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BREL1| Publicado el 19 julio 2013
Recientemente el compañero Héctor Pesquera Sevillano, miembro dirigente del Movimiento Independentista Nacional Hostosiano (MINH), hizo un llamado a la unidad del independentismo mediante la creación de una “mesa de diálogo independentista” en un artículo publicado en el semanario Claridad. El compañero Hugo Delgado-Martí, portavoz del Movimiento Socialista de Trabajadores (MST), respondió de manera crítica al llamado de Pesquera. Luego, los compañeros Mikael Rosa y Angel Pérez de la Juventud Hostosiana (MINH) se dieron a la tarea de aclarar, explicar y abundar sobre las posturas de Héctor Pesquera a la luz de las críticas levantadas por el compañero Hugo. Las cuales, aunque no son mencionadas en las respuestas, es obvio que responden a las críticas del compañero.
El objetivo de este escrito es aportar algunos elementos adicionales al debate sobre la unidad del independentismo.
La propuesta de Héctor Pesquera es lo que llamo unidad dese arriba. En el papel, la creación de una “mesa de diálogo” suena muy bonita, pero mas allá del título de la propuesta, ésta no es otra cosa que la creación de una estructura basada en la reunión, o serie de reuniones, entre representantes de las distintas organizaciones independentistas y uno que otro independentista en su “carácter individual.” En otras palabras, es una convocatoria a las organizaciones independentistas a reunirse para “conversar” sobre la “actualidad” de la lucha independentista. Definitivamente, este tipo de llamado puede producir una que otra cosa positiva para el independentismo, sin embargo, entiendo que es un punto de partida incorrecto para construir una verdadera unidad en la lucha por la independencia.
Creo que la unidad debe construirse desde otra perspectiva. Los proyectos o llamados grandilocuentes de unidad, o sea los frentes, las coordinadoras nacionales y en este caso la mesa de diálogo, pueden lucir muy llamativos en un principio. Pero con el tiempo la falta de base social, vínculo organizativo y prácticas concretas en luchas específicas, va disolviendo los esfuerzos y al final sólo se quedan los títulos de las estructuras. En el balance final todo fue una movida fugaz para un problema permanente. Esto ha pasado una y otra vez en distintas etapas, y la razón por la cual sigue ocurriendo radica en una lectura incorrecta y simplista de cómo se ha practicado la unidad en distintos procesos, tanto nacionales como internacionales.
Uno de los ejemplos clásicos es el ejemplo de la lucha para sacar a la Marina de Vieques. Cada vez que alguien entiende que el problema de una u otra lucha es la falta de unidad, recurren a lo mismo: “tenemos que unirnos como en Vieques”. También suena muy bonito, pero la pregunta que hay que hacerse es: ¿cómo fue esa unidad en Vieques? La unidad en la lucha de Vieques no se dio en el marco de un frente, coordinadora nacional o mesa de independentistas. La realidad es que el logro de sacar a la marina de Vieques se dio por la multiplicidad de acciones, de diversos grupos (aunque algunos operaban o eran parte de frentes o coordinadoras). La fuerza real de la unidad se basaba en una afinidad y objetivo común, donde cada grupo aplicó su lucha como entendió y pudo, de manera coordinada en unas ocasiones, y en otras, cada cual por su lado maximizando el potencial de cada acción, ya que la misma no se diluía en vías del consenso.
De hecho, muchas ocasiones acciones que no tenían el apoyo de los frentes y las coordinadoras fueron muy importantes para derrotar a la Marina. Un buen ejemplo fueron las brigadas del MST, que la mayoría de los grupos, frentes y coordinadoras no apoyaban, porque éstas enfatizaban en la desobediencia civil como reto, lo que se alejaba de la visión mayoritaria conservadora de la desobediencia civil pacífica y pasiva. Las brigadas lograron interrumpir varias rondas de entrenamiento de la Marina, que le costaron millones de dólares al Departamento de Defensa. Si el MST hubiera sometido esa acción a la voluntad del consenso de los frentes, nunca hubiera entrado al área restringida a obstaculizar las prácticas de la Marina.
