¿Cuál es tu perspectiva?

| Publicado el 14 febrero 2017

Ernesto Chévere Hernández
Bandera Roja

Me propuse inicialmente escribir sobre este tema en alguna sección de análisis o investigación. Plantear los datos concretos y argumentar científicamente sobre cómo se yuxtaponen las variables dentro de lo que es la perspectiva de género. Sin embargo, en el proceso me ha nublado la vista el desasosiego y una profunda indignación, por esto no puedo sino publicarlo como «opinión».

La carta circular Núm. 19, 2014-2015, que establecía la Política Pública sobre Equidad de Género y su integración al currículo académico en Puerto Rico, ha sido derogada por el gobierno de turno sin el más mínimo debate ni discusión. Esto ha generado acalorados debates entre quienes se oponen a su eliminación y quienes entienden que el gobierno hace lo correcto.

Desconozco cuántos lectores habrán ojeado la carta, pero me nace suponer que quienes se posicionan en contra de la incorporación de la perspectiva de género en la educación – al igual que en todas las instancias de nuestra sociedad – realmente no la han leído. Y es que prefiero pensar que no la han leído a que en efecto la leyeron y se oponen a sus planteamientos.

Por ejemplo, en la página cuatro de la carta circular se establece que:

«La equidad de género significa una distribución justa de los beneficios, el poder, los recursos y las responsabilidades entre las mujeres y los hombres. La inequidad de género se refiere a las desigualdades injustas, innecesarias y prevenibles que existen entre las mujeres y los hombres. Esas desigualdades suelen privilegiar lo masculino, subordinar a las mujeres y afectar a todas las personas. La inequidad de género y el discrimen producen violencia contra las niñas y las mujeres. Esto también afecta a los niños y a los hombres, ya que las expectativas de género se relacionan con los altos niveles de violencia y conductas de riesgo que se asocian con el género masculino. A nivel internacional (ONU), se ha establecido que los esfuerzos de prevención de la violencia deben enfocarse en la niñez y la juventud, pues es mediante la formación de valores de respeto y equidad que se logra combatir más efectivamente la violencia de género. Siendo así, es crucial tomar acción afirmativa a favor de la equidad de género».

 ¿Cómo puede una persona mínimamente sensata oponerse a esto? En Puerto Rico, la cantidad de mujeres víctimas de violencia de género fue de 6,309 en 2016 según la oficina de la Procuradora de las Mujeres. Además, hubo nueve asesinatos por violencia de género a la fecha de agosto 2016 (no hay datos más actualizados).

Resulta imprescindible que en una sociedad tan machista como la nuestra se comience a enseñar desde temprana edad que los roles de género son una construcción arcaica que privilegian lo masculino. Es igualmente indispensable dejar de reproducir los estereotipos que promueven las desigualdades de género – entre otras desigualdades -, que no solo aportan a la perpetuación de las perspectivas de dominación patriarcal que subordinan a las mujeres y a las minorías en general, sino que además contribuye a la violencia de género y a los crímenes de odio.

¿De qué manera se puede argumentar que la implementación de la perspectiva de género en la educación para intentar erradicar las desigualdades es negativa? Más aún, ¿desde qué marco «moral» se sostienen quienes se oponen a su incorporación en el currículo académico? Vivimos en una sociedad liberal que se alimenta del principio de la «igualdad» para legitimarse, sin embargo, la justicia se perfila inexistente. Parecería ser que es nuestro Destino Manifiesto acatar tácitamente la pérdida de derechos y la institucionalización de la injusticia… ¡No! Cuando una clase promete trabajar por la justicia, y de manera recurrente no cumple, un pueblo cansado debe organizarse y gritar indignado: ¡Se acabaron las promesas!