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BREL| Publicado el 31 enero 2011
Foto por:Primerahora
En dos ocasiones, durante menos de un año, el estudiantado destruyó todos los viejos esquemas sobre cómo debe de ser la lucha estudiantil. Avanzando a su manera, miles de estudiantes en todo el país dejaron claro que en Puerto Rico, a pesar de la represión, hay quienes estamos dispuestos a resistir. Dejamos claro que la lucha es el camino y que no hay mejor momento para recorrerlo.
De abril a diciembre
En abril, la huelga parecía una locura. Muchos declararon que las huelgas eran cosa del pasado y no valían la pena. Los 62 días subsiguientes sorprendieron a todos y todas por igual. El país entero se desbordó en apoyo a un movimiento estudiantil que, ocupando el sistema universitario, derrotó parcialmente los planes del gobierno.
Entonces, ante las miradas perplejas de todos los que dijeron que hacer una segunda huelga sería una locura, en diciembre el estudiantado hizo lo que le requirió la historia. Con la segunda huelga del 2010 se demostró que en la UPR se pueden hacer varias huelgas y el mundo no se acabará. Aquellos y aquellas estudiantes que respaldaron defender la UPR con todas sus fuerzas a través de la huelga sabían que no luchar significaba abrirle paso a las políticas que verdaderamente destruirían la Universidad.
Mentiras y más mentiras
La huelga que comenzó en diciembre puso en entredicho las mentiras descaradas del gobierno y la administración universitaria. Las supuestas alternativas de pago para la cuota de $800 son todas falsas promesas. La beca de Rivera Schatz no tiene solicitud, nadie sabe cuándo se asignarán los puestos de trabajo creados por Fortuño y la realidad es que tomar un préstamo lo único que haría sería empeorar el problema.
El único argumento de la Administración para la imposición de la cuota ha sido la severidad de la crisis y que no existe otra opción. Su excusa perpetua es que todo es culpa de la pasada administración. Sin embargo, desenmascaradas sus mentiras se ha revelado el proyecto verdadero del Gobierno: achicar la UPR haciéndola inaccesible a la clase trabajadora, eliminar todo lo que no rinda dinero y terminar por la fuerza con toda la resistencia.
A pesar de los aguajes de negociación que se dieron en las navidades, la realidad es que el gobierno no tiene ninguna intención de negociar una salida al conflicto. En un recinto donde la vigilancia policíaca es la norma, donde la presencia de la Fuerza de Choque en las Facultades se ha hecho más común que la de estudiantes y el registro de bultos y los arrestos son la orden del día no puede haber Universidad. Con la militarización del campus se pretende que todo sea normal, que las clases se impartan y nadie proteste. Que nadie se llame a engaños. Hoy en día, el único acto revolucionario posible en la UPR es resistir con todas las fuerzas imaginables al ataque más despiadado que ha sufrido la institución en su historia.
Ni un segundo de paz
Para miles de estudiantes el futuro es una situación desastrosa. La imposición de la cuota significa que miles no se matricularon. Decenas de miles más no tienen idea de cómo pagarán los plazos de prórroga que les faltan. Como si esto fuera poco, la Administración anunció sus planes para desmantelar la Universidad, por medio del cierre de varios programas de estudio.
Definitivamente, los problemas de fondo en la UPR no se han resuelto. Con la ocupación permanente de la Universidad por la policía, el gobierno ha demostrado su verdadera intención: ignorar los llamados al diálogo e imponerse por la fuerza. Sin embargo, le tiene que quedar claro al Gobierno que la voluntad del estudiantado de ver una Universidad libre de policías y abierta al pueblo trabajador es tan fuerte como la firmeza de las piedras que seguirán cayendo sobre sus cascos.
Desde que la Administración y el Gobierno comenzaron a imponer sus designios en la UPR, el estudiantado no ha tenido un segundo de paz. Desde hace más de un año, el futuro de la Universidad es incierto. Lo único que no ha faltado en todo ese tiempo son las posibilidades de dejarle claro al Gobernador y sus monigotes que mientras jueguen con nuestro futuro, tampoco tendrán un segundo de paz en la UPR.