Algo similar ocurrió en la UPR en las huelgas del 2010-2011, donde la unidad del estudiantado no se dio mediante la creación de un frente. Ésta se fue construyendo poco a poco desde abajo por vías del trabajo de las organizaciones políticas como la UJS, OSI, J-23, los CEDEP y luego los Comités de Acción como núcleos de lucha en las facultades que poco a poco fueron multiplicándose. Una vez concretada la huelga, las multiplicidades aumentaron y era la autonomía de los comités, organizaciones y grupos de individuos la que potenciaba nuevas acciones. Si cada cosa se hubiera sometido a los consensos del pleno de huelguistas, nunca hubiesen florecido muchas acciones como Radio Huelga, los colectivos de prensa, los conciertos y muchas otras acciones directas que se coordinaron de manera autónoma. De hecho, uno de los problemas de la segunda huelga fue precisamente el que no supimos cómo desarrollar una estructura que potenciara las acciones autónomas en combinación con las coordinadas, para maximizar los golpes a la administración. Por lo que quedamos un poco pillados en el marco del pleno y sus debates interminables para alcanzar consensos sobre los “métodos correctos”. Claro está, tanto la segunda huelga como los funcionamientos del movimiento estudiantil son algo mucho mas complejo que esto. Pero lo que quiero puntualizar es el ejemplo de cómo a veces la ley del consenso ha limitado la fuerza de las acciones autónomas.
Otra mala lectura de la unidad es la que hace el compañero Ángel Pérez en cuanto a las victorias en defensa de la fianza, el gasoducto y la pena de muerte. Definitivamente hubo una unidad de propósitos en esas luchas, pero la unidad no se dio desde frentes ni mesas entre las cúpulas independentistas. Fue una unidad en la acción, de hecho. Mientras que los frentes que se crearon no se tradujeron necesariamente en mayor trabajo, muchos de ellos no pasaron de la primera conferencia de prensa. El trabajo que realizó el MST, la OSI, el MINH y el PPT, por ejemplo, se hizo con cada cual por su cuenta, maximizando así su alcance ya que el trabajo de ninguno de esos grupos se diluyó en busca del consenso entre los grupos. Claro, algunos de estos grupos también posaron pa’ la foto, pero la fortaleza de su trabajo no fue el resultado de la creación de frentes, sino fue su trabajo directo en la calle. El caso de la OSI en cuanto a la defensa de la fianza es peculiar pues los compañeros y compañeras unieron fuerzas en su mayoría con personas no organizadas, en una especie de frente temporal de trabajo que a mi entender tuvo un alcance muy productivo.
Otro problema de los llamados a la unidad desde arriba es la diferencia de prácticas de lucha entre las organizaciones independentistas. Es bien cuesta arriba tratar de tirar puentes entre organizaciones, partidos y movimientos a nivel nacional o en macro. Una estructura de coordinación nacional entre las organizaciones independentistas como la propuesta “mesa de diálogo” enfrenta de entrada el obstáculo de compaginar prácticas políticas muy distantes, como por ejemplo la tendencia electoralista. Por eso considero que las vías hacia una verdadera unidad están en lo micro, entre las bases y desde abajo, como explicaré más adelante.
No me mal interpreten: la posibilidad de una coordinación a nivel nacional de las organizaciones independentistas es algo positivo y se debe explorar a base de propuestas de acción concretas. Cito al compañero Hugo, “…nuestra organización está disponible para reunirse, coordinar, dialogar sobre temas y situaciones específicas de acuerdo a nuestras posibilidades y calendario” . O sea, no estamos en contra de reunirnos para coordinar o discutir cosas especificas. Pero si estamos hablando de unidad, tenemos una visión distinta de cómo construirla. Por otro lado, si varias organizaciones independentistas entienden que esta mesa de diálogo es un camino correcto, pues perfecto. Eso sólo significa que tenemos análisis distintos de la coyuntura y de qué es lo que hace falta. Si de esa mesa de diálogo salen actividades con las cuales el MST coincide, pues yo no veo ningún problema con que el MST coordine participaciones conjuntas específicas con la mesa. Ahora, esa coordinación se tiene que dar en igualdad, de tú a tú. Aunque en la mesa haya mil organizaciones, las organizaciones que no estén en la mesa tienen que ser valoradas como entes independientes con su propia voz.
