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BREL1| Publicado el 1 abril 2016
Miles de estudiantes acudieron el pasado 15 de marzo a lo que posiblemente fue la asamblea estudiantil más concurrida en los últimos 33 años de la historia de la UPR, masividad que se mantuvo y se multiplicó durante los días de paro. Para la gran mayoría de nosotrxs esto fue una sorpresa, pero si repasamos la historia reciente se nota una continuidad entre distintos procesos que ahora comienzan a tomar forma de movimiento. Entre 2014 y 2015 se realizaron paros denunciando políticas como la Ley 66, los recortes presupuestarios e impuestos regresivos. Incluso, en la pasada asamblea multisectorial del 2015 se llegaron a aprobar reclamos como la moratoria al pago de la deuda y un referéndum constitucional para enmendar el artículo que coloca la deuda por encima del país. Lo que se esta viviendo hoy en la UPR es la maduración de un movimiento estudiantil que reconoce que sus problemas van más allá de la universidad y que se debe insertar activamente en el debate público del país.
Como todo proceso que avanza, el movimiento tiene que sobrepasar obstáculos que ya se están comenzando a ver. Luego de los paros exitosos de 7 recintos y la movilización relámpago que se hizo en Hacienda, el movimiento tiene el reto de canalizar esa espontaneidad para enfrentar la próxima jornada de lucha. Algunxs han mencionado que el mayor obstáculo es lo amplio e “inalcanzable” que son nuestros reclamos o lo inmaduro que es el movimiento, incluso la falta de organizaciones políticas fuertes internamente. Sin embargo, yo entiendo que es un asunto de estrategia y táctica como también de qué tipo de cultura y organización queremos generar entre lxs estudiantes para enfrentar las próximas embestidas del capital.
Entender la Guerra
Tan reciente como el 29 de marzo, el Presidente de la UPR junto a los 11 Rectores publicaron una carta llamando a defender la UPR ante la Junta de Control Fiscal y mayores recortes presupuestarios. Más risible aún es que se proyecten como los mayores defensores de la autonomía universitaria, cuando la mayoría de los miembros de la Junta de Gobierno de la UPR (donde se toman las decisiones de la universidad) son electos por el Gobernador. Esta declaración se da a pocos días de que el Gobernador se expresara en contra de la Junta.
Aquí hay un evidente juego político que parece muy similar a lo que intentaron hacer en la lucha contra el IVA y los recortes en el 2015. El ejecutivo determina una línea política y el Presidente de la UPR acata como buen soldado de fila. Me parece que la intención latente del gobierno es movilizar al país para presionar al congreso y luego negociar una versión barnizada de lo que sería una Junta de Control Fiscal. Como en el 2015, el reto para este movimiento estudiantil será generar consignas y acciones que los partidos dominantes no puedan cooptar, pero que logren aglutinar una amplia cantidad de personas que quieren cambios en el país
El esquema de “colonia vs. soberanía” o “austeridad vs. Democracia” planteado por el profesor Carlos Pabón[1] me parece un buen lugar para empezar. Primero hay que entender que la Junta viene como la expresión política de la garantía constitucional que existe para el pago de la deuda. Precisamente por esto es que los políticos, fondos buitres y capitales financieros[2] han endeudado a Puerto Rico al límite, porque apuestan al fracaso. La garantía federal junto a los incentivos que les ofrece Puerto Rico, que no tienen en los Estados Unidos, hacen de la isla un refugio fiscal para estos multimillonarios, dentro de las mismas fronteras de EE.UU[3]. Claro, todo esto pagado por el trabajo del pueblo.
Lo que nos están diciendo con la JCF es que la poca democracia que existe en Puerto Rico es muy amplia para las medidas de austeridad que se pretenden imponer con el fin de cumplir con la avaricia de estos bonistas. Así que sí, esto es un asunto de democracia y austeridad, pero la democracia se ha vaciado de contenido y creo que eso es clave para entender el aparente consentimiento de la población ante una Junta de Control Fiscal. La falta de legitimidad del sistema político actual hace que sea fácil para mucha gente aceptar una junta que venga a “fiscalizar” el gobierno corrupto, aunque eso signifique menos democracia.
Al rechazo de la JCF hay que darle una respuesta política que no necesariamente se contesta tan fácilmente con votar por alguna de las tres opciones de status político. La consigna “El pueblo antes que la deuda” contiene el reclamo económico de proponer el pago de los servicios sociales por encima de la deuda, pero necesita una propuesta política también. ¿Cómo se traduce en las relaciones de poder que el pueblo esté por encima de la deuda y los buitres? ¿Cómo construimos poder colectivo?
Este es el marco en el que se desarrolla la lucha estudiantil que en sus exigencias principales no lleva la renuncia del presidente, sino reclamos de carácter nacional y político. Las movilizaciones estudiantiles han sido sobre cuáles deben ser las prioridades de un estado y quienes deben tomar las decisiones en el país. Es la respuesta de jóvenes que están viviendo la precarización desde todos lados y ven su espacio de encuentro, la universidad, como el lugar desde donde pueden darle respuesta a tanto atropello. Quien diga que esto es un movimiento controlado y motivado por organizaciones políticas, y no la legítima respuesta de jóvenes a la situación del país, está haciendo suposiciones sin entender la realidad del proceso que se va desarrollando. Pero lxs estudiantes estamos clarxs y por eso vamos pa’ lante.
