerró con aumentos salariales las negociaciones de todas las demás uniones bajo la ley 45 que llevaban largos meses empantanadas. Lo que fácil llega fácil se va, algunos de esos empleados fueron despedidos, y a otros se les redujo el salario bajo la Ley 7 y el gobierno de Fortuño. En síntesis, si por un lado no obtuvimos aumentos de salario por el otro lado no sufrimos la reducción de salarios y despidos que vino después.
15 años de injusticia salarial
El Departamento de Educación tiene una serie de leyes que regulan el salario mensual que recibe cada maestra. Los maestros tienen derecho a pasos que elevan el salario básico por cada año de experiencia durante los primeros 10 años ($25 mensuales), además de pasos por concepto de estudios graduados de maestría y doctorado ($75 mensuales). Además, el salario se calcula sumando los aumentos negociados y concedidos y los diferenciales de salario por trabajar en algún área geográfica, nivel universitario o educación técnica y vocacional etc. La ley de carrera magisterial otorgó también una serie de aumentos por etapas a aquellos maestros que realizaban estudios graduados y cumplían con una sería de procesos burocráticos bastante arbitrarios, onerosos y redundantes.
En la práctica la aplicación de dichas leyes no ha sido consistente. La implantación de las ley 7 bajo Luis Fortuño y luego la ley de ajuste fiscal de Alejandro García Padilla eliminó, salvo excepciones, los aumentos de la carrera magisterial y los pasos por años de experiencia. Esto ha creado una serie de inequidades en la escala salarial real del magisterio que mantiene a muchas maestras en salarios cercanos al básico teniendo sobre 10 años de experiencia.
¿Alguien sabe que propone Keleher?
Hoy la Secretaria del Departamento de Educación, Julia Keleher, propone elevar el salario promedio del magisterio a 40 mil dólares anuales. El salario básico de los maestros es $1,750 mensual. El salario promedio ronda los 28 mil anuales según indicó la secretaria en la conferencia de prensa. A pesar de la falta de claridad en los detalles de la propuesta, ella manifestó varias características del llamado aumento (1) que estaría condicionado a un incremento en la jornada, en las tareas e incorporaría más cambios en la evaluación punitiva, (2) que el aumento sería diferente dependiendo del salario que ya posea el docente, (3) que el aumento se daría por etapas para controlar el efecto presupuestario, (4) que solicitó 1.2 mil millones de dólares adicionales para el presupuesto.
Cabe señalar que la Junta de Control Fiscal propuso en uno de sus informes que se realizara un aumento de $500 mensuales a maestras y policías. Conociendo las intenciones de Keleher en el Departamento de Educación es más probable que la solicitud de aumento en el presupuesto tenga más que ver con la privatización del sistema educativo. Las propias empresas privatizadoras han solicitado más fondos para operar los planteles pues la cantidad asignada no les ha resultado rentable, lo cual sumado a la resistencia de las comunidades escolares ha frenado la implantación de las llamadas escuelas alianzas.
La propuesta de la secretaria, sin duda, no busca resolver las inequidades salariales, es realmente un cambio en las condiciones de trabajo. La propuesta se trata de una carnada para que la presa muerda y caiga en la trampa del aumento de jornada. La imposición de un aumento pequeño con promesas de aumentos futuros nos deja a merced de las decisiones posteriores de nuevos gobernantes, cambios en prioridades, los acuerdos con bonistas etc. Podrían dejarnos con el cambio de jornada y sin ningún aumento real. En segundo lugar un aumento por etapas a estas alturas del cuatrienio es una compra de votos para garantizar la reelección de Ricardo Rosselló. Tercero y más importante el incremento de jornada busca crear condiciones de trabajo similares a la de la empresa privada para facilitar la implantación de las escuelas charter.
La propuesta de Keleher viene acompañada de una serie de cambios al sistema educativo que para la gente común podrían sonar positivas. La realidad es que si el Departamento de Educación plantea que tiene el presupuesto para otorgar aumentos salariales el magisterio debe desarrollar una lucha militante que logre por un lado mejorar las condiciones de trabajo y por el otro lado mejorar el maltrecho sistema educativo.
La jornada laboral y la fuerza de trabajo
La clase trabajadora en general recibe como paga el mínimo necesario para la recomposición de su fuerza de trabajo. Cada trabajo es diferente y la recomposición de esa fuerza de trabajo está ligada al carácter de su labor. En la sociedad capitalista el rol del magisterio es adiestrar la fuerza de trabajo de las futuras generaciones, la domesticación social y en el estado represivo de hoy la escuela es también el primer filtro para la penalización de la pobreza. Algunas maestras asumimos el rol educativo desde una perspectiva revolucionaria, pero no quita el hecho de que nuestro trabajo contiene elementos represivos y coercitivos para la vida en sociedad.
Independientemente de nuestra concepción política individual, la fuerza de trabajo magisterial es fundamentalmente emocional pues más que una transmisión de conocimiento la maestra tiene que trabajar con un centenar de individuos para colaborar en su transformación. La sociedad y nuestra consciencia nos imponen trabajar bajo unos estándares éticos superiores que la mayoría de los trabajos de oficina. Se trata del trabajo diario con niñas, niños y adolescentes que además sufren las consecuencias de una sociedad de mucha pobreza, desigualdad, machismo, violencia y falta de acceso a salud, trabajo y viviendas dignas. Cada uno de esas niñas y niños, jóvenes y adolescentes son un ser humano con sus preocupaciones y problemas los cuales afectan al magisterio directa e indirectamente. Dicha situación se agrava entre trabajadoras sociales y consejeras cuya labor principal es atender de manera directa las problemáticas que crea la desigualdad pero sin las herramientas de cambio social para resolverlas de manera colectiva y definitiva.
En ese sentido la fuerza de trabajo magisterial no es física, es emocional e intelectual por lo que el tiempo de ocio que requiere una maestra debe ser diferente al del trabajador de oficina. Lamentablemente, el incremento en la intensidad del trabajo por causa de las evaluaciones y el trabajo administrativo, además de los desfases en el currículo, las expectativas administrativas y la realidad social causan una crisis profunda en el estado emocional colectivo del magisterio. El horario de 6 horas, las vacaciones de verano, los recesos de navidad forman parte de las condiciones de trabajo particulares del magisterio y tenemos que defenderlas. No es momento de estar hablando de aumentos de jornada, es momento de hablar de justicia salarial, de crear ambientes adecuados y sacarle el guante de la cara al magisterio.
Conclusión
Algunos de los objetivos de la secretaria se pueden lograr reconociendo los reclamos que ha hecho el magisterio por años. En la propuesta de convenio colectivo que se presentó en el 2005 y que el Secretario de Educación Rafael Aragunde se negó a negociar se recogieron múltiples propuestas que están vigentes al día de hoy. Se puede extender el horario escolar y aumentar la oferta de cursos, crear organizaciones escolares con diversidad de estrategias y fomentar la comunicación con padres y madres sin afectar las condiciones de trabajo de la maestra común. Proponemos las siguientes ideas para que el magisterio militante las discuta y retome:
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