El compañero Mikael Rosa argumenta que la mesa de diálogo no es un proyecto meramente electoral, pero si consultamos el escrito de Pesquera vemos que él dice: “De lo que se trata es de definir una agenda común del movimiento patriótico, que pueda desembocar eventualmente en algún proyecto de frente amplio electoral….” y todas las referencias que se hacen a América Latina son enfocadas en lo electoral. Lo que el compañero Ángel Pérez confirma en su escrito. Definitivamente el enfoque electoral estará bien presente en la agenda de la mesa de diálogo.
El MST no descarta la elecciones por principio, para nosotros es una cuestión táctica. En nuestro análisis, el enfoque en el trabajo electoral no es la prioridad en estos momentos. Para nosotras y nosotros, lo que hace falta es el trabajo directo con los trabajadores y las trabajadoras para llegar a una comprensión colectiva de que la independencia es una necesidad para mejorar las condiciones de vida de la clase trabajadora. Que sólo en las manos de nuestra clase trabajadora está el potencial revolucionario para lograr un país independiente gobernado directamente por nosotros y nosotras. Un Puerto Rico libre y socialista.
Vale puntualizar, que hay algo nuevo en el discurso de este llamado a la unidad. Esto es, el reconocimiento expreso de la independencia de cada una de las organizaciones. Hay una especie de aceptación a la posibilidad de un tipo unidad reconociendo las diferencias y respetando la autonomía de cada organización. Al parecer las tendencias libertarias y el tipo de unidad que viene hablando por mucho tiempo el MST ha ido calando en el resto del independentismo, al menos en el papel. Habría que ver como se da eso en la práctica, ya que no es una costumbre muy favorecida en el independentismo puertorriqueño.
La pobre tendencia de analizar los procesos desde arriba sale a relucir también en el escrito de Ángel Pérez cuando trae el tema de Bolivia. El compañero dice: “En Bolivia se habla en contra del capitalismo, mas el proyecto social no se le llama socialismo. Con el nombre del “Buen vivir”, Bolivia y el gobierno de Evo Morales han iniciado el camino al socialismo, sin panfletería, ni demagogia teórica. Ciertamente, aquellos que aspiramos a un cambio real de las estructuras políticas, económicas y sociales, esto no es el final. Claro que aspiramos que en los talleres de trabajo manden los obreros, que en las instituciones educativas manden los estudiantes y profesores, que en las comunidades haya gobiernos comunitarios, pero eso no llega sin organización. Además, nuestro país está sediento de victorias. La gente necesita palpar la posibilidad de otro mundo posible. Si no iniciamos el camino con pequeñas victorias, jamás entenderemos la necesidad de más poderes.”
La realidad es que debajo del movimiento que llevó a Evo Morales al poder hay cientas de organizaciones, muchas de ellas de corte radical, socialistas, anarquistas y revolucionarias, que son las que desde abajo, por muchos años antes de que Evo ganara, venían construyendo la resistencia y el poder popular que a fin de cuentas le dio la victoria electoral a Morales. En los cimientos del gobierno de Evo están los socialistas revolucionarios con su “panfletería” impulsando la revolución con todas sus fuerzas para que el reformismo no se trague el proceso en Bolivia con la demagogia teórica de los nacionalistas y los social demócratas que ven en el discurso socialista radical al Cuco.
Por otro lado, el compañero habla de que el poder de los trabajadores y las trabajadoras no va a llegar sin organización y que es importante que palpen pequeñas victorias. En eso, estoy totalmente de acuerdo. Pero esa organización no se da desde una mesa de diálogo y las pequeñas victorias tampoco. En el MST vemos la necesidad de organizar desde abajo para lograr reivindicaciones de los trabajadores y trabajadoras. Ejemplo reciente, la organización de lucha y la huelga de Suiza Dairy, un evento que le pasó por frente de las narices al independentismo y que no hizo falta que los independentistas se sentaran a dialogar entre ellos. Es más si se hubiera condicionado esa huelga a las voluntades y el consenso del independentismo nunca hubiera pasado nada. Allí, cientos de trabajadores se dieron cuenta de su poder y pararon la producción concientes de lo que estaban haciendo y al final obtuvieron una victoria sin precedentes en la empresa privada. Así es que se construye el poder popular y las nociones colectivas de la necesidad de luchar por más poderes. Como dice el Gran Combo: “esto es poquito a poquito, luego el esfuerzo se premia”.
