La defensa de los derechos de la mujer corresponde a todos y todas

| Publicado el 27 febrero 2010

Edgardo Roman Espada
Bandera Roja

La defensa de los derechos de la mujer no les corresponde sólo a ellas. Se trata de una obligación de conciencia de hombres y mujeres. Los derechos de la mujer son parte fundamental e indispensable de los derechos humanos. Es un asunto central para la protección y desarrollo civilizado de la humanidad. El primero de los artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos continúa siendo una aspiración fundamental. “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.”

Hombre o mujer, machista o feminista, todos cargamos de distintas maneras con las consecuencias de un modo de producción, de una organización social, de un estilo de familia basado en relaciones de poder y sumisión. Con la erradicación de la explotación del trabajo, de toda relación degradante y del dominio del hombre sobre la mujer ganamos como especie humana un espacio que nos potencia hacia el desarrollo. El machismo es uno de los obstáculos que nos aleja de ello. El discrimen contra la mujer viene acompañado de conducta violenta, asesinatos, violaciones, mutilaciones, amenazas, daños sicológicos, explotación, y una ideología decadente dirigida a justificarlo.

El machismo conviene a los que buscan imponerse a base de la fuerza, la tradición o la ideología. El beneficio de la imposición del hombre sobre la mujer está basado en concepción degradante de la mujer, es decir, en verla como un ser inferior. Los tratos degradantes son propios de las sociedades que patrocinan la explotación de los seres humanos para el beneficio de quienes las dirigen. Se trata del mismo fundamento en el que se basa la explotación de clases, la esclavitud, el trabajo infantil y el discrimen por razón de raza. En el plano internacional, es parte de la ideología que pretende justificar el imperialismo o el coloniaje y en lo económico es parte indispensable de la explotación capitalista, aunque no le es exclusiva. Tales tratos contradicen los principios democráticos y solidarios que han inspirado a las diversas personas y organizaciones promotoras de los derechos humanos.

Las estadísticas abruman. En el caso de la mujer puertorriqueña de hoy, las cifras de mujeres asesinadas, mutiladas y maltratadas por sus parejas o ex parejas son cada vez mayores. Las amenazadas de muerte, grave daño corporal a ellas o a sus hijos y los abusos y violaciones sexuales provenientes de miembros de su círculo de confianza ocurren con demasiada frecuencia. El discrimen en el ámbito laboral al dejar de otorgárseles igual paga o promoción por el mismo trabajo que sus compañeros de trabajo. Y el hostigamiento en el lugar del trabajo es un problema que atenta sobre la salud y seguridad en el empleo. Las mujeres jefas del hogar abandonadas a su suerte con sus hijos por sus ex parejas, y las demás cifras sobre la situación de la mujer son alarmantes y dramatizan una situación de violación de derechos humanos que nos aleja a todos del país que nos merecemos o que merece nuestra descendencia.

Si le interesó este artículo recomendamos los siguientes enlaces:

Declaración Universal de los Derechos Humanos
nvención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer