Se aproximan las elecciones presidenciales en los Estados Unidos y la clase trabajadora norteamericana carece de opciones reales que satisfagan sus deseos e intereses. De un lado está el expresidente Donald Trump, empresario multimillonario que enfrenta múltiples casos en los tribunales por conductas que cuestionan su ética y moral, y por intentar un golpe de estado que negaba su fracaso electoral. Del otro lado está el actual presidente Joe Biden quién se ha caracterizado por ser un débil opositor de las medidas conservadoras republicanas y ha sido incapaz de cumplir sus promesas de campaña que incluía la otorgación del perdón de préstamos estudiantiles.
“Cualquier otra opción” es una expresión cotidiana en las redes sociales que expresa el descontento de la población de dicho país ante la falta de políticas que atiendan sus problemas. La clase trabajadora estadounidense, por ejemplo, enfrenta una crisis de vivienda que le niega las posibilidades de techo seguro a millones de jóvenes. Este problema afecta particularmente familias con salarios bajos, minorías raciales y étnicas, mujeres, personas trans e inmigrantes. La crisis de vivienda es el resultado de las políticas de desregulación de las instituciones financieras que ha permitido el incremento en la especulación sobre las propiedades inmuebles. Para enero del 2023 se consideraba que una de cada quinientas personas se encontró sin hogar. El capital económico asociado a las propiedades inmuebles representó 3 millones de millones (trillions en inglés).
El asunto de la vivienda es un ejemplo de los temas importantes en la discusión política del país norteamericano, que de ninguna manera será atendido por los contrincantes demócrata y republicano. Ambos representan los intereses de la misma clase social que destina recursos para la guerra en el resto del mundo, pero no resuelve los asuntos apremiantes de su propio país.