Se menciona el caso de P.U.E.D.A. y la incapacidad para resistir la privatización del aeropuerto por falta de unidad, especulando sobre lo que pudo haber sido. Pues ya que estamos especulando, no sé, tal vez si el independentismo y los «progresistas” no se enfocaran tanto en lo electoral, tal vez si el MINH en vez de dedicarse a apoyar a Tato, a Yulín y al PPD, a lo mejor P.U.E.D.A. se habría formado antes y se hubiera podido resistir la privatización del aeropuerto igual que el robo al sistema de retiro. Y aclaro, no estoy diciendo que esas derrotas son culpa del MINH, no le estoy adjudicando culpas a nadie, pero hay que aceptar que la pobre resistencia a esos golpes se debe a una debilidad general de la izquierda, el sindicalismo y el independentismo, y que definitivamente se debilita más cuando se hacen alianzas con el PPD y los sindicatos empresariales, una tendencia que no es exclusiva de MINH. Pero cabe señalar que al interior de P.U.E.D.A. hubo intentos de parte del PPT, la OSI y el MST en transformar ese frente en uno mas amplio en contra de la privatización en general en miras de resistir el ataque al Sistema de Retiro Central y de Maestros, la privatización de la AEE y otros asuntos que se vislumbraban y precisamente fueron los representantes del MINH en P.U.E.D.A los que aguantaron esa trasformación, planteando que el apoyo a P.U.E.D.A. estaba basado en la lucha contra la privatización del aeropuerto y no necesariamente tendría apoyo en contra de la privatización en general. En fin, podemos estar toda la vida achacándole nuestras debilidades a la falta de unidad o podemos dejarnos de análisis superficiales y escarbar un poco más profundo la razón por las cuales el independentismo no sale de la crisis: la ideología pequeño burguesa con toda las complicadas cargas que esta arrastra. La negativa a resaltar el ángulo de clase en los problemas que enfrentamos.
En las aclaraciones tanto de Mikael Rosa como las de Ángel Pérez, los compañeros intentan argumentar que la independencia que impulsa el MINH no puede ser de corte capitalista porque eso iría en contra de su programa y postulados, y que sería contradictorio con su apoyo a distintas luchas. A mí me consta que los compañeros y compañeras del MINH, especialmente de la juventud, han estado presentes aportando en muchas luchas y aborrecen el capitalismo igual que yo. Pero también me consta, y al país entero, las tendencias del MINH a colaborar y apoyar al PPD. El que, como sabemos, a todas luces es un partido capitalista, anti obrero e indiscutiblemente colonial. También consta la presencia, colaboraciones y apoyo a sindicatos empresariales controlados y diseñados para llenar los bolsillos de los mega chupacuotas, del patio y de EEUU.
El MST se ha propuesto desarrollarse como una organización socialista revolucionaria para el combate contra el capitalismo en todos los espacios y frentes de lucha posibles. Lo anterior y el colaboracionismo con las correas de transmisión del capitalismo colonial no hay forma de compaginarlo. El compañero Ángel Pérez pregunta con qué se come el socialismo. Para el MST, el socialismo se come con trabajo directo con la clase obrera. Hablándole claro a la gente y teniendo una práctica consistente con lo que se dice y con los principios que se dice levantar. Ahora pregunto yo: ¿cómo se come el anti capitalismo y el anti colonialismo mientras se colabora y se apoya a un partido capitalista y colonial? La pobre respuesta que tuvimos ante la privatización del aeropuerto y el atraco al sistema de retiro no fue por falta de unidad. De hecho, parte del problema es que hubo mucha unidad pero con el PPD y un enfoque profundo del “progresismo” en sacar a Fortuño mediante las elecciones. Ahora tenemos más de 100 “progresistas” en la nomina del PPD. ¿Y eso, con qué se come?
