En años recientes, hemos escuchado hablar de las generaciones en conflicto, diferencias generacionales, o cómo algún asunto afecta desproporcionadamente alguna generación. Muchas veces se trata de generalizaciones y simplificaciones. Trataremos de darle claridad al tema.
Desde siempre ha existido tensión entre las generaciones que coexisten. En diversos momentos, aquellos de mayor edad se lamentan de la pérdida de valores entre los jóvenes, mientras que éstos ven a sus mayores como anticuados. Se pueden encontrar ejemplos de este tipo de tensión en todas las épocas históricas.
En los tiempos de crisis actual, se ha generalizado el adjudicar culpas a diferentes generaciones. Se escucha hablar de cómo unos u otros la han tenido fácil, o han agotado los recursos de la sociedad, entre otras acusaciones. Se habla de estas generaciones como de grupos claramente diferenciados, con intereses, perspectivas y acciones con repercusiones en todos los niveles.
¿Choque generacional?
Esta visión es una simplificación de múltiples dinámicas. Evidentemente, las experiencias compartidas por un grupo le dan cohesión y posturas similares. Pero esas experiencias no sólo responden a la edad: hay otros factores como la clase social, la nacionalidad, el género, o el nivel de escolaridad.
La idea de las generaciones como grupos discretos es un invento de mercadeo. Luego de la 2da Guerra Mundial, las estadísticas identificaban un aumento en la tasa de nacimientos (el llamado «Baby Boom») y apareció un gran mercado para productos familiares e infantiles. En años subsiguientes se seguiría hablando de los babyboomers según entraban a la adolescencia, la edad adulta, o la vejez. Sin embargo, aparte del fenómeno demográfico señalado, es imposible identificar limites claros entre una generación y otra de un modo que resulte en distinciones tajantes.
Además, no existe un referente teórico que explique el fenómeno en toda su complejidad. Hay dos aproximaciones más ó menos útiles. En 1923, Karl Mannheim planteó cómo en ocasiones eventos históricos marcan a los jóvenes, y esto informa sus perspectivas posteriores. Estas perspectivas comunes, sin embargo, varían de acuerdo a la clase social, la cultura, etcétera.
La otra teoría es la desarrollada por Neil Howe y William Strauss en 1991. Sin embargo, se trata de «sociología popular» que pretende explicar fenómenos sociales con fórmulas simples y altisonantes, sin ser un trabajo académico. Desde su perspectiva, todas las generaciones que han existido se agruparían en cuatro arquetipos que se repiten cíclicamente, de acuerdo a la etapa de la vida en la que se encuentran sus miembros en cada punto del ciclo. Aunque sus arquetipos pudieran explicar algunos elementos de las generaciones más recientes, su extrapolación a un ciclo histórico parece dudosa. Además, las características generacionales que plantean no dan cuenta de otras que responden a elementos de clases, étnicos, y demás.
Las generaciones existentes
Con esto en mente, podemos identificar cuatro generaciones coexistiendo en la actualidad. En primer lugar está la llamada generación Silente, que conoció el mundo antes de la 2da Guerra Mundial, aunque era muy joven para pelear en ella, y vio el comienzo de la Guerra Fría y el estado benefactor. Muchos pelearon en la Guerra de Korea.
A éstos les sigue la generación Babyboomer, que ya hemos mencionado. Nacida luego de la Guerra, hasta comienzos de la década de 1960, creció en la bonanza económica de la posguerra, la primera con televisores, autos y electrodomésticos en cada casa. Una particularidad de este grupo es su gran número: hoy se le menciona en discusiones sobre pensiones, pues según va entrando a la vejez se considera que son «demasiados». Ésta es la generación de los hippies, la oposición a la Guerra de Vietnam, y la radicalización de la juventud.
Luego viene la llamada Generación X: aquellas personas nacidas entre comienzos de la década de 1960 y comienzos de la de 1980. Ésta creció durante el período de cuestionamiento a las instituciones de la generación anterior. Se les trató como jóvenes cínicos, cuya crianza fue dejada al televisor. Es la generación MTV, que en su infancia y juventud vio la caída del Bloque Soviético y el fin de la Guerra Fría, y el comienzo del neoliberalismo. Finalmente, es la última generación que recibió entrenamiento para un mundo pre-digital.
Le sigue la generación de los Millenials. Se trata de los nacidos desde mediados de la década de 1980. Este grupo sólo ha conocido un mundo en que EE.UU. es la única potencia, con el estado benefactor desmantelándose, y sumergido en la tecnología. Les ha tocado crecer para convertirse en adultos en la crisis actual.
