Más que una huelga para derogar la ley 160

| Publicado el 6 marzo 2014

La lucha necesaria para defender nuestro sistema de retiro y la escuela pública

Declaración pública

Comisión Política – MST

A modo de introducción:

Desde hace un tiempo se viene desarrollando un debate al interior de nuestra organización. Este se ha manifestado de diversas formas y por diversos canales, unas veces de forma abierta y otras de forma velada. Estas diferencias se han recrudecido desde que asumiera la presidencia de la Federación de Maestros de Puerto Rico nuestra compañera María Elena Lara. Las diferencias políticas se han profundizado en los últimos meses, sobretodo, en lo que atañe a la propuesta de lucha en defensa del Sistema de Retiro para Maestros y por la derogación de la Ley 160. Durante todo este periodo de tiempo hemos intentado buscarle una solución interna al debate, para así potenciar el trabajo político de la organización al interior del sindicato y a nivel nacional. Genuinamente entendemos que al día de hoy hemos agotado todos los canales para poder llegar a un acuerdo que beneficiara a ambas partes y permitiera una unidad de voluntad de trabajo conjunto para las luchas que se avecinan. Ante la imposibilidad de poder llegar a un entendido con los compañeros por medio de las estructuras partidarias y sindicales, y entendiendo que se han agotado los canales de discusión, no vemos otra alternativa que plantear públicamente nuestra postura.

El siguiente documento representa la posición del cuerpo que la suscribe.

Comisión Política MST

El magisterio militante ya conoce suficiente sobre la ley 160, sus efectos y la necesidad de derogarla. Prueba de ello fue el exitoso paro del 14 y 15 de enero donde miles de maestras y maestros realizaron líneas de piquete frente a sus escuelas y el día 15 nos congregamos frente al Departamento del Trabajo para exigir con una sola voz la derogación de la nefasta ley. Desde entonces el debate sobre los métodos de lucha se ha centrado en la necesidad de realizar una acción concertada contundente que detenga las intenciones del gobierno de desmantelar el sistema de retiro para maestros.

El trabajo que múltiples sectores, sindicatos y maestras han realizado para orientar, movilizar y educar en torno a los efectos de la ley es encomiable. Sin embargo, el magisterio no ha aquilatado aún la envergadura de la lucha que se avecina. Los poderes contra los que estamos luchando son enormes y de la misma magnitud debe ser la respuesta que dé el magisterio. Nada menos que un proceso de lucha prolongado de desgaste del patrono, unido a la concertación de acciones entre los diferentes grupos podrá derrotar los intentos del gobierno patrono.

¿Contra qué o quiénes estamos luchando?

La ley 160 forma parte del proyecto de privatización de los ricos y poderosos en Puerto Rico. De frente a un sistema económico colonial en bancarrota, donde los recaudos del gobierno son insuficientes para pagar sus compromisos económicos, los administradores del aparato gubernamental han escogido reducir servicios, vender corporaciones públicas, y despedir empleados públicos. De la misma forma, la política de exención contributiva a las grandes corporaciones ha puesto el peso de los impuestos sobre los hombros de la clase trabajadora por medio del impuesto al consumo y el incremento en el costo de la vida.

El desmantelamiento del Sistema de Retiro para Maestros busca dos objetivos principales: reducir los compromisos futuros del gobierno y en segundo lugar reducir la nómina. De retirarse 5,000 a 7,000 maestros al finalizar mayo del corriente año el gobierno podría ahorrarse de 20 a 50 millones de dólares en nómina al contratar maestras sin experiencia. Si el gobierno no contrata ninguna maestra para sustituir las plazas vacantes, el ahorro podría duplicarse. Estas acciones responden a los requerimientos de las casas acreditadoras para evitar una nueva degradación del crédito.

La reciente degradación del crédito del gobierno y la amenaza de degradaciones posteriores no son más que las herramientas de chantaje de los ricos para ejercer su poder. Si el gobierno no cede a los requisitos de las casas acreditadoras no podrá pedir prestado para correr el día a día. Si pide prestado tendrá que comprometer una mayor proporción de los ya insuficientes recaudos. El endeudamiento se ha convertido, por tanto, en un vicio autodestructivo: el gobierno de Puerto Rico se encuentra abocado a una bancarrota inminente y en algún momento tendrán que escoger entre pagar la deuda pública o pagar los compromisos con los empleados públicos.

