Imagina si gobernara la clase trabajadora

Contra el gobierno colonial y de los ricos

| Publicado el 12 marzo 2025

Los partidos tradicionales se han pasado prometiendo ideas que nunca cumplen. Debemos preguntarnos cuántas de estas ideas verdaderamente benefician a la clase trabajadora, aún más en estos momentos que Trump pretende desmantelar muchas de las agencias y programas del gobierno federal. ¿Para qué nos ha servido el gobierno que elegimos “democráticamente»? La verdad es que el gobierno federal y colonial sirve más a los ricos mientras reparte migajas a la gente de a pie.

Como trabajadorxs nos cuestionamos qué debemos esperar del gobierno. El gobierno es la manera de organizar la sociedad, dónde se concentra el poder en unas pocas personas para fomentar la producción de riquezas y su distribución. Con el desarrollo del capitalismo y la democracia promovida por los capitalistas se nos ha vendido la idea que el gobierno representa a la mayoría del pueblo. Esta idea es clave para mantener a la clase trabajadora sumida en el sueño de creerse libres y con capacidad de decidir. Sin embargo, siempre ganan los partidos apoyados por las minorías que dominan la economía del país. Entre los Fonalledas, Carriones y Ferrés, por mencionar algunas de las familias más prominentes, se define quien gana las elecciones. Cuando alguien amenaza esta regla, se valen de lo que sea, hasta golpes de estado, para mantener la democracia burguesa en la que solo ganan ellos.

Siendo esto así, es lógico que el gobierno favorezca que los capitalistas se enriquezcan aún más. Mientras tanto que a la clase trabajadora apenas se le dé lo suficiente para taparles la boca y que sigan produciendo para los patronos. 

¿Y si el gobierno lo dirigieran los y las trabajadoras? 

Un gobierno de la clase trabajadora podría establecer leyes que democraticen la toma de decisiones en los centros de trabajo. Eso resolvería muchos de los problemas causantes del estrés laboral y permitiría que quienes verdaderamente producen las riquezas tomen las decisiones. Esto mejoraría la eficiencia, pero lo más importante es que se distribuirán las ganancias de manera más justa.

Por otra parte, ¿cómo se va a construir un sistema de salud y de educación que verdaderamente responda a nuestros intereses si el mismo es controlado por quienes mandan a sus crías a las escuelas privadas y viajan a Estados Unidos cuando necesitan una operación médica? Esta contradicción explica por qué a pesar de los millones que se invierten en estos renglones vemos cómo retroceden los sistemas de salud y educación.

Un sistema educativo y de salud universal en el que los recursos se dediquen a lo que realmente hace falta sería una meta acorde a los intereses de la clase obrera. En vez de privatizar la salud, priorizaremos en la medicina preventiva, en tener medicina de familia, en velar por la salud desde una perspectiva integral. En la educación, en vez de escuelas chárter, podríamos transformar la escuela para educar a toda la comunidad, dando énfasis en la educación para el crecimiento integral del ser humano y promover una educación liberadora. 

Imagínate que la alimentación fuera un derecho. El gobierno podría fomentar una industria agrícola ambientalmente responsable, a la vez que se abaratan los costos de la canasta básica. Medidas como los cupones de alimentos en donde establezcamos los precios de los productos para que las cadenas de supermercados no impongan precios excesivos, unido a mercados solidarios, comedores comunales y escolares garantizarían una alimentación adecuada independiente del ingreso personal.

Imaginemos que en vez de que cada uno tenga que sacar $500 mensuales para pagar un carro, invirtamos en un sistema de transporte público que nos lleve a todo lugar y sea confiable. Eso es un lujo que solo lo tienen las grandes ciudades del mundo y podría ser viable para nuestro PR si le rompemos el negocio a la industria del carro y la gasolina.

Para que se cumplan estas ideas es necesario que sea la clase obrera la que gobierne y se deba democráticamente a las verdaderas mayorías de nuestro país, la clase trabjadora.

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