Las generaciones como herramienta de análisis
Como dijéramos más arriba, estos modelos generacionales no dan cuenta de todos los fenómenos sociales e históricos. Sin embargo, tomados cuidadosamente, y considerándolos junto a otros elementos que hemos mencionado, pueden ayudar a arrojar alguna luz.
Si consideramos el desarrollo de las clases sociales en Puerto Rico, podemos identificar en la generación Silente a los trabajadores de las industrias traídas al país durante la década de 1950 que vivieron la disolución de las grandes centrales sindicales, y a los protagonistas de la Gran Migración. En la pequeña burguesía, vemos un aumento del estrato de los intelectuales tras el surgimiento del Instituto de Cultura y el crecimiento de la UPR. La burguesía local, con las transformaciones del período, queda convertida en socio menor de la americana.
En la generación Babyboomer, hay una transición de los trabajadores a las 936 y el gobierno, que comienzan a plantear un nuevo sindicalismo en los 1970. Los sectores pequeñoburgueses e intelectuales producto de la UPR masificada que no caben en las diversas profesiones son absorbidos en el gobierno, y algunos se convierten en accionistas menores de empresas. La burguesía continúa como socia de la americana, y recibe el influjo del exilio cubano, que marcará sus lineamientos políticos, sociales y culturales.
Con la Generación X vemos a una clase trabajadora cesanteada de las 936 y el gobierno, terminando en el servicio o “reinventándose”. De entre sus estratos más bajos se desarrolla el sector que se vuelve completamente dependiente de las ayudas gubernamentales o del narcotráfico. A la pequeña burguesía le caracteriza una precarización creciente, y se ve la llamada «fuga de cerebros». La burguesía de esta generación se vuelve privatizadora, y empieza a enfocarse en el mercado de bonos de gobierno.
Entre los Millenials, vemos trabajadores de servicio y los comienzos de una nueva Gran Migración. Aquel sector dependiente de ayudas se encuentra encerrado en un ciclo de pobreza, convirtiéndose en los «cuponeros» demonizados en los medios. La pequeña burguesía es la protagonista de la primera oleada de aburguesamiento de los centros urbanos, y la burguesía hereda la especulación en bonos y la política privatizadora.
Ejemplo: el melonismo
Podemos poner un ejemplo de cómo se interrelacionan la generación, la nacionalidad y la clase en un fenómeno poco estudiado de la política puertorriqueña: el melonismo. Con este término se describe a aquellos sectores independentistas que apoyan al Partido Popular Democrático, que defiende el status colonial. Existen dos tipos de melón, que se pueden definir por su posicionamiento de clase y su generación.
El independentismo siempre ha sido pequeñoburgués, aunque el las décadas de 1960 y 1970 asumió el socialismo, y logró absorber una parte de la clase obrera organizada. Ese sector, babyboomer y pequeñoburgués, es uno de los tipos de melón. En su militancia de juventud vivió grandes persecuciones, en su mayoría bajo el gobierno de Romero Barceló y el Partido Nuevo Progresista. Este sector vive aterrado de regresar a esa realidad, y apoya al PPD para derrotar al PNP electoralmente. Por otro lado, luego de su acercamiento a la clase obrera, la pequeña burguesía decidió que no avanzaría por esa vía; abandonó el socialismo en la década de 1980, y desde entonces se esfuerza por aliarse al sector «soberanista» del PPD que, desde su perspectiva, podría apoyar un proceso de descolonización.
El melón de la Generación X es más pragmático. Es también un sector pequeñoburgués, pero al no tener la experiencia de llevar la fachada socialista, se expresan las tendencias individualistas de la clase. Entre éstos no existe el temor al PNP, y su apoyo al PPD es incluso menos vocal; lo común es verles asumiendo puestos de confianza en los gobiernos de ese partido. Generalmente se ven a sí mismos como «cambiando el sistema desde adentro», que no pasa de ser una excusa, dada su complicidad con las políticas neoliberales. Parecen mantenerles en sus puestos los jugosos salarios que devengan.
A modo de conclusión
Las diferencias en la crianza y lo que le ha tocado vivir a cada cual producen diversas perspectivas sobre los problemas de la sociedad. Es entendible que existan tensiones entre una generación y otra, lo que a veces es un límite a la solidaridad: si el otro no tuvo la experiencia que nos lleva a asumir una postura, no puede entenderla cabalmente. Pero cabe preguntarse: ¿quién es el enemigo? Aún con las diferencias generacionales, la clase trabajadora se enfrenta continuamente a un capitalismo salvaje. Lo que necesita es franquear los escollos entre generaciones y aprender de las experiencias de cada cual, de manera que puedan enfrentar los retos del presente unidas.
Nota editorial: Este artículo fue publicado originalmente en el magacín impreso Bandera Roja #3/verano 2017
Dibujos: Sebastian Ríos Viruet (viruet.2017)