En ese sentido el magisterio tiene sobre sus hombros la pesada carga de dar la lucha en defensa, no sólo del sistema de retiro para maestros, sino del magisterio como lo conocemos hoy. La lucha en defensa del SRM y por la derogación de la ley 160 es un enfrentamiento directo entre clases sociales con intereses irreconciliables. Podemos hoy derogar la ley 160, pero quién sabe si mañana llegará un cierre gubernamental, o insistirán en ponernos 60 estudiantes por grupo, obligarnos a dar materias para las cuales no estamos preparados, eliminarnos las vacaciones, o el plan médico.
Desde dicha perspectiva, la fuerza social que se requiere para derrotar al patrono gobierno no tiene precedentes en la historia reciente de las luchas de la clase trabajadora. No se trata de huelgas mediáticas, de paros de agua, o de una guerra de discursos en los medios de comunicación. De lo que estamos hablando es de la necesidad de un proceso de lucha prolongado, que le cueste (política y económicamente) más al patrono que lo que pueda obtener con la implantación de la ley.

¿Hacia dónde debemos dirigir la lucha?

Foto por:RBS/Bandera Roja

Sin duda, se ha hecho mucho trabajo en dirección a un enfrentamiento con el patrono, pero el nivel de organización del magisterio y el compromiso de lucha es insuficiente aún. Hace falta que cada escuela demuestre su capacidad de resistencia por medio de Comités de Lucha que desarrollen una campaña autónoma de orientación, organización y acción. Estos Comités de Lucha tienen el deber de organizar las acciones concertadas locales, y prepararse para las movilizaciones nacionales que hagan los sindicatos y asociaciones magisteriales. Los comités de lucha tienen que organizarse regionalmente para convertirse en correa de transmisión de la información en dos direcciones, desde la base al liderato y viceversa. Las acciones concertadas regionalmente y la visibilidad que vaya cobrando el movimiento serán el catalítico necesario para acciones de mayor envergadura que se irán desarrollando según el proceso adquiera mayor fuerza.

En todo esto hay que tener algo claro, las huelgas y paros no son picnics frente a los portones de las escuelas, ni espacios de ocio para jugar dominó. Una huelga mediática, las que buscan llamar la atención de los medios de prensa pero no son un problema político para nadie, está abocada al fracaso. Cada día de lucha tiene que generar una crisis para el gobierno por medio de la desobediencia civil, pacífica y no tan pacífica. La etapa de preparación en la que estamos requiere convencer a la gente de la necesidad de la confrontación con el gobierno. El magisterio tiene que entender que para ganar la lucha los medios de noticias, analistas políticos y titulares de noticias no tienen que estar de acuerdo con el magisterio. De hecho, una vez la lucha magisterial empiece a cobrar la fuerza necesaria y se convierta en oposición de los ricos, el ataque mediático será una de las herramientas principales del gobierno patrono unida a la represión contra las instituciones magisteriales. Dependiendo de la fuerza con que inicie el proceso y la fuerza que mantenga, será la envergadura de la represión y amenazas que se reciban. No se trata de meterle miedo a la gente, sino de hacerles conscientes que la lucha será ardua y no un pasadía de dos o tres días frente a los portones.

Los ataques represivos del patrono que ha recibido el principal sindicato de lucha del magisterio, que es la FMPR, la han colocado en dificultades económicas que dificultan su presencia en los medios, anuncios en los periódicos, radio o televisión. Dependemos de la comunicación personal y en las redes sociales para la transmisión de la información. Pero de igual forma no podemos sentarnos a esperar la trompeta de salida, la carrera por derrotar la ley 160 ya empezó y el trabajo necesario solo lo podemos hacer las maestras y maestros que estamos en el salón de clases.

La unidad en la diversidad: una fortaleza del proceso

Por primera vez en años todas las organizaciones magisteriales, incluyendo a la Asociación de Maestros, han mostrado una disposición a la unidad en la acción que no se veía desde la huelga de 1993 contra la privatización de las escuelas públicas. Esa disposición de lucha unitaria más allá de realizar meras conferencias de prensa, unida a la ausencia de un sindicato hegemónico bajo la ley 45 como representante exclusivo hacen de la coordinación y aprobación de un paro, una huelga o cualquier actividad, un proceso lento de negociación entre las partes. Hay que ser sumamente cuidadosos de no malograr lo positivo de la unidad en la acción. Cada organización tiene que darle espacio a las demás para realizar sus propias actividades respetando la diversidad del proceso, pero también tener la paciencia de esperar por los procesos internos y conjuntos que puedan desarrollar acciones unitarias de mayor envergadura. En este proceso lo importante es derrotar la ley 160, quién se proyecta más o menos es secundario al fin principal.

