Por: Sonia Torres
En la década de los 80, Ángel Colón Maldonado, “El Ángel de los Solteros”, conocido así por el discrimen que existía contra la comunidad LGTBQ, asesinó, según declaró, a siete hombres. La prensa y la policía estigmatizaban a las víctimas creando pánico en la comunidad. No es hasta que asesina a tres hombres conocidos en el mundo de la farándula y en las altas esferas, que se comienza a investigar hasta dar con él. Colón Maldonado es el primero en ser reconocido como asesino en serie en Puerto Rico. Fue acusado por tres asesinatos y sentenciado a tres cadenas perpetuas. Sorpresivamente la investigación se centró en las personas con poder adquisitivo y los juicios fueron por separado, quedando fuera las víctimas desprotegidas que no poseían el mismo estatus social.
En días recientes sale a relucir en los medios que la Junta de Libertad Bajo Palabra está evaluando la salida de este asesino, hecho repudiado por familiares de las víctimas y líderes de la comunidad LGTBQ. Esta Junta de Libertad Bajo Palabra ha estado en la mirilla por un caso en donde liberaron a un convicto con dos sentencias por feminicidios, Hermes Ávila Vázquez, quien luego de ser liberado cometió otro feminicidio (Ivette Joan-21 de abril de 2024).
Reconocemos el derecho a la reinserción en la sociedad de personas sentenciadas por crímenes. Pero nos preguntamos, ¿existe realmente un sistema carcelario en dónde se reeduque para devolver a la sociedad una persona que pueda reinsertarse como un ciudadano rehabilitado? ¿Qué terapias han tomado estas personas? ¿El sistema cuenta con un monitoreo efectivo para dar seguimiento a estas personas? Definitivamente, no. La privatización en las cárceles en lugar de mejorar ha empeorado, algo que siempre se ha denunciado sobre el sistema carcelario. Mientras tanto, se siguen liberando personas que reinciden. Seguimos revictimizando a los familiares que perdieron seres queridos a manos de criminales que el sistema no ha logrado rehabilitar.