Por otro lado, me consta que en el MINH hay diferencias con esas tendencias del liderato, por ponerlo de alguna forma. Pero nunca he visto una postura crítica hecha pública por parte de los que difirieren del colaboracionismo con el PPD y los chupa cuotas, lo que me hace dudar seriamente de cómo será el espacio para las posibles disidencias en la mesa independentista que nos propone el MINH. Duda que se remata con los argumentos finales de Mikael: “A todos nos queda camino por recorrer, pero en la medida que enfilemos los cañones hacia nosotros mismos seguiremos teniendo una colonia ahogada en un capitalismo sangriento. Pretender desinformar es peligroso. No solamente desinformar, sino pretender ridiculizar a compañeros de lucha mediante el argumento de la crítica es mucho peor.”
Esta visión de que las críticas públicas que hace Hugo, o cualquiera, a las propuesta del MINH es enfilar los cañones hacia adentro, desinformar y ridiculizar es una señal de la poca tolerancia que permea aún en las organizaciones independentistas a la crítica y al debate de ideas . Los planteamientos de Hugo son sus críticas y opiniones basadas en sus análisis y experiencias individuales, así como en la experiencia colectiva de nuestra organización. Tratar de descartarlas como si fueran burlas o intentos de desinformar es una forma sutil de descartar la crítica.
Desde los debates electorales noto una tendencia a la prisa. Querer dar un jonrón que gane la lucha por la independencia de un batazo con un proyecto unitario. Yo no quiero estar 40 años más dando vueltas en el mismo piquete, pero menos quiero gastar mi tiempo coordinando desde arriba una unidad estéril. Prefiero dedicarme a solidificar y multiplicar las bases y construir unidad desde abajo. Me interesa más el debate anti colonial y anti capitalista que está tratando de impulsar Tito Román al interior del PPT y ver cómo esa tendencia pude tender puentes de colaboración con grupos de base del MST. Es un proceso más lento, pero aunque se tarde más, y yo no viva para ver los frutos, me parece que es la vía correcta a largo plazo.
Definitivamente a todos nos queda mucho camino por recorrer, precisamente por eso es que la unidad que debemos construir debe cocinarse a fuego lento, desde otro punto de partida, desde abajo y me explico.
Debemos ver la construcción de unidad como una red. La redes se conectan por puntos cercanos que a su vez interconectan muchos otros puntos más lejanos. Tenemos que aceptar y entender las condiciones de debilidad de la izquierda y el independentismo, y entender que esa debilidad no se va a superar juntando cúpulas. Esa unidad que verdaderamente se transforma en una fuerza con capacidad revolucionaria no va surgir en una fórmula desde una mesa de diálogo. Esa unidad hay que practicarla desde las bases colaborando y organizando desde puntos cercanos de acción y trabajo en luchas concretas. Por ejemplo: hay varias comunidades luchando contra la instalación de antenas de telecomunicación donde algunas organizaciones están vinculadas a esas luchas. En mi opinión, los grupos o comités de base de esas organizaciones que están trabajando la lucha contra las antenas deben buscar formas de colaboración y trabajo conjunto. La tendencia tradicional del independentismo y la izquierda es hacer un «Frente Nacional Contra las Antenas», hacer una conferencia de prensa y quedar bonitos pa’ la foto. Pero eso no es a lo que me refiero, planteo coordinar trabajo directo entre los afectados y las afectadas para desarrollar la resistencia y vincularla con nuestro problema colonial. Para que así, desde abajo podamos construir la comprensión de la necesidad de la independencia.
Al fin y al cabo, para lograr nuestra independencia lo más importante es que la clase trabajadora, desde su taller y desde sus comunidades, la entienda como la única vía posible para su liberación de la explotación y el desarrollo digno de la sociedad. Si de ese trabajo surge un frente nacional, pues qué bien, pero el trabajo directo y la organización de base debe ir primero y ser cimento de lo segundo. Asimismo, hay distintos puntos cercanos desde las bases de las distintas organizaciones y el trabajo por hacer es muchísimo. Pero tenemos que tener una visión constructiva desde una perspectiva de trabajo para construir una red de resistencias. Los atajos desde arriba a la larga son atrasos. Es en las luchas concretas, desde abajo, donde se puede desarrollar la unidad y una verdadera fuerza independentista y revolucionaria.