En ese sentido, la movilización en la calle y la organización colectiva desde abajo es nuestra mejor propuesta política ante la falta de alternativas entre una JCF o el gobierno actual. Es nuestra mejor propuesta porque de ella sale la cohesión necesaria para disputar poder con el gobierno. Ante el silencio ensordecedor estamos sonando sirenas de alarmas y gritando que en la lucha hay esperanzas.
La calle nos da poder
Hay una relación dialéctica, casi amorosa, entre organizar y accionar, que cuando se pone en práctica genera resultados transformadores. Antes de la asamblea estudiantil y el paro, solo habían dos comités de base haciendo trabajo consistente: el Colectivo Amplio Estudiantil en Lucha (CAEL) y Por un mejor IRT (estudiantes de Relaciones Laborales). Luego del paro se conformaron 6 comités más de carácter de base y uno para la comunicación del movimiento, el Centro de Comunicación Estudiantil (CCE). Las asambleas y las acciones como el paro han sido claves para el movimiento porque permitieron que muchxs estudiantes preocupadxs por la situación universitaria y del país se encontrarán para hacer algo al respecto.
Ante la falta de organizaciones que mantuvieran la lucha activa y sirvieran de catapulta para organizar el movimiento estudiantil, los paros se convirtieron en la herramienta que nos permitió detener la cotidianidad del día a día y encontrarnos como universitarios para accionar. La estrategia consistió en utilizar el tiempo del paro para tener discusiones y organizar manifestaciones en lugares donde causaríamos mayor presión. Esta fue efectiva y la respuesta de lxs estudiantes fue abrumadora. Las actividades se mantuvieron llenas, se dieron ricas discusiones y el estudiantado adelantó su capacidad organizativa.
La lucha destruye el miedo
Todo esto nos ha traído hasta aquí: tenemos una asamblea de frente en varios días, un futuro cada vez más incierto, la sombra de la Junta de Control Fiscal asomándose, varios recintos movilizados y un voto de huelga sobre la mesa. Lo más lamentable es que la discusión ha girado alrededor de huelga sí o huelga no, en vez de cómo y qué hace falta para enfrentar este periodo. ¿Qué tipos de estructuras organizativas tenemos que crear? ¿Qué tipo de discurso nos conviene articular? Pero por lo menos estamos discutiendo cómo responder en la práctica el descalabro que nos dejan en el país, eso de por sí es un avance.
Siempre que se habla de paralizaciones van a haber personas a favor y personas en contra, sin embargo la legitimidad de luchar en este momento es tal, que la consigna más común es: “¡luchemos, pero con la universidad abierta!” A lo que justamente contestamos: “¿cómo, si hay que ir a clases?”. El sistema universitario está hecho para que solo pensemos de tarea en tarea o de clase en clase, es difícil articular una oposición colectiva al gobierno cuando no existe el tiempo de encontrarnos. Por eso romper la cotidianidad de las clases y la normalidad de la universidad, ejecutando paralizaciones, es esencial en cualquier estrategia que se proponga. Que tal si cambiamos la discusión y vemos la huelga como lo que es: un medio, y ver la lucha que estamos construyendo en general como el fin, me explico.
Luego de la reunión con el subsecretario de Hacienda, lxs estudiantes nos enteramos que el dinero que Hacienda le debe a la universidad asciende los 300 millones. Él indicó que ese monto posiblemente baje a $132 millones luego del recaudo de las planillas el 15 de abril. Sin embargo, no pudo especificar cómo se pagarían los restantes $132 millones, y mucho menos si ese dinero restante se pagaría antes del cierre de este año académico. Tenemos que tomar cartas en el asunto y reconocer el precedente nefasto que representaría para el próximo semestre que no se cumpla con el presupuesto de la Universidad. Exigir que se cumpla con ese pago de Hacienda y se logre un adelanto en la gobernanza y autonomía universitaria son razones suficientes para proponer un proceso tan serio como una huelga indefinida este semestre. ¿Sino aseguramos el presupuesto ahora, lo podremos recuperar el semestre que viene? ¿Cómo cambiará el tablero después de junio con la aprobación de una JCF?
Sin embargo, la huelga se podría aprovechar para hacer mucho más que quedarse en los portones. Se puede aprovechar para hacer visibles nuestros reclamos más amplios mientras mantenemos la presión sobre los reclamos más locales. Cerrar también es abrir para organizar encuentros entre la comunidad universitaria, organizar discusiones con sectores comunitarios y sindicales sobre la situación del país, incluso de ser necesario, organizar campañas educativas puerta por puerta hablando sobre los reclamos estudiantiles y nacionales con la necesidad de salir a la calle. La estrategia es construir un movimiento estudiantil fuerte y autónomo capaz de mantener la lucha por los reclamos en el próximo año. La táctica es organizar y educar mientras se gestan manifestaciones que molesten en puntos claves para generar presión política al gobierno. Decían los anarquistas que “las huelgas son siempre juguetonas y creativas”. ¡Pues pongámonos creativos y juguemos pa’ ganar!