| Publicado el 23 septiembre 2008
Con toda probabilidad el reto mayor que enfrentamos los socialistas independentistas es cómo influenciar y canalizar el malestar de nuestra base social hacia un proceso revolucionario. Partiendo del hecho de que ésta debe ser la ruta mediante la cual vayamos resolviendo los problemas económicos y sociales más apremiantes, nuestro planteamiento político enfrenta enormes dificultades.
La ideología de la clase dominante mantiene esperanzada a la inmensa mayoría de la clase trabajadora y desposeída de nuestro país. El sistema colonial capitalista en Puerto Rico ha tenido la capacidad de recomponerse, aún en sus períodos de mayores crisis. Tanto en los años ‘30, ‘ 50, ‘ 70 (y en la actualidad) el poder económico norteamericano se ha recuperado manteniendo su control.
Pero, ¿cómo es posible que esto sea así aún a pesar del profundo malestar en la población? El alza sin precedentes en los niveles del costo de vida, ejemplificado en las tarifas de agua, luz y peajes, entre otros, se ha combinado con la triplicación del precio de la gasolina; con su consecuencia lógica de aumentos en los precios de productos y servicios. Si a esto le sumamos el aumento dramático en el desempleo, resultado de la privatización, cierres de fábricas y reducción en las plazas en el gobierno y el sector privado; el cuadro es uno que parecería el epílogo del gobierno colonial. Pero al momento no es así. Este estado enfermo se niega a morir y en lo que en el pasado parecía ser su agonía, se ha levantado renovado con fuerzas para prevalecer. La institucionalización de la colonia se ha consolidado y pese a las condiciones objetivas que apuntan a lo contrario, la voluntad mayoritaria la ayuda a respirar.
Hoy las 24 acusaciones del gobierno federal contra el gobernador Acevedo Vilá, los allanamientos contra De Castro Font (y su secuela de destape de toda la corruptela PNP) harían pensar a cualquiera desde afuera que el PIP arrasaría en las elecciones. Pero estamos muy lejos de eso; más aún, la posibilidad de no quedar inscrito es una amenaza real. Por otro lado el Movimiento Independentista Nacional Hostosiano parece reproducir la misma fórmula del cuatrenio pasado con el agravante de apoyar de facto un Partido Popular desprestigiado por la corrupción y su política anti obrera entregado hasta el ñu con el gran capital. Es lamentable que a falta de producir una alternativa electoral propia se tenga que recurrir al endoso de quienes han sido señalados tan corruptos y anti obreros como el PNP. Ni la mano dura contra la Federación de Maestros de Puerto Rico, la UTIER y la UIA, el cierre del gobierno, la imposición del IVU han disuadido al liderato Hostosiano a no prestarles su voto. Astutamente, el Partido Popular logra una vez más cooptar un sector del independentismo colocando a varios de éstos en posiciones de gobierno; lo que a su vez tiene el efecto que desacreditar lo que en otrora era reconocido como un movimiento inmaculado, sacrificado y honesto. Esta nefasta práctica ha redundado en la justificación de una política oportunista para mantener unos privilegios individuales.
Ante este cuadro el poder federal en Puerto Rico se presenta como uno que se preocupa por «mantener la casa en orden». De esta manera radican las acusaciones contra el gobernador, le allanan la oficina, la casa y el negocio a De Castro, ocupan caseríos y barriadas pero también asesinaron a Filiberto Ojeda, invaden residencias de independentistas y los citan a Gran Jurado. De modo que su interés de hacer notable e incuestionable su poder va por encima de cualquier apariencia de democracia. Pero esto tiene el precio de desenmascararse tal y como son; un poder impuesto.
Conociendo esta realidad, el trabajo persistente de día a día se hace más necesario. El estudio, los foros de discusión de análisis se hacen inaplazables como contrapeso a la radio difusión de pseudoanalistas que pretenden atosigarnos sus discursos fotuteros. Esa dualidad tan necesaria, tantas veces escuchada pero pocas implementada de manera efectiva, es probablemente la lección más importante de los movimientos sociales más importantes en los últimos diez años: la Huelga del Pueblo (1998), la lucha de Vieques y la pasada huelga de la Federación de Maestros. Todas con impacto nacional e internacional han ido incrementando en calidad y compromiso el cuestionamiento a las mismas bases de poder colonial capitalista, desenmascarando el carácter opresor y déspota del gobierno norteamericano, el significado de intermediarios patronales que ostentan el PNP y el PPD y poniendo de manifiesto la fuerza colectiva.
Dentro de ese contexto la gran lección de la huelga magisterial radica no solo en la capacidad de fuerza y movilización de los maestros federados y sectores aliados sino en ir más allá de su propio instrumento de lucha sindical. Se trata de recoger los frutos de ese trabajo de día a día que decenas de militantes socialistas independentistas comprometidos, se han encargado de desarrollar y multiplicar. Se trata de ir más allá de lo inmediato, más allá de la peseta, la certificación o la Ley 45. De lo que hablamos es de foguear la clase obrera en el ejercicio de la toma del poder para crecer y ser mas fuertes; de fortalecer, de esta manera la democracia interna de verdad.
Quienes no hayan comprendido esta gran lección, están expuestos a cometer los mismos errores, prestando su voto, desconfiando de su propia clase o enfocados en lo inmediato. Solo en el trabajo constante de día a día, comprenderemos lo valioso de nuestra aportación al proceso revolucionario. Elijamos el camino correcto.