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BREL4| Publicado el 3 junio 2004
Los males de la colonia y el capitalismo los sufrimos todos. Los estudiantes universitarios nos enfrentamos diariamente a muchos de estos males. La Universidad tiene el encargo de reproducir los valores y concepciones del sistema capitalista como son las libertades democraticas burguesas (de prensa, expresión, reunión, de “empresa”) a la vez que prepara los futuros especialistas, funcionarios y profesionales que administrarán y supervisarán las diversas etapas de la producción. No debe extrañarnos que la Universidad reproduzca en su funcionamiento interno las políticas e ideologías del sistema en que se desenvuelve. El debate interno dentro de la Universidad va entonces paralelo a lo que ocurre fuera de la Universidad. La lucha contra la privatización y por la desmilitarización de los Recintos han sido durante el último año el foco principal de atención de la lucha estudiantil. Ambos asuntos seguirán en la agenda de los y las trabajadores puertorriqueños y, de igual forma, en la universidad.
La política de Privatización en la UPR
La privatización es una política pública de vender las empresas gubernamentales a intereses privados, con el objetivo de reducir los servicios que el estado rinde de forma gratuita o a bajo costo. El planteamiento de los capitalistas es que el estado no debe regular “excesivamente” el mercado, puesto que no estaría favoreciendo la llamada “libertad de empresa”. La política de privatización ha encontrado resistencia en el mundo entero, la privatización ha traído desempleo y peores servicios donde quiera que se ha implantado. En el Recinto de Río Piedras la lucha contra la privatización la llevan estudiantes y trabajadores para evitar que empresas como University Parking Systems y Desarrollos Universitarios Inc. se echen al bolsillo cuantiosas partidas de los fondos Universitarios.
El problema de la privatización en la UPR no se ha resuelto aún: la inherencia de las corporaciones privadas dentro de la administración va en aumento. Las corporaciones privadas son las que deciden que propuestas se aprueban. Con la excusa de que no tienen fondos, los administradores se zapatean de aprobar buenas propuestas para el mejoramiento del Recinto. Mientras tanto, propuestas financiadas por el Banco Popular se aprueban con una rapidez inconcebible en la burocracia de la UPR. Todos sabemos el rol que jugó el Banco Popular en la venta de la Telefónica, y la labor que realizan hoy comprando a cantos la Autoridad de Energía Eléctrica. El Banco Popular ha financiado las privatizaciones en el país. Sus “donativos” a la UPR hay que fiscalizarlos con cautela, podría ser muy tarde cuando nos demos cuenta que fue lo que el Presidente de la UPR les vendió.
El militarismo en la Universidad
Otra lucha a nivel nacional e internacional es la lucha por la demilitarización de las universidades. En el Recinto de Mayaguez estudiantes de diversas organizaciones mantuvieron un campamento de desobediencia civil por 180 días. Estos detuvieron la construción de un edificio militar y llegaron a un acuerdo con la administración. Sin embargo, al día de hoy la administración solicita sanciones para cinco estudiantes y un profesor está a punto de ser despedido por solo realizar actividades en contra del ROTC. En Río Piedras, el ROTC solicitó el uso de la piscina para prácticas militares, a lo que los mismos directivos de la piscina se negaron. La decana de educación, yéndose por encima de la recomendación de los expertos les concedió el permiso. Un grupo de estudiantes realizó una protesta en la piscina del Recinto y los cadetes nunca aparecieron.
A algunos en el Recinto les sorprende la fuerza que tienen los militares dentro de la Universidad. No le quepa la menor duda a nadie que la Universidad de Puerto Rico está totalmente contaminada por el militarismo. Desde la obvia presencia del ROTC en el Recinto, pasando por el reclutamiento por parte del ejército, la fuerza aérea y naval junto a otras agencias al servicio de la inteligencia militar. Por otro lado, están las investigaciones científicas y técnicas financiadas por el Departamento de Energia y el Departamento de Defensa. De otra parte, toda la producción intelectual de la Universidad está condicionada al servicio de las fuerzas armadas norteamericanas. Estatutos como el “Solomon and Pombo” condicionan los fondos federales para investigación al reclutamiento militar. Si se suma toda esta maraña económico-legal al miedo del colonizado nos queda una universidad al servicio del militarismo, de la guerra y del imperialismo.