De otra parte, no todas las organizaciones nos arriesgamos de la misma forma ni en la misma magnitud. La FMPR ha recibido múltiples ataques por parte del patrono durante los últimos años por su verticalidad y su defensa a ultranza de la escuela pública. El patrono ha identificado en la FMPR un verdadero enemigo de clase, y por tanto las acciones contra dicho sindicato por su historial, por su fuerza y por su composición, han sido sumamente duras. En este proceso la unidad en la acción nos debe servir para evitar un recrudecimiento de la represión selectiva contra nuestro instrumento de lucha. No se trata de escondernos, sino de que por una vez compartamos las consecuencias en igualdad de condiciones. La FMPR nunca ha claudicado ante la lucha magisterial y esta no será la excepción. De lo que se trata es de aprovechar el proceso para acumular las fuerzas necesarias para resistir cualquier embate futuro de la represión.

Una crítica necesaria

La desesperación y el afán de protagonismo podrían conducir a cometer errores en este proceso. La complejidad de la coyuntura, el estado en que se encuentra el magisterio, y las condiciones objetivas hay que analizarlas con cautela sin apasionamientos innecesarios, pero con toda la indignación que la ley 160 nos ha causado. La certeza de nuestros planteamientos, la indignación que pueda existir entre el magisterio y lo injusto de la ley no son justificaciones en sí mismas para desarrollar un proceso de lucha acelerado y desbocado.

Desde esa perspectiva entendemos que las expresiones públicas realizadas en los medios de comunicación por parte de Rafael Feliciano Hernández, son desacertadas y no conducen al desarrollo de la lucha contra la ley 160. Rafael Feliciano se ha dedicado, desde que culminó su término, a usurpar las tareas y deberes de la actual presidenta de la Federación de Maestros de Puerto Rico, María Elena Lara. En el Movimiento Socialista de Trabajadores creemos firmemente en el debate público y le reconocemos el derecho a Rafael Feliciano de postular en el plano personal todas las ideas y juicios que él entienda necesario, a lo que no tiene derecho es a realizar falsa representación de las organizaciones a que pertenece.

Las expresiones realizadas en las emisoras de radio, donde no sólo habló de la inminencia de una huelga que no ha sido aprobada por ningún cuerpo, sino que le facilitó al patrono una posible fecha, son expresiones desacertadas que en nada contribuyen al desarrollo de un proceso de lucha unitario. Sus expresiones, no sólo podrían estar abortando acciones concertadas con las demás organizaciones magisteriales, sino que también le adelantan posibles tácticas al patrono. Si nuestra intención fuera realizar una acción concertada durante las pruebas, las expresiones de Feliciano ya le quitaron el factor sorpresa.

En segundo lugar, Rafael Feliciano ha incurrido en una campaña al interior de la FMPR de menosprecio y desprestigio del liderato actual, a veces de forma velada, a veces de forma directa. El comportamiento y las expresiones de Feliciano, de acusar o dar la impresión de que el Comité Ejecutivo de la FMPR está derrotado y no cree en la lucha, lo que hacen es generar un clima de desconfianza al interior de la institución. Los estilos de debate demagógicos, de manipulación, y las faltas a la verdad son igual de desacertados.

Debemos dejar unas cuantas cosas claras, nos sentimos sumamente incómodos por el giro que han tomado las acciones de Rafael Feliciano y el tener que hacer públicas estas diferencias políticas, que de fondo incluyen faltas a lo que consideramos la moral revolucionaria. Nuestra intención no es realizar un ataque viciado y vengativo contra quién fuera uno de nuestros principales dirigentes. Estas críticas de hoy para nada desmerecen los 9 años de lucha que el colectivo de maestros socialistas en la FMPR llevó a cabo durante su presidencia. Si algo quisiéramos es mantener las virtudes de ese proceso y superar los defectos. Pero sería incorrecto quedarnos callados mientras continúan los ataques contra compañeros y compañeras que están realizando la labor de resistencia y dirección del sindicato.

Afortunadamente las masas son las protagonistas de los procesos de lucha, y como nadie es indispensable en la lucha de clases, confiamos en que esta situación no sea una limitación para la lucha. Dejamos meridianamente claro, que en el Movimiento Socialista de Trabajadores seguiremos luchando desde adentro de la FMPR con nuestras militantes maestras y maestros en el salón de clases, en las uniones locales y en el liderato nacional.